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Parasitismo social

Fuentes: Noticias de Navarra

De la dictadura franquista han quedado bastantes hábitos, muchos de los cuales perduran entre cierto tipo de élites y gentes de poder. El mundo empresarial no es ajeno a ello. Para empezar, una parte de la riqueza de las familias más adineradas proviene del botín de aquel régimen. El Ministerio de Hacienda del Reino de […]

De la dictadura franquista han quedado bastantes hábitos, muchos de los cuales perduran entre cierto tipo de élites y gentes de poder. El mundo empresarial no es ajeno a ello. Para empezar, una parte de la riqueza de las familias más adineradas proviene del botín de aquel régimen. El Ministerio de Hacienda del Reino de España publicó entre 1978 y 1979 una lista con las 2.500 personas más ricas. Treinta años después, en el 2009, un tercio del dinero lo conservaban las mismas familias.

Todo ello no ha sido en balde, pues obedece a la rigidez corporativa de unas élites extractivas que han estructurado el mercado y moldeado la sociedad hasta fechas muy recientes, incluso después de la Transición. La presidenta del Círculo de Empresarios lo expresaba en una entrevista del 2012:

«Yo provengo de una familia industrial -cuyas empresas siempre han sido muy reguladas y muy nacionales- y, tradicionalmente al empresario se le entendía más que como un creador de riqueza como poder; y el poder genera recelo, porque significa servidumbre, esa es la otra cara de la palabra poder, porque para que haya poder tiene que haber súbditos».

Ella sabe de lo que habla. Según un periódico de finanzas, su genealogía es la expresión de una «familia industrial» surgida bajo el franquismo: su bisabuelo bilbaíno fundó Talgo e Hidroeléctrica Ibérica -después Hidroeléctrica Española y actualmente Iberdrola-, compañía que presidieron sucesivamente su abuelo -que fue jefe provincial de Falange y alcalde de Bilbao- y su tío. Su padre arquitecto es autor de uno de los rascacielos más altos de Madrid y su marido es presidente de unas bodegas con nombre de marqués.

Por tanto, Mónica Oriol conoce lo que es una familia industrial con una empresa regulada y muy nacional. Por eso piensa que la gestión de una empresa se parece a una jefatura. Como decía en esa misma entrevista, los «jefes tóxicos son cirujanos de las cuentas de resultados». Así de simple. Sin rodeos. Y siguiendo el lenguaje quirúrgico de la medicina y de la higiene social, tampoco le costó dar un paso más y afirmar hace pocos días que «los subsidios que hay en España, que son los más generosos del mundo mundial, no están condicionados a la búsqueda activa de empleo y generan situaciones de rentas de trabajo y de parasitismo». A todo esto lo llaman cultura empresarial o excelencia emprendedora.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.