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Parlamento cubano, ¿reinvención o desesperada sinceridad?

Fuentes: La Joven Cuba

El parlamento cubano nunca tuvo tanto sabor de espectáculo como en las recientes sesiones del 21 y 22 de julio de 2023. La gente lo comentaba en la calle y en las redes sociales, que son la plaza pública más concurrida del país, como si se tratara de un juego de pelota entre la posición de los burócratas y la sensibilidad ciudadana.  

Desde su creación, en 1976, la Asamblea Nacional del Poder Popular vivió alejada de las discusiones propias de los parlamentos liberales, donde conviven fuerzas políticas en discordia. El legislativo cubano ha sido más ceremonial que práctico. Es un hecho tan obvio que la ciudadanía no le da importancia a las dos sesiones anuales que reúnen a los diputados en La Habana.

Es un parlamento tan formal y tan coral que nadie le atribuye peso en las decisiones que afectan la vida del país. Eso parece, en apariencia, estar cambiando. Estas últimas sesiones insinuaron los debates que podrían ocurrir en el futuro, si la Asamblea empieza a parecerse un poco a Cuba.

Parlamento /Asamblea Nacional
Tomada de Sputnik Mundo / Imagen de Referencia

¿Se abre una posibilidad para que los diputados discutan, finalmente, en un espacio más plural, o el tono de estas sesiones es una estrategia puntual para sobrevivir a la crisis?

Tener un parlamento que legisle y fiscalice de acuerdo a los intereses de la ciudadanía, y que lo haga además en conversación natural con la gente, es más decisivo para el futuro de Cuba que cualquier otro cambio que pudiéramos desear. Sería una noticia más feliz que el fin de las sanciones estadounidenses. Podría ser, si sale bien, la plenitud de una democracia que llamaron socialista.

El cambio de aire

En 2019 una ley achicó el tamaño de la Asamblea. De 605 diputados quedaron 474. Algunos especularon que esta reducción era una evidencia de que volvería al Capitolio de La Habana, designado como la sede oficial de los legisladores. No pasó de una especulación. El parlamento no ha sesionado allí. Nada indica, por ahora que lo hará. Sin embargo, algo cambió en el parlamento.

La Ley Electoral, una de las primeras que fue pensada para armonizar con la Constitución de 2019, establece que cada diputado representará a 30 mil ciudadanos. Hasta este momento, la relación entre los parlamentarios y sus electores era aparente. No existía en la tradición del parlamento cubano un mecanismo, un espacio habitual, para que los representantes escucharan y respondieran las demandas de quienes los habían elegido. Eso está empezando a cambiar, aunque tímidamente.

Una de las políticas en la actual legislatura ha sido que los diputados recorran los territorios en los que fueron votados y dediquen una parte de estos viajes a intercambiar con la ciudadanía. Todavía parece una estrategia incipiente, pero no se puede dudar de la intención de conectar a los electores con el parlamento, de sugerirles que se trata, en efecto, de los representantes que ellos mismos votaron.

Esteban Lazo Hernández (izq. primer plano), miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se interesó por los resultados de la Unidad Básica de Producción Agropecuaria Gispert, en una visita de trabajo al municipio de Colón, en Matanzas, Cuba, el 28 de diciembre de 2017. ACN FOTO/Roberto Jesús HERNÁNDEZ/sdl
Tomada de Cubahora

La hornada de diputados que estrenó la Constitución sigue reuniéndose en plenario dos veces al año, pero ha tenido mucho más trabajo que sus predecesores. El ajuste constitucional de todas las legislaciones que son competencia del parlamento no se resuelve en un plazo breve. Podría decirse, sin exagerar, que los miembros de la Asamblea han sido más legisladores que nunca y que las comisiones de trabajo que integran han tenido una agenda intensa.

Con estos antecedentes, un parlamento reducido y más laborioso, que hasta parece una apuesta por la eficiencia, llegamos a estas sesiones en las que el público sintió que por fin se discutían problemas reales.

Los discursos políticos que dicta la crisis

El discurso ofrecido por el presidente Miguel Díaz-Canel en la clausura de las sesiones, además de resumir ampliamente los informes y temas debatidos, también muestra claramente el nuevo tono del discurso oficial.

Después de señalar que esta fue «una buena Asamblea», Díaz-Canel celebró «los llamados de Lazo y otros diputados a ponerle nombre y apellidos, causas y posible solución a nuestros problemas». El presidente cubano aclaró que se refería a situaciones «que no tienen que ver de manera directa con el bloqueo o que refuerzan el omnipresente bloqueo por inacción, apatía, insensibilidad, incapacidad o por simple cansancio y falta de fe en que será posible vencer las dificultades».

El mandatario cubano describió lo que desde hace años muchos cubanos denominan «el bloqueo interno». Esta noción, contrapuesta al discurso sobre el embargo/bloqueo estadounidense, ha sido muy usada por las disidencias políticas. No se conoce el origen del concepto, pero su significado subversivo, antioficial, es evidente. En una operación inesperada, el presidente cubano se lo apropió.

Tomada de Cubadebate

El llamado de Esteban Lazo al que se refirió Díaz-Canel, fue el clímax de estas sesiones. Ante las cifras desastrosas que presentó la viceprimera ministra de Economía y Planificación, el presidente de la Asamblea comentó, espontáneo: «Estamos ya muy cansados de programas, medidas, estudios, diagnósticos. ¿Y la realidad dónde está? ¿Y la solución del problema dónde está?».

Este exabrupto de Lazo fue aplaudido, por inusual, en las redes sociales. «Hoy el país no cuenta con recursos para seguir el nivel de importaciones que tenemos. Prácticamente el 100% de la canasta familiar se está importando», añadió.

La audiencia, en realidad, estaba aplaudiendo la salida sincera en un escenario regularmente insípido, porque las preguntas de Lazo sólo son retóricas. Y eso fue lo extraordinario de estas sesiones del parlamento. Los ministros compartieron en números precisos el tamaño de la crisis, y fue posible, como nunca antes, reclamar soluciones en el mismo foro que tiene la responsabilidad de contribuir a encontrarlas.

Otras intervenciones, por venir de zonas aparentemente marginales del parlamento, sonaron más exactas que la queja lanzada al aire por Esteban Lazo. Es el caso de la intervención del diputado y empresario privado Carlos Miguel Pérez. Pérez comentó, contundente: «No hay un queso gouda que cueste menos de lo que se le paga en un mes a un trabajador estatal». Agregó que no recordaba «el momento en que el salario en Cuba jugó el papel de satisfacer al 100% las necesidades de nuestro pueblo».

Tomada de Cubacute

Este diputado es uno de los propietarios de Dofleini, el primer proyecto privado cubano que se convirtió en una mediana empresa. Pérez, que ocupa uno de los asientos correspondientes al municipio de Playa, en La Habana, aprovechó su intervención para reclamar facilidades en beneficio de empresas como la suya.

En contraste con las proposiciones urgentes de este diputado y empresario, el informe del ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil se limitó a describir, en cifras, otro año frustrado. El funcionario insistió en que si no aumentan la producción y las exportaciones la crisis no se resolverá, como si no lo supiéramos.

Es revelador que ni el diputado Pérez ni el ministro Gil, ambos con convocatorias a la  capitalización y la eficiencia, renunciaron a un discurso social. Gil admitió que algunas políticas económicas adoptadas en Cuba «generan brechas de equidad», no obstante insistió en que esas decisiones tienen el objetivo de «favorecer de manera directa o indirecta a toda la población».

«Es por ello que, también en la medida de las posibilidades, pues todo depende de recursos, se deberá ir ampliando y perfeccionando la atención a las personas, familias y comunidades en situación de vulnerabilidad», señaló el ministro.

Tomada de Cubadebate

Cualquier diputado pudo decirle, con retórica parecida a la de Lazo, que ese deseo no será posible en mucho tiempo.

Gil presentó una versión bien escueta de la estrategia para la recuperación económica y social, que se centra en hacer cumplir el plan de exportaciones y adoptar regulaciones que estimulen la importación de insumos indispensables para las producciones nacionales, entre otros puntos que incluyen “ordenar las relaciones del sector estatal y no estatal de la economía”.

Ante la pregunta de un diputado sobre cuántas pymes se dedican a la producción de alimentos, el ministro informó que sólo el 1.2% de estas empresas se dedican al sector primario de la economía.

En este debate, uno de los más trágicos de toda la economía cubana, intervino el presidente cubanopara comentar que «los actores económicos se deben asociar a las estrategias de desarrollo territorial». Ya Gil, en los puntos principales para la recuperación económica, señaló que los municipios deberán realizar un balance de lo que producen y lo que consumen, e identificar en que producciones podrían sustentarse por sí mismos.

PYME Alimentación
Tomada de IPS Cuba

Se trata, al final, de un rompecabezas muy difícil de ajustar. De un lado está la urgencia de rentabilizar la economía con medidas pragmáticas y del otro el discurso social al que no renuncian el gobierno ni los diputados. Para los economistas liberales más convencionales esa disyuntiva no existe. Todo se reduciría a hacer reformas de mercado y dejar que el esquema capitalista se exprese en todas sus paradojas.

Los debates en el parlamento cubano dejaron claro que quienes administran Cuba no han encontrado una fórmula para capitalizar la economía cubana sin renegar de una estrategia de crecimiento ajustada a las necesidades colectivas y no sólo empresariales. Esa contradicción sigue sin solución. No la resuelve ningún plan sintético .  

En el último día de las sesiones, se acordó fiscalizar en profundidad al Ministerio de la Agricultura. El parlamento tiene esa potestad y la va a usar. Como recurso de presión, bienvenida la fiscalización, pero no será solo una rendición de cuentas lo que impulsará más eficazmente la producción de alimentos, sino mayores inversiones en el sector e incentivos a los productores.

El gobierno «centrista»

En su discurso de clausura, Díaz-Canel señaló como un logro que «ha mejorado el vínculo de las diputadas y los diputados con la población». «Estos meses de intercambio con el pueblo en la calle, en los barrios, en los caseríos rurales han sido la prueba de lo que significa trabajar con el oído pegado a la tierra», dijo.

Este comentario confirma que la actual crisis económica y política, además del propio proceso de institucionalización del país como respuesta al final de la generación de Fidel, están empujando al parlamento a otro rol.

Tomada de CMHW

El presidente consideró que estas sesiones de la Asamblea «serán recordadas por mucho tiempo», «por los temas discutidos y por el modo cómo se discutieron».  Y tiene razón.

No obstante, la sencilla fe en la victoria ya no basta para convencer a una ciudadanía empobrecida de por qué debe seguir resistiendo. Hemos llegado al momento en que lo saben Díaz-Canel, los ministros y los diputados. Con esa convicción, los discursos se renuevan, incluso para reciclar nociones usadas por los adversarios políticos. Esta decisión es muy inteligente.

Después de señalar que el bloqueo y la inclusión de Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo «boicotean cualquier posibilidad de recuperación económica», el presidente cubano denunció un plan para «desacreditar» al gobierno cubano «en grado tal que implosione la unidad nacional».

«A ese propósito aportan algunos desde las posiciones más extremas: desde la derecha convocando a privatizarlo todo y al cambio de sistema, y también desde una supuesta izquierda demonizando cualquier espacio al mercado», recalcó.

Como estrategia discursiva, esto es sorprendente. Pone al gobierno bajo el fuego cruzado de la derecha convencional y de una izquierda anticapitalista que se niega a hacer las reformas económicas.

Polémica reapertura de Jalisco Park por una cooperativa / Tomada de Tribuna de La Habana

«Como siempre, los extremos se tocan y ambas posiciones coinciden en un punto: la crítica lapidaria al término socialismo y a cualquier intento de solución nacido de la gestión gubernamental», añadió Díaz-Canel.

Este comentario deja más confusión. Parece referirse a una izquierda no sólo anticapitalista, también antiestatal. Esa izquierda, que sin dudas existe, es tan minoritaria y poco influyente que no merece esta mención del presidente, excepto si señalarla sirviera para mover al gobierno hacia el centro y hacerlo aparecer como distante de cualquier radicalismo, inclinado a posiciones intermedias y atento a intereses nacionales, no ideológicos.

«A unos les cansa hablar del bloqueo; otros inventan teorías a la teoría, como si los clásicos hubieran negado la dialéctica». Después de este señalamiento sobre ampos polos, Díaz-Canel parece referirse a quienes critican su gestión desde presupuestos marxistas:

«Se olvidan de que su importante aporte teórico no concibió la construcción socialista en una nación pequeña que heredó el subdesarrollo, bloqueada por más de 60 años y vecina del mayor imperio, que es además su enemigo, y luego reclaman solución a todo, ignorando olímpicamente el mayor obstáculo, que es el bloqueo».

En el mismo discurso Díaz-Canel critica tanto al «capitalismo neoliberal» que provoca «desigualdad y exclusión social» como a las izquierdas que le reprochan, al parecer desde posiciones al interior del Estado cubano, que haga mínimas concesiones a los capitalistas locales. Que estas izquierdas tengan algún papel marginal en las instituciones es una suposición. El discurso nunca lo aclara.

«Al mismo tiempo, es preciso evitar confusiones», amplió Díaz-Canel. «Justicia social no significa ni se puede reducir a asistencialismo ni a igualitarismo. Es repartir la riqueza creada por todos, entre todos, pero de modo diferenciado, de manera que gane más quien aporta más y se asista fundamentalmente a los que están imposibilitados de aportar».

Esta advertencia de sabor socialdemócrata, Díaz-Canel la cerró con la única verdad que nadie podría discutir en Cuba: «Para ello, primero es preciso crear esa riqueza, y en esa tarea estamos lejos de alcanzar todavía el aprobado».

Reconocerse estudiantes que suspendieron economía, decir a los ciudadanos que pueden tener una nueva relación con el parlamento y promover un pragmatismo moderado, que no renuncia a la justicia social ni a la defensa de los intereses de la nación, es un buen punto de partida.

Pese al reconocimiento de estos problemas, ninguno de los parlamentarios ha usado hasta ahora la iniciativa legislativa que les permite el artículo 164 de la Constitución para presentar nuevas disposiciones o reformas que contribuyan a resolver la crisis, a salvar la aspiración de justicia social. Mientras eso no ocurra, la reinvención del parlamento no pasará de un grato, pero estéril acto de desesperada sinceridad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.