Este 9 de agosto, en una calle del barrio Yungay, en el casco antiguo del centro de Santiago, falleció de un ataque al corazón el luchador revolucionario Carlos Cortez, Charlie. Fue parte de la generación fundacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, y de la Resistencia contra la dictadura cívico-militar. Por su compromiso con la causa de los pobres de la tierra sufrió la tortura y la cárcel.
En su memoria, el militante de derechos humanos y poeta Aquiles Córdova escribió los siguientes versos.
Réquiem por Charlie
Ha partido el viejo Charlie.
Se llamaba,
y se llama
Carlos Humberto
Cortez Mazzalin,
originario del Norte,
de la zona de Calama,
tierra árida e inhóspita.
Se vino a Santiago,
en la década del 60,
fue obrero de la construcción,
se afincó en Renca,
luego trabajó en el polvorín,
en el Cerro Renca,
en Tec Harseim.
Se integró a las 3 letras,
participó en el
cordón industrial
Panamericana Norte.
Formó pareja,
y tienen un hijo
y una hija.
Luchó en la Resistencia,
luego del golpe,
también como
explosivista,
funciones por las cuales
cayó detenido,
y se fue a la cana.
Luego vendría el exilio,
Bélgica y el cura Antonio,
Bruselas y la alfombra de flores.
Finalmente, volvió a Chile,
se integró a la lucha popular,
ligado al ámbito de
Derechos Humanos,
de la comisión FUNA
fue coordinador y
lideró con un viejo de La Río,
la Coordinadora de Derechos Humanos de Renca.
Levantó la Casa América,
en el Barrio Yungay.
Finalmente
vinieron experiencias
de carnavales y
cooperativas.
Hasta que un día miércoles
fue a ver
una presentación
de su nieta en el colegio
y de vuelta,
caminando,
su corazón no resistió,
y el viejo Charlie partió.
Más de alguno dijo:
el viejo Charlie,
al fin descansó.
Hasta La Victoria Siempre.
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