Si hiciésemos un repaso a los últimos 57 años del quehacer revolucionario en Cuba, llegaríamos a la conclusión de que, con el compañero Fidel a la cabeza, en la tierra de Martí han sido y son maestros de la unidad, herramienta imprescindible para llevar a cabo con éxito una revolución. Tras la victoria del Ejército […]
Si hiciésemos un repaso a los últimos 57 años del quehacer revolucionario en Cuba, llegaríamos a la conclusión de que, con el compañero Fidel a la cabeza, en la tierra de Martí han sido y son maestros de la unidad, herramienta imprescindible para llevar a cabo con éxito una revolución.
Tras la victoria del Ejército Rebelde, el primero de enero de 1959, se requería una unidad mucho más sólida y organizada que fuera capaz de frenar las lógicas embestidas de la oligarquía nacional y extranjera en su lucha desesperada por recuperar los privilegios perdidos y, de paso, poder ir avanzando en el radical cambio sociopolítico que una revolución socialista exige si, como la cubana, es verdadera.
Así, los Comités de Defensa de la Revolución -CDR-, la organización cubana que más militantes registra -actualmente unos 8.500.000-, nacieron el 28 de septiembre de 1960; la juventud revolucionaria se unificó, el 4 de abril de 1962, en torno a la Unión de Jóvenes Comunistas -UJC-; el 17 de mayo de 1961 se fundó la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños -ANAP-, para representar los intereses sociales y económicos de los campesinos; la antigua Confederación de Trabajadores de Cuba cambió ligeramente de nombre en 1961, y, con gran impulso para afronta la nueva etapa, pasó a llamarse Central de Trabajadores de Cuba -CTC-. Y no me olvido de las mujeres. Éstas, que durante el período insurreccional ya jugaron un papel muy importante, cobraron nuevos bríos para pasar a ser, con derecho propio, pieza imprescindible en el proceso revolucionario fundando, el 23 de agosto de 1960, la Federación de Mujeres Cubanas -FMC-. Faltaba, sin embargo, un partido que se pusiera a la vanguardia de todo el proceso revolucionario para, legitimado por el pueblo, velarlo y conducirlo.
La estrategia no era nueva. Ya en 1892 Martí creó el Partido Revolucionario Cubano -PRC- para hacer la revolución; y los nuevos mambises, los que entraron victoriosos a Santiago de Cuba el primero de enero de 1959 dirigidos por Fidel, tenían bien aprendida la lección. Conocían que desavenencias en las filas mambisas habían frustrado la revolución del 68; sabían lo qué había sucedido en 1898, al final de la Guerra Necesaria, con la disolución del PRC, así como con el desarme del Ejército Libertador: la conversión de Cuba en un protectorado (1902-1934), primero, y después en una neocolonia yanqui (1934-1958). Conocían, también, cómo la falta de unidad fue determinante para que fracasara la revolución del 30, aquella en la que el primer Partido Comunista de Cuba fundado en agosto de 1925 por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, entre otros compañeros, y magistralmente dirigido por Rubén Martínez Villena durante los últimos años de su corta pero intensa vida, tuvo un papel protagonista. Los revolucionarios cubanos, que tanto habían luchado y sufrido para derrocar al último presidente títere de los imperialistas -Fulgencio Batista- no estaban dispuestos a tropezar con la misma piedra. Así nació, hoy hace cincuenta años, el Partido Comunista de Cuba -PCC-. Pero, para llegar a este importante hecho, antes se hubieron de dar otros pasos.
En julio de 1961, producto de la fusión del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, liderado por Fidel; el Partido Socialista Popular -comunista-, con Blas Roca como secretario general, y el Directorio Estudiantil Revolucionario 13 de Marzo, dirigido por Faure Chomón, se crearon las Organizaciones Revolucionarias Integradas -ORI-. Meses después, el 26 de marzo de 1962, Fidel atacó en un discurso televisado las prácticas burocráticas que llevaban al sectarismo en la organización y el funcionamiento de las ORI, y se inició un proceso de reorganización que desembocó, en 1963, en la sustitución de las ORI por el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana -PURSC-. Finalmente, todo el relatado proceso concluyó en la creación, el 3 de octubre de 1965, del actual Partido Comunista de Cuba.
Fidel habló del Partido de ésta manera: «De la unión de todos los revolucionarios nació ese Partido. Unión que se forjó en el desinterés y el renunciamiento más ejemplar, como símbolo de que una nueva era surgía en nuestra patria. […] Así, de una forma admirable, comenzamos a recorrer el nuevo camino, sin caudillos, sin personalismos, sin facciones, en un país donde históricamente la división y el conflicto de personalidades fue la causa de grandes derrotas políticas. Como el Partido Revolucionario Cubano de la independencia, hoy dirige nuestro Partido la Revolución. Militar en él no es fuente de privilegios sino de sacrificios y de consagración total a la causa revolucionaria. Por ello en él ingresan los mejores hijos de la clase obrera y del pueblo, velando siempre por la calidad y no por la cantidad. Sus raíces son las mejores tradiciones de nuestro pueblo, su ideología es la de la clase obrera: el marxismo-leninismo. Él es depositario del poder político y garantía presente y futura de la pureza, consolidación, continuidad y avance de la Revolución. Si en los tiempos inciertos del 26 de Julio y en los primeros años de la Revolución los hombres jugaron individualmente un rol decisivo, ese papel lo desempeña hoy el Partido. Los hombres mueren, el Partido es inmortal».
Para elegir a su militancia el PCC sigue el mismo procedimiento que el PURSC, es decir, los trabajadores son nominados a la cantera, de la cual el Partido selecciona a sus miembros por sus compañeros de trabajo en asambleas realizadas en los mismos centros de trabajo. En la elección de su militancia, pues, intervienen ampliamente las masas. Algo muy diferente a lo que ocurre en la mayoría de los países del mundo que, para afiliarse a cualquiera de sus existentes partidos, solo es suficiente con acudir a una de sus sedes, facilitar los datos personales y pagar sin atrasos las cuotas mensuales.
Los enemigos de la Revolución argumentan ridículamente y a menudo, para tratar de desacreditarla, que en Cuba sólo existe un partido político; como si la existencia de varios partidos en un sistema sociopolítico fuese sinónimo de pluralidad y democracia. La pluralidad de pensamiento no tiene necesariamente por qué manifestarse a través de los tradicionales y podridos partidos políticos. Con Batista como presidente, en Cuba había catorce, pero la pluralidad y la democracia brillaban por su ausencia. Lo que no dicen, además, es que el Partido Comunista de Cuba no postula ni interviene para nada en los procesos electorales del país revolucionario, porque el PCC, muy al contrario de lo que ellos exigen que debe ser, no es un partido electorero, y además permanece ajeno a la politiquería, la demagogia y el clientelismo al que de manera permanente incurren la inmensa mayoría de los partidos en el mundo.
La Constitución Socialista de la República de Cuba -cuyo proyecto fue discutido prácticamente por toda la población y aprobada, en 1976, por el 97,7% del electorado, con una participación en el referéndum del 98%- otorgó al PCC el papel de fuerza rectora principal de la sociedad cubana. Luego, como se puede observar, el PCC no es una imposición, sino la voluntad popular, el resultado natural y democrático de las condiciones del proceso social.
El PCC cumple su cometido estrechamente ligado al pueblo, ya que siempre somete a consideración las principales líneas políticas a las masas. Un ejemplo claro es el que se está viviendo actualmente. En 2007, el compañero Raúl Castro, en su por aquel entonces condición de Presidente interino, hizo un llamado a la población de todo el país para que se manifestara sobre temas que fueran de su interés. Este proceso se llevó a cabo durante los meses de septiembre y octubre, y la información obtenida se recopiló en noviembre; de modo que, realizado el resumen de la misma y antes de acabar el año, el Partido se dedicó a analizarlo.
Añadiré que en las reuniones participaron por encima de 5.100.000 personas, y que, a través de sus 3.255.000 intervenciones, concretaron la cantidad de 1.301.203 planteamientos que, como dijera Raúl el primero de agosto del pasado año, «han resultado muy útiles para el trabajo posterior de la dirección del país»; un trabajo, por cierto, que ya está dando sus frutos. Para los que aún creen que en Cuba el pueblo no decide ni aporta nada en las decisiones que toman sus dirigentes, este es un claro ejemplo de que están equivocados. Tampoco aciertan cuando dicen que el cubano es un pueblo sumiso; del 1.301.203 de los planteamientos recogidos y analizados, el 48,8% fueron críticos.
Lo que no se debe confundir es la crítica con la calumnia, que son dos cosas muy diferentes. La dirección del proceso revolucionario siempre ha querido una población crítica; seres pensantes, no seres meramente conducidos. Y ha trabajado durante todos estos años para que así mismo sea. Y es que la Revolución, que además de marxista-leninista también es martiana, hace rato que asumió el significado de estas palabras del Apóstol: «Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero [y esto es muy importante] con un solo pecho y una sola mente«.
«El Partido ha contado y cuenta con esos poderosos brazos -recurro nuevamente a las palabras de Fidel- que constituyen las organizaciones de masas. Ellas son incuestionablemente el enlace que asegura su más estrecha vinculación con las amplias masas». También expresó acertadamente que «detrás de nuestro Partido está el pueblo entero«.
Si cincuenta años hace ya que se presentó el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el teatro Chaplin -hoy Karl Marx- de La Habana, los mismos hacen que el Comandante en Jefe, durante el mismo acto, leyó la conocida y emotiva carta de despedida del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara. La misiva fue entregada sin fecha el 1 de abril de aquel año, antes de partir hacia el Congo, para que Fidel pudiera hacerla pública en el momento que lo considerara más conveniente.
Por otra parte, un día después de éste hecho tan importante en la historia de Cuba y producto de la fusión de los periódicos Revolución, que era el órgano del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, y Noticias de Hoy, órgano de PSP, se editó por primera vez el Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba: el Diario Granma.
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