La reacción enardecida, pletórica de un provincialismo latifundista del siglo XIX, con el que la clase dominante y dirigente de Colombia (también llamada por Jorge Eliécer Gaitán Oligarquía Vendepatria) ha recibido el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya sobre el diferendo colombo- nicaragüense; lo único que está demostrando al mundo […]
La reacción enardecida, pletórica de un provincialismo latifundista del siglo XIX, con el que la clase dominante y dirigente de Colombia (también llamada por Jorge Eliécer Gaitán Oligarquía Vendepatria) ha recibido el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya sobre el diferendo colombo- nicaragüense; lo único que está demostrando al mundo es la caducidad política y la ignorancia de esta clase montada en el Poder por el general Francisco de Paula Santander en 1830, a la muerte del Libertador, y que desde entonces ha regido a sangre, fuego y demagogia, los destinos de Colombia.
Las dos fracciones de esta clase social dominante, que actualmente están enfrentadas por intereses sobre la renta de la tierra, nudo gordiano de la estructura económica de Colombia, tienen también diferencias políticas de matices en cuanto a dicho fallo: Una fracción liderada por el gamonal de las sombras Uribe Vélez, quien haciendo causa común con el actual ministro de defensa Pinzón el bueno, ha iniciado desde ya una campaña retrógrada, aislacionista y mentirosa para desconocer el fallo proferido en la Haya, «asumiendo todas las consecuencias» que se puedan derivar del uso de las armas contra el hermano pueblo nicaragüense, al que tildan de caterva de comunistas.
La otra, la dirigida por el presidente Santos, sus ministros y políticos bipartidistas de la Unidad Nacional, tratando de ganar un tiempo perdido o de corregir un error con otro más grande, como si fueran un avestruz; proponen en el máximo grado de la ignorancia diplomática y oscurantismo político, meter la cabeza en la arena y retirarse de la Corte Internacional de Justicia y demás organismos internacionales, como si con ello se suspendiera el fallo emitido y se regresara al pasado feliz; argumentando con una simpleza de colegiala que; «!Nicaragua va por más. Va por San Andrés!», tal y como lo acaba de decir sin rubor la canciller Holguín, en el «recinto sagrado de la democracia colombiana».
Ignorancia supina que oculta deliberadamente dos cosas:
1- La definición tan diciente como simple que de si misma da la CIJ: «La Corte Internacional de Justicia es el órgano judicial principal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Está encargada de decidir conforme al Derecho Internacional las controversias de orden jurídico entre Estados y de emitir opiniones consultivas respecto a cuestiones jurídicas que pueden serle sometidas por órganos o instituciones especializadas de la ONU» . http://www.icj-cij.org/homepage/sp/
2- El carácter de sus miembros y de sus fallos internacionales: … «Pueden recurrir a la Corte, en materia contenciosa, todos los Estados que sean parte en su Estatuto, lo que incluye automáticamente a todos los Miembros de las Naciones Unidas. Un Estado que no sea Miembro de las Naciones Unidas puede llegar a ser parte en el Estatuto de la Corte en las condiciones que en cada caso determine la Asamblea General de la ONU por recomendación del Consejo de Seguridad. Nauru es el único Estado no Miembro que es parte en el Estatuto.
En lo que concierne a las partes, un juicio de la Corte es vinculante, final y sin posibilidad de apelación y, como consecuencia de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, cada Estado Miembro de las Naciones Unidas (ONU) se compromete automáticamente a obedecer cualquier sentencia de la Corte Internacional de Justicia en un asunto en el cual sea parte. Asimismo, la Carta de las Naciones Unidas contempla en su artículo 94 párrafo segundo la posibilidad de los Estados de recurrir frente a un incumplimiento de una resolución de la Corte al Consejo de Seguridad, el cual tiene la potestad de hacer recomendaciones o dictar medidas con el fin de que se cumpla lo fallado por parte de la Corte en el caso particular». http://es.wikipedia.org/wiki/Corte_Internacional_de_Justicia
Mientras los mal llamados «padres legisladores de la patria» se debaten en un verdadero esperpento diplomático, construcción máxima de la demagogia oligárquica colombiana, que retraerá nuestro país al siglo XIX; han desconocido que la Corte Internacional de Justicia de conformación Trasnacional (15 jueces, 10 de las grandes potencias centrales como EEUU, Francia, Inglaterra, Japón, China, Rusia, Italia, México, India, Brasil, Nueva Zelandia y 4 países periféricos de relleno), ubicada en una de las ciudades más cosmopolitas de uno de los países más universales de Europa; con este fallo le ha mandado a la dirigencia colombiana un mensaje de transnacionalización definitiva, que los oligarcas dominantes ignoran o no han entendido: ¡Se integran de forma directa al Caribe, o perecerán como clase opuesta al progreso!
Y en lugar de seguir mirándose el ombligo en Bogotá (la tenaz suramericana) a dos mil seiscientos metros sobre el nivel del mar y perder tiempo valioso en debates bizantinos y demagógicos; debieran hacer desde ya lo que la realidad actual y futura ordena: una integración de pequeñas patrias en una Patria Grande, como lo enseñó nuestro padre Simón Bolívar.
Un acuerdo DIRECTO Y DEFINITIVO de beneficio mutuo de los intereses colombianos con los nicaragüenses; por ejemplo doble nacionalidad permanente para los sanandresanos y raizales. Libre movilidad por todos los países confluentes. Explotación petrolera conjunta de Ecopetrol y la empresa estatal de Nicaragua, junto con otros países caribeños que deseen participar. Acuerdos mutuos definitivos, permanentes y de largo plazo para la pesca, de comunicaciones, aéreos, de seguridad, de comercio, etc y en fin, un acuerdo de verdadero desarrollo Soberano para toda la Zona.
Pero no. Según la arcaica ideología latifundista de la intolerancia dominante en Colombia, de resolver cualquier divergencia mediante las armas y el extermino del contrario; la Oligarquía Vendepatria toca a redoble el tambor de la guerra y el atraso del aislamiento internacional, quizás hasta que una nueva configuración y alianza de clases populares y progresistas entre a regir el destino soberano de Colombia y, realice latan anhelada integración caribeña de la Patria Grande.
Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.
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