La situación es más embarazosa de lo que parecía. Paulino Rivero, a cuenta de la trama eólica del PP, ha tenido que salir a la palestra para decirnos que no pensemos estupideces y que los casos de corrupción se deben ver con normalidad. Sus palabras tienen lógica pues alguien que ha vivido tan de cerca […]
La situación es más embarazosa de lo que parecía. Paulino Rivero, a cuenta de la trama eólica del PP, ha tenido que salir a la palestra para decirnos que no pensemos estupideces y que los casos de corrupción se deben ver con normalidad. Sus palabras tienen lógica pues alguien que ha vivido tan de cerca innumerables «casos» -ni falta hace detallarlos- tiene que ir acomodando su ética a ese hedor que desprenden, como a los empleados que limpian las cloacas se les debe atrofiar -para su bien- la percepción olfativa, a nuestro prócer se le ha debido olvidar que la normalidad democrática es diametralmente distinta a la realidad que se vive en las islas desde hace mucho tiempo.
Resulta curioso observar cómo Rivero carga las tintas corruptas contra PP y PSOE inculpándose de inocencia: «No hay que meter el dedo en el ojo del PP, ni mirar al PSOE por los casos que tuvo…» Su atrofia ética parece haber sido también la causante de tanta desmemoria, ya ha olvidado que preside el partido que gobierna Canarias desde la eclosión de los primeros «casos». Aunque puede que sí sea necesario recordarle algunos de los más sonados como el Icfem, Saturno-Tindaya, Aeromédica, etc., incluso este último del concurso eólico ¿o es que acaso Luis Soria no era Consejero de Industria en un gobierno presidido por su compañero Adán Martín?
Sí, señor Rivero, hay que dejar hablar a la Justicia, pero son tantos los corruptos que han quedado sin condena y tantos los casos de corrupción silenciados, olvidados o simplemente cerrados en falso que, si no se quiere ser estúpido, se debe pensar que la corrupción campa impune con el beneplácito del Poder. ¿O acaso usted conoce algún empresario importante condenado por pagar comisiones? Por tanto, hablar de normalidad cuando se está socavando el Estado de Derecho es la constatación de que usted y su partido se hallan muy cómodos en ese proceloso mar de legalidad que permite ilegítimamente la corrupción, que genera la RIC, que expropia lo comunal para beneficio de familiares y amigos. Tendremos que ver como normal que se hayan creado más de 10.000 empresas sin asalariados, o que un Cabildo pague el triple de lo que vale un inmueble, que un magistrado asesore a un narcotraficante o que se comercie, como moneda de cambio, con una comisión de investigación parlamentaria.
El simple hecho de que usted hable de democracia enturbia aún más la realidad, y si encima asegura que se debe creer en los mecanismos de vigilancia y en las instituciones, aún sabiendo que el control democrático de los mismos está totalmente mediatizado por una injusta ley electoral a la que ustedes no quieren cambiar ni una coma y en la que los topes y paridades alejan cada vez más la democracia, habrá que articular urgentemente los mecanismos necesarios para acabar de una vez con ese conglomerado político-empresarial que ha configurado esta triste realidad.
Ese concepto de normalidad que usted utiliza puede explicar cómo a iniciativa suya la empresa pública Gestur, dedicada a la gestión urbanística, se ha puesto al servicio de un grupo de empresarios a los que, imbuidos por un irrefrenable espíritu «solidario», les ha dado por socorrer al C.D. Tenerife, aunque algo tendrán que ver los recalificados terrenos de la ciudad deportiva de Geneto. Pero bueno, eso es lo normal.
En este mundo al revés, lo anormal sería que toda esa solidaridad que vociferan fuera utilizada para crear puestos de trabajo estables, justamente remunerados y asistencialmente bien dotados. Anhelar esto no es ninguna estupidez…