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Paz y participación de la sociedad: Algunas interpretaciones sobre las posiciones del ELN

Fuentes: Rebelión

Un elemento central de la solución a los conflictos es la participación de la sociedad en el proceso de paz. La legitimidad y sostenibilidad a los acuerdos se afianza con una propuesta inclusiva de la sociedad tanto en las negociaciones como en el proceso en su totalidad. Ella permite establecer e implementar reformas estructurales para […]


Un elemento central de la solución a los conflictos es la participación de la sociedad en el proceso de paz. La legitimidad y sostenibilidad a los acuerdos se afianza con una propuesta inclusiva de la sociedad tanto en las negociaciones como en el proceso en su totalidad. Ella permite establecer e implementar reformas estructurales para resolver las desigualdades de orden social, económico, político, religioso, étnico o de exclusión y discriminación que han dado origen al conflicto armado.

En las últimas conversaciones de paz realizadas en Colombia quien más ha insistido en la importancia de la participación protagónica de la sociedad para encontrar soluciones al conflicto ha sido el Ejército de Liberación Nacional – ELN-. Esta propuesta de inclusión de la sociedad no es nueva: En el pasado la organización insurgente habló de la realización de una Convención Nacional que debía conducir a un gran Acuerdo Nacional. En 1997 Manuel Pérez Martínez afirmaba que la Convención Nacional debía ser «un gran encuentro de todos los colombianos, de todos aquellos que representan diferentes sectores sociales, económicos, políticos, de la ciudadanía»1. En su propuesta el ELN afirmaba que era necesario establecer un diálogo directo con sociedad en todas sus manifestaciones.

En las más recientes declaraciones hechas por la dirección de la organización guerrillera ha quedado clara una vez más la importancia que dan a la participación de la sociedad, en especial la de aquellos sectores históricamente excluidos. Al respecto el Comandante Nicolás Rodríguez afirma que «un proceso de paz en donde la sociedad no tenga una participación protagónica y que los asuntos del modelo no se puedan discutir, no es ni paz ni proceso de paz»2.

En la Agenda pactada en las actuales negociaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN se destaca que el primer punto a abordar sea el de determinar cómo será la participación concreta de la sociedad. Para los insurgentes «el protagonismo democrático de la sociedad debe servir para identificar las causas de la confrontación armada y la elaboración participativa de las soluciones». Al respecto han manifestado, «que el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve»3.

Aunque la guerrilla del ELN no ha proporcionado mayores detalles sobre el contenido de la Agenda, por la rigurosidad con la que han respetado el compromiso de no filtrar información y respetar la palabra empeñada, se puede interpretar que la profundidad con la que se desarrollen los otros temas de la Agenda, va a depender de la forma como se concrete la participación. Se puede suponer además que el tema de la inclusión de la sociedad va a ser transversal al desarrollo mismo de la Mesa, en especial en lo que tiene que ver con los otros puntos acordados: democracia y transformaciones necesarias para la paz y en el tema de víctimas.

Ser con otros y participación

Esta visión participativa de construcción de paz se encuentra en consonancia con lo que han sido las evoluciones tácticas y estratégicas de una organización insurgente que reivindica en su trabajo político – organizativo la construcción del poder popular y ha hecho suya la consigna «el pueblo habla y el pueblo manda». El ELN no se reivindica como vanguardia única y ha hecho del ser con otros y con otras el fundamento de su accionar y de la búsqueda de salidas a la crisis que vive Colombia. Este hecho se refleja también en la relación con la población de las regiones y de los sectores en donde se inserta. Allí no ha sido un actor armado más, sino también un organizador de la población que acompaña y ayuda a desarrollar la vida social y comunitaria. Esta concepción de la lucha política le ha valido también el respeto de sectores muy diversos de la sociedad colombiana.

La consigna del «ser con otros» sectores u organizaciones – adoptada oficialmente por el ELN en el IV Congreso en 2006 – se inspira en los planteamientos de Camilo Torres en torno a la unidad y al rol de la «clase popular» y busca la participación protagónica de los movimientos sociales, políticos, gremiales, etc. para cambiar el país reconociendo y haciendo efectivos los derechos de la población. Se trata como lo expresaba el sociólogo Orlando Fals Borda de trabajar para la edificación de una «utopía pluralista y participativa»4.

El proceso de paz y la ausencia de democracia

En Colombia la democracia tiene importantes limitaciones como lo demuestra el hecho de que a la oposición social y política no se le ha permitido ejercer libremente sus derechos. A través de mecanismos diversos, que van desde su exterminio hasta la persecución judicial o la inhabilitación política, se les ha eliminado, marginalizado, expulsado de sus territorios o de su país. Los sectores más conservadores de la sociedad colombiana, y buena parte de esa oligarquía que ha ejercido el poder en la nación suramericana, tienen como estrategia desconocer el conflicto social y a darle un tratamiento militar a la oposición política, considerada según esa visión como integrada por delincuentes o terroristas. En Colombia existe históricamente una tradición, muy sutil e igualmente perversa de limitar o inutilizar las libertades sin tener que recurrir a un golpe de Estado. El ELN manifiesta que alcanzar una democracia plena, apta para implantar la paz, sólo será posible si es la sociedad en pleno quien la asume, a partir del principio de que la paz con justicia social y equidad, son cambios.

Según el ELN la falta de legitimidad del Estado lo lleva a tener que acudir al autoritarismo para someter el descontento social y a no reconocer que en Colombia no hay espacios para una vida plena de participación ciudadana. Considera la guerrilla del ELN, que el Estado colombiano no entiende o no acepta que la ausencia de democracia es lo que da pie a la insurgencia y que sin democracia será muy difícil aclimatar la paz. Afirman, que para evitar que el Estado siga siendo de minorías, que no representan a la sociedad en su conjunto, hay que abrirlo a la participación y construir democracia para alcanzar la paz5.

En el tema de los cambios sociales necesarios para la paz, el rol protagónico de los actores sociales debería ser útil – según la comandancia insurgente – para identificar cuáles son los aspectos a cambiar para superar problemas como la pobreza, las desigualdades sociales o las exclusiones tanto a nivel nacional como en las regiones directamente afectadas por la guerra.

En diversos momentos la guerrilla ha afirmado que la paz debe ser un proceso que abra camino a cambios profundos que transformen las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales que originaron el levantamiento armado como forma de resistir y luchar por la concreción de un país incluyente en donde las mayorías sean las protagonistas del presente y futuro del país.

Una voz autónoma y auténtica para la sociedad

El Ejército de Liberación Nacional manifiesta de manera contundente, que la organización no puede negociar en nombre de la sociedad colombiana y que «la paz no puede ser un ejercicio académico o la firma de papeles en intercambios para acuerdos de conciliábulos»6. Con ese protagonismo activo de la sociedad, para ellos, la paz tendrá futuro. Según el ELN la paz no será posible si el gobierno y el Estado no dan las garantías para la participación protagónica de la sociedad, en particular, pero no sólo, de las mayorías excluidas desde siempre del poder. La participación social según su concepción debe ser real y amplia en el tiempo porque no se trata de correr, sino de actuar para que se encuentre solución a un conflicto de más de 65 años que tiene sumida la sociedad en su más profunda crisis.

El maestro Estanislao Zuleta decía que «para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos». Agrega el Maestro Zuleta que «la erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal – en el amor y la amistad – ni en la vida colectiva» y precisaba que el propósito debería ser «construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo»7. En Colombia no ha sido así: generaciones de mujeres y hombres han sido aniquiladas y perseguidas por buscar justicia y equidad y como respuesta a esas diversas hostilidades de las que han sido víctimas muchas de esas personas se han organizado y levantado en armas. Resolver los problemas sociales y políticos sin tener que recurrir a la violencia es el desafío que tenemos.

De manera similar el ELN considera que actuar de manera responsable, para evitar nuevas frustraciones exige entender que los conflictos son parte inherente de la vida de las sociedades, mucho más en Colombia, en donde existen diversidad de pueblos, culturas, regiones y clases sociales. Los cambios que se necesitan deben configurar una nueva relación entre el Estado y la sociedad, en donde los conflictos se resuelvan en forma política, sin necesidad del uso represivo de la violencia. Para el ELN nunca existirá un postconflicto porque la paz no es la ausencia de conflictos, sino el tratamiento político de ellos.

Una solución política del conflicto colombiano será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del mismo. De tal reconocimiento se desprende la necesidad de cambios estructurales que conduzcan al desarrollo de medidas o de reformas que remuevan las causas del mismo. Esos cambios se deben realizar sin dilaciones o esperas. El ELN considera que la paz no es un problema de simulacro político y manejo mediático, con una dosificación que el establecimiento va entregando a la sociedad de acuerdo a los intereses del Estado o del mismo Ejecutivo. Es necesario que exista una política de Estado que dé un manejo abierto de las Mesas de paz, que motive y reconozca que hay otras formas de entender y construir el país, lo que implica escuchar al conjunto de la nación y resolver los problemas que la afectan.

En relación con el contenido y desarrollo de la Agenda y la existencia de temas vedados afirma la insurgencia que se debe establecer un temario que abra y permita a la sociedad colombiana por sí misma identificar y definir el país que sueña y que es posible hacer realidad. Nadie – dice el ELN – debe negociar en nombre de la sociedad o suplantarla. Considera la insurgencia que un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos. Concluyen enfatizando que hacer un correcto uso del tiempo en la construcción de una agenda y de su diseño para una solución es esencial en cualquier diálogo.

La organización insurgente demanda con participación de la sociedad realizaciones inmediatas, medibles. Que la sociedad pueda gozar de inmediato de transformaciones en su vida cotidiana, como garantía de que sí hay un cambio en el establecimiento. No solo repetir promesas8.

Esta propuesta, de inclusión de la sociedad, no ha sido asumida por el conjunto de la sociedad colombiana en pleno y pareciera que toda la responsabilidad de la participación de la sociedad en este proceso debería ser definida por los actores armados. Probablemente las limitaciones de la democracia colombiana y los riesgos en su integridad física, su libertad y la seguridad de sus procesos que tienen los actores sociales colombianos para tratar de construir caminos de diálogo no proscritos entre ellos y las insurgencias expliquen esta situación. Un proceso de paz con participación de todos los sectores, incluidas además de las élites, a los procesos y colectividades secularmente excluidos y a los opositores a la paz, permitirá el arraigo y el carácter incluyente que este debe tener. Para concretar este proceso se requiere una mayor difusión de lo que sucede en el proceso entre el ELN y el gobierno colombiano, unas prácticas pedagógicas que legitimen la búsqueda de la paz y un diálogo abierto que incluya a la sociedad colombiana tanto en el interior como en el exterior. Se pone al orden del día la pregunta de cómo entendemos y hacemos efectiva la participación de la pluralidad del país?

Notas:

1  En Carta pública del ELN a las Primeras Jornadas por la Paz y los Derechos Humanos en Colombia. Dirección URL http://www.cedema.org/ver.php?id=5952 (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

2  En Resumen Latinoamericano Entrevista a Nicolás Rodríguez Bautista Dirección URL http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/02/23/resumen-latinoamericano-entrevista-a-nicolas-rodriguez-bautista-comandante-maximo-del-eln-de-colombia/ (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

3  En «Antonio García, jefe militar del ELN, revela que ya acordaron con el Gobierno una agenda de 6 puntos» Dirección URL http://www.canalcapital.gov.co/todos-los-programas/145-informativa/noticias-destacados/15932-exclusivo-el-primer-cafe (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

4  En Colombia Rebelde N° 9. Página oficial del ELN. [En línea]. Dirección URL http://www.eln-voces.com/descargas/colombia/colreb_009.pd (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

5  En «Ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos de paz» Entrevista con Antonio García [En línea]. Dirección URL http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195230 (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

6  En «¿Cómo Puede Aparecer La Paz En Colombia?» Página oficial del ELN. [En línea]. Dirección URL http://www.eln-voces.com/index.php/voces-del-eln/comunicados-entrevistas/entrevistas/141-como-puede-aparecer-la-paz-en-colombia (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

7  En Zuleta E. (2005). Sobre la guerra en Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Ed. Hombre Nuevo Editores Cuarta edición 06.2 005 p. 29-20.

8 Ibidem. 5.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.