Esa vez estuvo asequible, lo percibí cercano y sin una pizca del juicio hacia la periodista tonta de la que hace mención a veces (refiriéndose a un tipo de entrevistadora con la que suele ironizar). Pedro Segundo Mardones Lemebel, conocido como el escritor Pedro Lemebel, falleció la madrugada del viernes 23 de Enero del presente […]
Esa vez estuvo asequible, lo percibí cercano y sin una pizca del juicio hacia la periodista tonta de la que hace mención a veces (refiriéndose a un tipo de entrevistadora con la que suele ironizar).
Pedro Segundo Mardones Lemebel, conocido como el escritor Pedro Lemebel, falleció la madrugada del viernes 23 de Enero del presente año, de un cáncer a la laringe. Para recordarlo, desenpolvamos la conversación que tuvimos con él en Puerto Montt el año 2003: Habla de las mujeres, el amor, el aborto, la sexualidad y el género, y denuncia a cierta prensa interesada en marginalizarlo para aislarlo y/o cooptarlo.
¿En tu opinión por qué se te permite un espacio de éxito justamente a ti?
– ¿Por qué a mí? ¿A la peor de todas?…
Sí.
– Me lo he ganado y mi cuerpo y mi cabeza y mi corazón, saben de esa lucha, conocen de esos rasmillones. La vida no me ha dado nada, todo me lo he conseguido con esfuerzo y con trabajo. Además, culo y corazón no me han faltado.
No dudo de tu trabajo, sin embargo…
– Tú estai’ hablando de la cooptación entonces…
Sí.
– ¡Por qué esa preocupación constante conmigo!: «¿En qué momento Lemebel va a pasar a ser sistémico?»… Es, cierto, es muy difícil mantenerse en este borde en el que me muevo. Es fácil que te coopten, que te den el lugar y te arrinconen ahí mismo…
Bueno, tú lo has dicho, por eso la preocupación.
– Y por eso mismo yo sospecho de ciertas connotaciones como la de «marginal». Yo sospecho de esas ubicaciones que te asigna el poder: «Escritura marginal». Es como a los homosexuales: «les damos permiso para existir, pero en sus discotecas, en sus movimientos, en la noche, en sus peluquerías». Ahí solamente y que hablen sólo de homosexualidad. El problema es que yo me excedo y hablo de todo. ¿Por qué no puedo hablar de otros temas? ¿Por qué no puedo tener opinión por ejemplo, frente al aborto?…
¿Cuál es?
– Que la decisión está en la mujer porque es su cuerpo el que carga la vida.
El cuerpo es de la mujer y ella decide su aborto o su parto, ¿eso?
– ¡Por supuesto!
«A la mujer no me le niego»
Hablando del cuerpo, su postura no es cristiana: «El cuerpo tiene una memoria propia. A veces el cuerpo te tira, la cabeza te dice que no, pero el cuerpo se te arranca desde la memoria agredida, desde una corporalidad homosexual, transexual. Sexual en el fondo», reflexiona.
¿Sólo sexual, no homosexual?
– Sí, sólo sexuado. Y más allá de la homosexualidad, la heterosexualidad, la transexualidad.
¿Qué sería lo masculino y lo femenino entonces?
– Juicios. Más allá de los estereotipos, de las polaridades hombre/mujer, homosexual/heterosexual, hay «Entres» y en esos paréntesis hay muchas sexualidades, incluso sexualidades por venir. El asunto es el Género, las políticas de Género provocan tanto escozor en los sistemas de poder porque liberan el cuerpo a una definición propia, al hecho de que cada sujeto tiene una sexualidad propia, única.
Las definiciones de femenino y masculino están demás…
– Yo estoy «Entre». Tampoco puedo caer en el error de estancarme en una definición. Mi sexualidad está en proceso. Por eso yo digo que a la mujer no me le niego, hasta el momento no he tenido experiencias sexuales con mujer, pero no niego ese devenir…
¿Te gustan las mujeres?
– Por su puesto, las amo, no tengo amigas, tengo amores. Mujeres importantes, mujeres sencillas, mujeres anónimas. Son los amores más fuertes que tengo. Creo que siempre fui una oreja copuchenta entre las faldas de las mujeres. Ahí aprendí todo lo que sé, toda la información que tengo, es producto de ese discurso soterrado que manejan. Ese discurso oblicuo. Cuando dos mujeres barren la vereda y, aparentemente, están conversando trivialidades, en el fondo, están intercambiando información.
¿Y qué rol le queda al varón, al macho?…
– Yo creo que el problema más serio es precisamente para el varón, para esa obcecada porfía de definirse sólo varón. El problema es para ellos, porque la mujer está en un repensarse, el hombre no tiene que hacer ese ejercicio porque él es el poder, él siempre estuvo en el poder, entonces no tiene que hacer esfuerzos y se pierde en eso. «Las minorías» en cambio, necesitan hacer ejercicios estratégicos.
Tú dices, algo así como lo que plantea el marxismo para el proletariado, que es la única clase que puede hacer la revolución porque la necesita…
– Exacto, el poder no necesita cambiar nada, no le conviene. Son las minorías las que necesitan cambiar el sistema. Y cuando hablo de minorías no hablo en sentido matemático, sino de situación de opresión, de desventaja con el poder.
Entonces la sexualidad y el género, son políticos…
– Sí, de políticas del cuerpo y el deseo. El Deseo es político. Los saqueos a los supermercados de masas hambrientas son un gesto político. El elemento puro de la política sería el deseo, el hambre, la necesidad de amor. A lo mejor caemos en fundamentalismos, no importa, son fundamentalismos estratégicos. Por ejemplo, un indio frente a un gringo nunca lo mira a los ojos. Y el gringo dice. «¡Oh, este indio ser humillado, no mirar de frente!». Pero el indio no lo mira de frente para que el gringo no descubra lo que está pensando. Es una estrategia. Es lo mismo cuando yo me encuentro con un homofóbico, soy triplemente maricón, soy enferma de maricón, porque estoy en mi territorio y me manejo en ese territorio donde el homofóbico no puede entrar. Son sistemas defensivos del débil.
Y del resentido
– Obvio. Yo no tengo miedo a la palabra resentimiento, yo escribo con ese material.
victoria aldunate, lesbofeminista, autónoma, escritora, terapeuta
http://www.facebook.com/pages/Puntada-Con-Hilo-Comunicaci%C3%B3n-Feminista/180046102119386
* Esta conversación surge en una entrevista hecha en el contexto de la Feria del Libro de Puerto Montt organizada por el Centro de Extensión de la Universidad de Los Lagos, Puerto Montt, Junio 2003.