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Peña Nieto y Uribe-Santos son idénticos

Fuentes: Rebelión

No es un secreto para nuestros pueblos la cercanía ideológica y política de las dos clases dominantes, que las hace actuar simultáneamente con estrategias guerreristas contra los hijos de Zapata y de Bolívar. Las oligarquías cercadas y aisladas socialmente buscan alguna legitimidad utilizando como pretexto la guerra contra el narcotráfico, o la «pacificación de sus […]

No es un secreto para nuestros pueblos la cercanía ideológica y política de las dos clases dominantes, que las hace actuar simultáneamente con estrategias guerreristas contra los hijos de Zapata y de Bolívar.

Las oligarquías cercadas y aisladas socialmente buscan alguna legitimidad utilizando como pretexto la guerra contra el narcotráfico, o la «pacificación de sus países», pero pasando por encima de las soberanías nacionales, y arremetiendo contra los derechos históricos de sus pueblos, que rebeldes no cesarán sus luchas que amenazadas por el militarismo, los gendarmes, o el para-militarismo, que amedrentan, criminalizan, o desaparecen a l@s luchador@s sociales acusados de terroristas, narcoterroristas o vándalos, desde las corruptas, y ( penetradas por el narcotráfico) , instituciones de los dos países.

Los gobiernos en su desesperación por mantener el sistema, utilizan «sus guerras», para conservar el poder, y «disuadir», las expresiones de descontento popular.

Las herramientas predilectas que han usado estos regímenes siameses son los medios de comunicación hegemónicos, los monopolios y «supra-poderes», que están por encima de las «instituciones», y de la sociedad, cercenando la libertad de expresión de los individuos, que como Televisa, TV Azteca, Caracol o RCN , entre otros, quienes «aceitan» los engranajes del poder ocultando a los verdaderos responsables de la miseria, la criminalidad, el exterminio, y el despojo contra los pueblos, sus riquezas y sus extensos territorios hoy en disputa entre las multinacionales, las burguesías , y las crecientes , diversas y plurales luchas sociales que se desarrollan en los dos países.

Sin embargo, como parte de los instrumentos de sojuzgamiento, los estados comparten «experiencias exitosas» como el para-militarismo, el «PLAN COLOMBIA o el PLAN PUEBLA PANAMA, » los tratados de libre comercio», o su hipocresía diplomática que recurre a reconocer el respeto a los derechos humanos, la no intervención, y la soberanía; – entre otras argucias jurídico-diplomáticas-, que no modifican de fondo el poder criminal , ni la alianza perversa entre narcotráfico, imperio y fuerzas armadas, que actúan desde los comandos imperiales, re-articulando a otras derechas, y asistiéndolas en el terreno concreto para legalizar sus capitales, o interactuar en terreno operacional de manera conjunta, por ejemplo en el caso del «mejor policía del mundo», el general Naranjo, otrora consejero táctico de Peña Nieto.

Militarizar nuestros países, despojarlos de sus recursos, dejar que la gobernabilidad quede en manos de los «servicios de espionaje o de inteligencia» nacionales o imperialistas con bases norteamericanas in situ, o no, atestiguan la servidumbre de unas fuerzas militares y policiales muy poderosas, corruptas, y profundamente penetradas por el narco; inter-dependientes, y dirigidas desde luego del pentágono, como aliadas a las clases dominantes, que siguen en el poder reivindicando el Estado de derecho, el patriotismo, o el uso legítimo de la «violencia legítima por parte del Estado».

Vallas, grandes dispositivos militares y policiales, ejercicios militares y paramilitares conjuntos, readecuación del aparato judicial, y de las procuradurías, femenicidios, fosas comunes, condecoraciones a criminales, «asesorías» israelíes, Inglesas y gringas, han tenido como objetivo aplastar las intensas luchas sociales que van adquiriendo en México y Colombia «mayoría de edad», y temor en los sectores minoritarios «más acomodados» que ven en el pobrerío una amenaza para el poder.

Las luchas contra la guerra, o el despojo por la «locomotora minero energética» en Colombia, y en México contra el «clúster energético», o «clúster minero-petrolero», la concesión de territorios mineros a las empresas multinacionales, la «reforma petrolera», educativa o financiera, o los agro-negocios, las crisis y el saqueo recurrente y privatizador en las instituciones públicas de salud, IMSS, ISSSTE o ISS ,- entre otras- , son una realidad que nos hermana como pueblos, y que legitima nuestras luchas contra la recolonización, la exclusión y la discriminación histórica de nuestras naciones, hoy es respondida con la resistencia, la organización y la unidad de las luchas de manera más tangible.

Las rutas privatizadoras de los recursos naturales de Colombia y México, tienen que ver con la defensa en la que están comprometidos políticos, militares, y el sector privado con el modelo neoliberal, pues son precisamente las mafias del sector privado nacional y extranjero quienes prácticamente controlan la industria petrolera, unos con un discurso «no privatizador», en México, o abiertamente expoliador, y de «refinerías de mercado», en Colombia; mientras, los dueños del poder vienen haciendo hace muchos años actividades directas en toda la cadena del petróleo, el gas y el resto de los hidrocarburos, con un ejército contratistas y proveedores, haciendo que no haya eslabón de la cadena petrolera , que no esté invadida por particulares imperialistas fundamentalmente.

Son las «cinco hermanas», y hoy Halliburton, Repsol, Schlumberger, Bergensen, Worlwide Limited, Lewis Energy, Baker Hughes, Bosnor, Keppel Offshore and Marine USA y China Petroleun, -entre otras-, que en México y Colombia están en todo, explotación y producción de gas, perforación de pozos en el mar, provisión de barcos y unidades flotantes de producción, almacenamiento y descarga de petróleo, generación de electricidad, entre otras actividades.

Y claro, los dueños del poder como Carlos Slim, el Sindicato Antioqueño, o los grandes narco-empresarios, son quienes también se llevan la «mayor parte del pastel».

Devastar a nuestros países es la ruta del capitalismo, Santos-Uribe, y Peña Nieto entregan educación, salud, telecomunicaciones, y/o los territorios por donde discurre la riqueza estratégica de nuestros pueblos, no les importarán los costos sociales, ni políticos; pero -seguramente-, tendrán que enfrentarse a los «nuevos constituyentes» ,que no les pedirán permiso; ya avanzan en la autonomía y en el ejercicio de su democracia «plebeya», o «de usos y costumbres»,(poder popular), al margen de los poderes instituidos, pero para construir nuevas sociedades por la rebeldía de las masas y su determinación para edificar la verdadera paz, ejercer el poder del pueblo, y en medio de cercos militares, paramilitares , policiales, o bases militares, ejercer su propia justicia, y su derecho a defenderse o construir su paz.

Luchar es emanciparnos, defendernos, pues hemos padecido la represión del sistema, el uso de las mismas armas, letales y «no» letales, gases paralizantes, escudos, «toletes», balas de «goma», tanquetas lanza agua, policías y soldados asesinos, «brigadas para la desaparición forzada» o los «falsos positivos», las torturas, y la guerra de exterminio contra l@s luchadores sociales y l@s revolucionarios hecha por los servicios de inteligencia del DAS, ESMAD (Escuadrón antidisturbios), SIJIN (Colombia), DFS, el CICEN o los Zetas, (México), cobijados por los corruptos sistemas de justicia penal, que es su mayoría son los responsables de la impunidad, pues son ineficaces, ocultan la verdad, y no garantizan la justicia y la reparación a las víctimas .

Los funcionarios de dos oligarquías tienen identidades en su manera de operar escondiendo las pruebas de la delincuencia organizada, de la que son fieles protectores encubriendo a las estructuras para-militares o Zetas, inmersos en la Policía Nacional (Colombia), la Policía Federal (México ), o la SIEDO, donde sus componentes han «brincado» por las diferentes dependencias de seguridad del Estado, hasta convertirse en funcionarios de alto nivel dentro de las estructuras gubernamentales, o en embajadores, gobernadores, alcaldes, presidentes municipales, controlando la movilidad de los carteles, con los que han compartido las inmensas riquezas, y el poder, pues además del tráfico de drogas o de armas, se han dedicado a la extorsión, a forzar el desplazamiento del pueblo , el secuestro, o a la venta de seguridad en general desde las autoridades migratorias.

Así, avanza la impunidad, y como siempre la violación a los derechos humanos principalmente de los más pobres de nuestras naciones, los gobiernos no representan los intereses de los pueblos, no son los enunciados de las leyes, ni las adecuaciones legislativas, ni las paces del poder quienes resolverán nuestras luchas, serán entonces la democracia verdadera, la justicia social y la libertad el camino que hemos de transitar como pueblos, como herman@s.

Está claro entonces que nuestros opresores no tienen descanso, estarán siempre trabajando para mantenernos sometid@s, para enajenarnos, para hambrearnos, para mantenernos divididos, controlados, confrontados, fanatizados, desalentados. Tan enajenados que algunos piensan que el enemigo está dentro del pueblo y prefieren dirigir todas sus fuerzas a la lucha interna, como si eso fuera lo más importante hoy.

En realidad, quieren hacernos pensar que no hay esperanza para el pueblo; pero nuestros pueblos están luchando, no están ciegos, nuestros pueblos saben quién está con el pueblo, quien trabaja con él, y quién trabaja con el opresor, generando terror, produciendo la violencia uniforme del capital, saqueando nuestros territorios de maíz o café, y promoviendo nuevas élites criollas o extranjeras para asumir a sangre y fuego el control y la propiedad de nuestros territorios, ya sea con latifundio o con la privatización, enajenando de ellos el agua, destruyendo las formas asociativas campesinas, su cultura milenaria, saqueando y destruyendo el ambiente apostando exprimir el subsuelo planetario para extraer la última gota de hidrocarburos que sostienen una sociedad capitalista petróleo-dependiente, en lugar de cuestionar el brutal consumo de energía de los poderosos, avanzando desde el punto de vista insustentable, al uso de tecnologías más riesgosas y contaminantes, para seguir avanzando hacia el abismo.

Quemarlo todo, destruirlo todo, devastar y asesinar todo, parecerían las consignas de las oligarquías, no les importarán los impactos en la salud humana, exigen ocupar nuestros territorios de vida, los oligopolios internacionales de extracción, especulación y comercio, son su causa, su interés, pues ven un escenario propicio para aplicar un sistema devastador ,para explotar la naturaleza y al ser humano, apoderándose de los recursos energéticos, de la minería y las fuentes de agua, además de las tierras sometidas ya al agro-negocio , al monocultivo de soja, maíz, o de palma africana en Manos de terratenientes y multinacionales que prometen nuevas variedades desde su bio-tecnología, que «aumentan la producción y abaten los costos», sin decir que en realidad de lo que se trata para nuestros pueblos , es que los innumerables mega-proyectos desplazan a los campesinos y a los pueblos originarios, pues mega-represas e hidroeléctricas sumergen a las poblaciones, inundándolas de semillas transgénicas, y terminando con la biodiversidad regional.

Así, estos estados lacayos y siameses, continúan con «sus tratados de libre comercio», estimulando con la guerra, la expulsión y el exterminio, un modelo económico y social que sirve a los intereses de acaudaladas y minoritarias élites, que con sus gobiernos promueven el acaparamiento de tierras por parte de las grandes corporaciones – que son las mismas -, (Mónica, Semillas de Brasil, Cargill de EUA, Merhav, Israel), con el fin de impulsar los agro-negocios orientados a la exportación a expensas de los cultivos familiares.

Puestos contra la pared unos, organizados otros, como decididos a la rebelión las mayorías, hombres y mujeres, indígenas, mineros, campesinos, obreros, petroleros, maestr@s, artistas, profesionales, estudiantes, intelectuales y revolucionari@s, continuaremos como pueblos hermanos en la lucha.

Del Mixteco:

«Koon ditixxi vixixikoo, ditxii nra’axikon, ditixii yutukuan, doodi tu kida saa to’onxiixo’oxikon»

«Cortaron nuestras hojas, cortaron nuestras ramas, cortaron nuestro tronco, pero jamás pudieron cortar nuestras raíces»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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