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Pequeña reflexión semiótica sobre la crisis

Fuentes: Rebelión

» La Lógica -el dinero del espíritu, el valor discursivo, especulativo, del hombre y de la naturaleza -, su esencia que se ha vuelto completamente indiferente a toda determinabilidad real y, por tanto, irreal, el pensamiento enajenado…». La Dialéctica y la Filosofía Hegelianas. Karl Marx. La crisis económica actual es un momento crucial en la […]

» La Lógica -el dinero del espíritu, el valor discursivo, especulativo, del hombre y de la naturaleza -, su esencia que se ha vuelto completamente indiferente a toda determinabilidad real y, por tanto, irreal, el pensamiento enajenado…». La Dialéctica y la Filosofía Hegelianas. Karl Marx.

La crisis económica actual es un momento crucial en la historia del capitalismo mundial y es una oportunidad para evaluar el alcance de dos de los conceptos propuestos por Juan Magariños de Morentín en su Producción Semiótica de la Historia: cambio e identidad. También es una oportunidad para poner de manifiesto la componente semiótica de esta crisis.

El crédito, como el lenguaje, en su papel de mediador

Antes de reflexionar sobre la componente semiótica de la crisis, expondré una pequeña noción económica que hará más fácil el entendimiento de aquella reflexión. El crédito, como el lenguaje, media todas las actividades económicas. Las empresas necesitan del crédito para comprar maquinarias, instalaciones e incluso para pagar los salarios. Y los consumidores necesitan crédito para comprar viviendas, automóviles, muebles y un largo etcétera. La paralización del crédito en la economía sería equivalente a la paralización del flujo lingüístico en la práctica social. Nada podría ser sin lenguaje, e igualmente nada podría ser sin crédito. De ahí la necesidad ineludible de la intervención del Estado en el mercado financiero.

Especulación lingüística y especulación financiera

Las palabras son portadoras de conocimiento y en el ámbito de la ciencia deben especialmente usarse con ese fin, pero también en el marco de la práctica las palabras deben proveernos de esa utilidad. Hablaremos de especulación lingüística cuando las palabras no portan conocimiento, cuando carecen de rendimiento cognitivo. Y hablaremos de especulación financiera cuando el dinero se emplea de tal modo que no produce rendimiento económico, cuando no sólo no multiplica su valor sino ni tan siquiera lo conserva. Y el mismo daño que causa la especulación financiera a la economía lo causa la especulación lingüística a la ciencia: dejan nuestras reservas a cero y nos impide seguir con la reproducción del saber y de la economía.

La confianza y las señales gubernativas

Al emplear el dinero de forma especulativa, los bancos no pudieron recuperarlos y se quedaron sin él. Los bancos empezaron a no prestarse dinero entre sí y a endurecer las condiciones de los créditos. Se corría el peligro de que se produjera un crack. Había que restaurar la confianza. Y los gobiernos, con Bush a la cabeza, decían: hay que enviar señales claras a los mercados para restaurar la confianza. Y empezaron a llegar las señales: el Estado inyectará dinero, el Estado irá en ayuda de los bancos, el Estado obligará a los bancos a aumentar la cuantía de los depósitos. Y los bancos han vuelto a conceder créditos y las familias han ganado la confianza de que sus ahorros están seguros. El Estado se lo garantiza. Tal vez este aspecto, el envío de señales a los mercados para recuperar la confianza, sea la componente semiótica más destacada en la actual crisis y sobre la sería necesario reflexionar más en detalle.

Crisis y cambio

Dice Marx que «las crisis son siempre soluciones violentas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que reestablecen de momento el equilibrio roto». Así que crisis y cambio son conceptos que se solapan o se implican, pero no en sentido biunívoco. No todo cambio supone una crisis, aunque toda crisis exige un cambio. Sin duda que la actual crisis del capitalismo exigirá cambios importantes. Uno de ellos: la globalización que hasta el momento ha estado presidida y gobernada por las corporaciones privadas, pasará a estar gobernada ahora por los Estados. Se ha recuperado el papel del Estado y del interés público. Se han producido más cambios, pero con el mencionado basta.

Y con respecto al equilibrio roto sólo decir que todavía está por restablecer y que incluso asistiremos a nuevas roturas de ese equilibrio. Las crisis se manifiestan al principio como una crisis de medios de pago, como una crisis financiera, y más tarde se manifiestan como una crisis industrial y comercial. Sólo entonces veremos hasta que punto las fuerzas productivas se desarrollaron de forma incondicional y hasta que extremos llegará la superproducción.

Cambio e identidad

En toda crisis, y si es de la envergadura de la presente, se producen cambios en los valores de identidad y en los portadores de los valores de identidad. Hasta ahora había enfrentado dos valores de identidad distintos: el valor de la unipolaridad, EEUU como amo y guardián del mundo, y el valor de la multipolaridad, todas las naciones del mundo, grandes y pequeñas, tienen algo que decir y quieren decidir soberanamente. La actual crisis ha procurado ese cambio en los valores de identidad, hasta Barack Obama reconoce esa necesidad: hay que ir hacia la multilateralidad. El mundo está formado por muchos lados, no por uno solo o sólo por unos cuantos.

En lo que se refiere a los cambios en los portadores de los valores de identidad, diré lo siguiente: EEUU ha representado hasta ahora, sobretodo a los ojos de Occidente, la potencia hegemónica y la primera potencia económica del mundo. Este papel lo está perdiendo, ya no porta o no portará a corto plazo ese papel, lo portará ahora en particular China y en general la economía asiática. Lo cierto es que el mundo cambiará en esos dos ámbitos señalados al principio: en los valores de identidad y en los portadores de los valores de identidad.