«¿Pero quién se esconde tras el alias de ‘la Negra»?» Este interrogante se ha convertido en la pregunta del millón en la Comisaría General de Información de la Policía. Tras el pseudónimo está la mujer a la que los ‘desmovilizados’ de las FARC apuntan como enlace entre la guerrilla colombiana y los activistas de ETA […]
«¿Pero quién se esconde tras el alias de ‘la Negra»?» Este interrogante se ha convertido en la pregunta del millón en la Comisaría General de Información de la Policía. Tras el pseudónimo está la mujer a la que los ‘desmovilizados’ de las FARC apuntan como enlace entre la guerrilla colombiana y los activistas de ETA que habrían viajado a recibir y dar clases de explosivos y armas a la selva venezolana. Las últimas investigaciones de los servicios antiterroristas españoles desplazados a Colombia revelan que las sospechas que señalaban a una ciudadana española residente en Madrid no estaban fundadas. Y el revés amenaza con llevar las pesquisas de vuelta al punto de partida.
La voz de alerta sobre el error la dio el máximo responsable de los servicios de Información de la Policía, el comisario general de la CGI, Miguel Valverde Sánchez. El mando policial envió el pasado 13 de abril al juez Eloy Velasco un informe de ocho páginas sobre Remedios G. A., la madrileña a la que, en primera instancia Baltasar Garzón y luego Velasco venían considerando hasta ahora como la representante de las FARC en España y pieza clave de los viajes de supuestos etarras a los campamentos guerrilleros. Pero nada de eso es cierto.
Uno de los tres arrepentidos que colabora con la Policía, identificado como ‘Patxo’ en los atestados, aseguró haber identificado a Remedios G. A. como la guía de dos instructores etarras que estuvieron en agosto de 2007 en la localidad de Coro, en el estado venezolano de Falcón. Sin embargo, los servicios antiterroristas han confirmado que, a pesar de haber tenido contacto con los guerrilleros en otras ocasiones, la española se encontraba en esas fechas muy lejos de la selva y de los dos activistas de ETA.
«Queda documentado -apunta el informe remitido a la Audiencia- que Remedios G. estaba en su domicilio de la localidad madrileña de El Escorial, ya que los días 3, 9 y 28 de agosto remitió a través de su ordenador de sobremesa correos electrónicos a Raúl Reyes (entonces jefe de la FARC y fallecido posteriormente en un ataque del ejército colombiano)». «No se trata de la misma persona», reconoce el atestado policial, que insiste en que, a la vista de las nuevas pruebas, «no hay constancia de que coincidiese con miembros de ETA».
La Comisaría General de Información asegura que «consta» que la española ha estado al menos tres veces en instalaciones en la selva de las FARC: en 2003 y en abril de 2007 (en el campamento del cabecilla Iván Márquez) y en febrero de 2006 «cuando se entrevista con Raúl Reyes en un lugar que no se puede determinar». Pero entonces, reconoce la Policía, la mujer se hacía llamar con los alias de ‘Soraya’, ‘La Médica’ o ‘Irene’. Nunca ‘la Negra’. Así las cosas, y a falta de una de las piezas clave en el cada vez más complejo puzle de la investigación ETA-FARC, los servicios de Información se despiden de Velasco con una promesa: «continuarán las investigaciones» para poner nombre y apellidos a este misterioso personaje.
De hecho, durante toda la primavera, efectivos de las fuerzas de seguridad española han viajado a Bogotá para continuar con esta investigación, que apenas ha avanzado desde que el pasado 24 de febrero el juez Eloy Velasco procesara a una docena de miembros de ambas organizaciones criminales por los famosos cursillos conjuntos. Un procesamiento que se basó en las informaciones de la inteligencia militar colombiana y en los interrogatorios a los tres ‘arrepentidos’ que llevaron a cabo en octubre de 2009 policías españoles desplazados a la capital del país caribeño.
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