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Hacia dónde va el Perú...

Perú siguiendo a Chile, malos tiempos

Fuentes: Argenpress

‘Locos son aquellos que haciendo siempre lo mismo pretenden obtener resultados diferentes’ Albert Einstein No es ninguna incógnita hacia dónde va el Perú con el nuevo presidente reciclado Alan García. Reposado después de las elecciones, declaró sin empacho que el país seguirá el modelo económico de Chile. Este camino de ‘desarrollo’ es aconsejado desde hace […]

‘Locos son aquellos que haciendo siempre lo mismo pretenden obtener resultados diferentes’
Albert Einstein

No es ninguna incógnita hacia dónde va el Perú con el nuevo presidente reciclado Alan García. Reposado después de las elecciones, declaró sin empacho que el país seguirá el modelo económico de Chile. Este camino de ‘desarrollo’ es aconsejado desde hace años por Estados Unidos al resto de los países del planeta como la única vía para seguir. Lo que nadie menciona es que Chile fue el primer país de América Latina donde el neoliberalismo fue impuesto a sangre y fuego por el infame dictador Augusto Pinochet y sus ‘Chicago Boys’ quienes cumplieron a cabalidad las instrucciones del Gran Patrón para erradicar todo vestigio de populismo y socialismo, para siempre.

A Pinochet le tomaron 17 años de represión y fuerza bruta para, no solamente destruir los movimientos populares y los sindicatos, sino traumar a dos generaciones enteras y destruir su capacidad de pensamiento crítico. Tan brutal fue el impacto de las reformas neoliberales que la transición a la democracia, la llamada ‘Concertación’ iniciada en 1990, no se atrevió a buscar un modelo alternativo y siguió aplicando la misma receta bajo la tutela del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y con el apoyo de una prensa sumisa que hasta ahora esconde la realidad, ignora opiniones críticas y dice que el neoliberalismo es el único camino para la humanidad.

El ‘ejemplar y excepcional crecimiento económico chileno’, para el gobierno norteamericano, implica también el aumento del desempleo que actualmente se acerca al 10% de la población económicamente activa.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, unos tres millones de chilenos viven en la pobreza y de ellos más de 750,000 son indigentes. Pero todas las estadísticas también tienen sus escondidos. La pobreza significa ganar unos 70 dólares mensuales. Sin embargo, un 60 por ciento de la población gana unos 160 dólares mensuales en un país donde el pasaje urbano de ida y vuelta cuesta un dólar. Es decir, estos 8.5 millones de personas, de la total población de unos 16 millones, también están cercanos a la pobreza.

Chile es considerado por las Naciones Unidas como un país donde existe la brecha más grande entre ricos y pobres. Hace más de un siglo el bisabuelo de uno de los tres billonarios que hay en Chile, Eliodoro Matte Larraín dijo que ‘los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio’. Desde aquella época no cambiaron muchas cosas a excepción de que estos eternos dueños de Chile se convirtieron en socios necesarios, por el momento, de las grandes transnacionales que se apoderaron de toda la riqueza de Chile gracias a ‘la gentileza brutal’ de Pinochet que recibió por sus servicios unos 30 millones de dólares.

Actualmente, el 1% de las corporaciones que operan en el país controlan el 96.1% de todas las exportaciones y el 76.1% de las ventas de los productos de la minería y de la harina de pescado, absorbiendo sólo el 10.1% de la mano de obra. Sus regalías al Estado oscilan entre 0.9 a 1.3 por ciento. Su tributación también es mínima debido a las reglas neoliberales que todos los gobiernos de ‘Concertación’ cumplieron a cabalidad.

Realmente Chile es sostenido por la estatal Corporación del Cobre (Codelco) que controla entre 30 a 38% ciento del metal, entregando a la vez un 20% de la ganancia a los militares. El ‘ejemplar’ sistema de fondos de jubilación y seguro médico están cerca a la quiebra, igual como su sistema de educación. Todo ante el silencio de los quebrados adultos. La protesta es ahora de los niños, y ya vimos con qué saña los golpean y detienen los carabineros, al puro estilo de Pinochet en tiempos de Bachelet.

El Perú no necesita seguir el modelo chileno porque es idéntico al peruano. Su población también fue quebrada con el cuento de la lucha antisubversiva, y Alan García sabe mucho de eso.