Este artículo describe la relación entre petróleo y los antagonismos social, laboral y armado en Colombia, para lo cual se adentra en la coyuntura que vive el país, arriesgando una reflexión prospectiva sobre la matriz energética nacional y las nuevas lógicas del conflicto. Un debate con plena actualidad. Globalmente, la industria petrolera moderna data de […]
Este artículo describe la relación entre petróleo y los antagonismos social, laboral y armado en Colombia, para lo cual se adentra en la coyuntura que vive el país, arriesgando una reflexión prospectiva sobre la matriz energética nacional y las nuevas lógicas del conflicto. Un debate con plena actualidad.
Globalmente, la industria petrolera moderna data de mediados del siglo XIX, cuando el capital inició la sustitución del carbón, dominante hasta entonces en la matriz energética. Desde entonces se reconoce que el petróleo es la energía vital para el mantenimiento y movilidad de la civilización industrializada. Las guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX lo posicionaron como el principal recurso energético del planeta. La geopolítica y los conflictos bélicos modernos tienen entre sus causas el control de este estratégico recurso económico y militar. Actualmente la oferta y demanda mundial de petróleo es de 100 millones de barriles diarios.
Localmente, en la base del conflicto armado colombiano se encuentra la tierra, principal combustible que lo atiza, y con ella la explotación minero-energética. También, como es aceptado por uno y otros, las guerras se alimentan con los negocios, e incluso generan las oportunidades de acumulación capitalista que sin ellas no existirían. Las guerras redefinen las relaciones de poder, propiedad y las cadenas de producción, distribución, consumo y acumulación. La industria petrolera hace parte de esta lógica antagónica.
La industria petrolera tiene su origen a inicios del siglo XX. La explotación de los recursos minero-energéticos resume para el caso colombiano la historia de sumisión de la oligarquía criolla frente al capital internacional, al igual que la ausencia de proyecto soberano nacional. Así permite concluirlo las concesiones Barco y Mares; también el proceso que dio origen a Ecopetrol, surgido de las luchas de los trabajadores que con su persistencia y sueños de independencia nacional, justicia y libertad superaron la oposición oficialista.