Aquí no hay coincidencias. La política como espectáculo, como actividad comunicacional sujeta al rating actúa y decide de acuerdo a las audiencias. Sebastián Piñera tomó la decisión de anunciar su segundo cambio de gabinete en el mismo momento que la encuesta CEP, aquel sondeo levantado por las elites y la prensa como el oráculo de […]
Aquí no hay coincidencias. La política como espectáculo, como actividad comunicacional sujeta al rating actúa y decide de acuerdo a las audiencias. Sebastián Piñera tomó la decisión de anunciar su segundo cambio de gabinete en el mismo momento que la encuesta CEP, aquel sondeo levantado por las elites y la prensa como el oráculo de la política, lo castigaba con nuevos guarismos.
Piñera, cuesta abajo en las encuestas, con la economía convertida en un actual y en futuro problema y con una ciudadanía que puede perder la paciencia en cualquier momento, realizó esta mañana un cambio de actores pero no de escena ni de escenario.
Qué dijo la encuesta CEP y qué hizo Sebastián Piñera. La encuestadora, ligada al establishment empresarial más tradicional, reprobó no solo a su gobierno, sino también a su misma figura. Todas las áreas de su gobierno obtuvieron calificaciones insuficientes en tanto el presidente el nivel de rechazo más alto desde que asumiera hace poco más de un año. Ante tal desastre, cantado por todos lados a viva voz, Piñera opta por lo más seguro, por rebajar los riesgos. Qué hace. Olvida las improvisaciones y apuesta por lo más conocido.
El desaforado canciller Roberto Ampuero, aquel escritor excomunista convertido en ultraderechista fanático, fue el protagonista de una aventura fracasada, pero principalmente inútil. Aquel papelón en Cúcuta al que empujó también al presidente estará para recordarlo por muchos años. Piñera, especulador y multimillonario, no tiene ni carisma ni dotes para liderar el lastrado devenir de la política latinoamericana y sus relaciones con Washington.
El único espacio propio de Piñera es la continuidad, la gestión de lo ya instalado. Ese lugar, administrado por todos los gobiernos de la posdictadura, hoy parece también arriesgarlo. Porque el núcleo de su campaña, su atractivo electoral, estuvo en la reactivación económica, en la creación de empleos y de mejoras salariales. Un lugar común para cualquier gobierno que todavía, pese a defraudaciones constantes, la gente tiende a creer. Cada vez por menos tiempo, como constata el sondeo divulgado por la CEP.
Piñera se expone a perder ese único atributo. Es por ello que el cambio de gabinete es un giro a lo más conocido, a la gestión económica y al regreso de políticos de peso de su anterior gobierno.
El gobierno puede extraviar el rumbo si el actual y crepuscular escenario económico tiende a oscurecerse más. Por ello, es muy probable que la política exterior chilena vuelva al cauce netamente comercial de las últimas décadas. Una política entregada a las grandes corporaciones para la búsqueda de nuevos mercados. Y lo mismo en el frente interno. El nuevo ministro de Economía, otro neoliberal de la Escuela de Chicago, tendrá en sus manos empujar un programa de obras públicas para reanimar una economía con un sector privado aterrado.
Un cambio de gabinete como un golpe de efecto. Porque es altamente probable, y aquello lo afirman decenas de observadores y especialistas, que la economía global está en un proceso de estancamiento y, eventualmente, de recesión. Y si no bastara con esta amenaza, hoy las políticas multilaterales, de apertura de mercados, son la escena de una guerra, por el momento comercial.
Es también probable que estemos en las puertas de un cambio de paradigma global, que sin duda será regional y también local. Ante ello, Piñera, que solo puede hablar de comercio, inversiones y mercados desregulados, no tendrá mucho que hacer.
Los nombres y los números
El presidente Sebastián Piñera designó este jueves nuevos ministros en las carteras de Desarrollo Social, Salud, Energía, Obras Públicas, Economía y Relaciones Exteriores. Salen Roberto Ampuero, José Ramón Valente, Susana Jiménez y Emilio Santelices, en tanto Alfredo Moreno pasa de Desarrollo Social a Obras Públicas y Juan Andrés Fontaine pasa a Economía.
Los nuevos ministros son cartas probadas por Piñera en su gobierno anterior. Vuelve Jaime Mañalich en la cartera de Salud, Teodoro Ribera, ministro de Justicia en el gobierno anterior, asume como canciller y Juan Carlos Jobet., que se desempeñó en el ministerio del Trabajo, asume la cartera de Energía en reemplazo de la señora Jiménez.
Las novedades para la Moneda no terminan aquí. En un día muy movido, la encuesta CEP, aquel oráculo para la clase política y el establishment, publicó pésimas noticias para el gobierno y, en especial, para la figura de Piñera. La encuesta determinó que el presidente registró una desaprobación de 50% y cayó 12 puntos en la aprobación -respecto al último sondeo de diciembre 2018- hasta el 25%.
El gobierno no aprueba en ninguna asignatura. Los encuestados evaluaron con notas «rojas» las distintas áreas de gestión del gobierno. Tanto, que la mejor evaluada es Transporte Público, con 3,7, y la peor, Pensiones, con un 2,8 como nota. Todavía más: un 66% no le tiene confianza, versus un 28% que sí le tiene confianza.
http://estrategia.la/2019/06/