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Piñera cambia su gabinete para que nada cambie

Fuentes: Rebelión

Cambios ¿para qué? ¿para dónde? Hasta el despistado Pablo Longueira -de vuelta de «vacaciones»- y otros próceres de la derecha sabían que en La Moneda estudiaban un reajuste de gabinete. Los problemas más graves estaban en las áreas más sensibles del gobierno: educación y agricultura. Todo el mundo sabe que el gobierno de Piñera ha […]

Cambios ¿para qué? ¿para dónde? Hasta el despistado Pablo Longueira -de vuelta de «vacaciones»- y otros próceres de la derecha sabían que en La Moneda estudiaban un reajuste de gabinete. Los problemas más graves estaban en las áreas más sensibles del gobierno: educación y agricultura.

Todo el mundo sabe que el gobierno de Piñera ha fracasado en toda la línea tratando de imponer su política educacional privatizadora, de lucro, clasista y discriminadora. Este nuevo «experto» (Harald Beyer, nuevo ministro de Educación) reemplaza a Felipe Bulne, el entusiasta hijo de la «Coneja» Serrano -otrora figura de Telenoche en canal 13 de los años 70- y nieto del marqués Bulnes. ¿Qué se esperaba de él tras el fracaso de Lavín? Prácticamente nada y así lo hizo. Buen trabajo.

No hay política educacional del neoliberalismo, salvo asegurar una «fábrica de mano de obra vil» para la creciente plusvalía del capital. Educación para ricos y colegios y universidades privadas para el negocio de la educación.

Las pretensiones política de Lavín chocaron con este muro y Bulnes intentó insistir en el diseño original de la derecha hasta que se encontró en una mesa de diálogo plena de Camilas u Camilos que tenían la película más que clara. No le quedaba otra, después de tirar el mantel de la mesa, que retirarse a sus lucrativas -¡qué fea palabra!- actividades privadas.

La situación, sin embargo, no está en punto muerto. A Camilas y Camilos lo sucedieron decenas, centenares y de seguro miles de estudiantes, profesores, padres, apoderados, abuelos, en fin, todo un pueblo de pie exigiendo el fin del lucro en la educación, la gratuidad de la enseñanza, la desmunicipalización real, el derecho a la educación, en fin, garantizado por una nueva institucionalidad -la Constitución Política- y una reforma tributaria y la renacionalización del cobre para financiar una reforma a fondo del sistema educacional en el país. Y punto.

Bulnes o Harald Beyer no dan el ancho. Aquí se trata de definiciones políticas de fondo, exigidas por la Carta Fundamental de los Derechos Humanos, por los informes de Unesco sobre los patéticos resultados de la educación en Chile. Se trata de una reforma trascendental de todo el sistema que la derecha no quiere para este país..

En materia de política agraria, se dice también que el ex diputado José Antonio Galilea tampoco «daba el ancho». Un latifundista a cargo de la producción agropecuaria, del crítico problema del agua, de la contaminación, de la potencia alimentaria que debemos ser. Que venga entonces el presidente de la SNA, la Sociedad Nacional de Agricultura, Luis Mayol que integra a los grandes consorcios que colisionan precios, producciones de trigo, arroz, aves, frutas, la madera, la madera y otros de nuestros recursos naturales. ¿En verdad, alguien cree que mejorará la polìtica agraria de La Moneda?

Los prontuarios de ambos flamantes secretarios de estado no permiten augurar nada bueno ni nuevo. El 26% de apoyo a Piñera y el 62% de rechazo al gobierno de derecha no se revierte con estos cambios que no son tales. Adiós a Bulnes y Galilea, mal venidos Beyer y Mayol, más de lo mismo y tal vez, peor.