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Piñera en su laberinto

Fuentes: El Siglo

En su columna dominical de El Mercurio, el abogado Carlos Peña, Rector de la Universidad Diego Portales, planteó que Piñera es un hombre de fortuna, por cuanto el terremoto del 27 de febrero le vino como anillo al dedo al diseño de un gobierno fundado en los principios de administración empresarial. Agrega que las condiciones […]

En su columna dominical de El Mercurio, el abogado Carlos Peña, Rector de la Universidad Diego Portales, planteó que Piñera es un hombre de fortuna, por cuanto el terremoto del 27 de febrero le vino como anillo al dedo al diseño de un gobierno fundado en los principios de administración empresarial. Agrega que las condiciones para ello son inmejorables: «una oposición dispuesta a colaborar, medios de comunicación sin tiempo ni voluntad para investigar lo de LAN o de Chilevisión, una conmoción emocional proclive al lugar común, una opinión pública alérgica a la crítica, un ambiente que no está para profundidades de ningún tipo».

Está por verse si aprovecha esas condiciones, en rigor inmejorables; pero en lo inmediato, en el manejo de la emergencia ha proyectado, incluso en mayor grado, esa sensación de desconcierto, falta de prolijidad e incompetencia, que le imputó al gobierno precedente.

Al cierre de estas líneas, 18 días después del cataclismo, todavía no concluía el proceso de nombramiento de intendentes, gobernadores, secretarios regionales ministeriales y jefes de servicios, lo cual generó un vacío de poder, con cargos acéfalos o subrogancias obligadas en los casos de aquellos funcionarios concertacionistas que no aceptaron permanecer después del 11 de marzo, o bien una cohabitación en la cúpula del aparato del Estado no por curiosa más eficiente en el manejo de la crisis.

El debate encendió la blogósfera. ¿Y no es que se prepararon durante veinte años para gobernar?, preguntó la senadora Soledad Alvear; ¿qué pasó con los miles de tantaucos?, retrucó a su vez el sitio Cambio 21, mientras el senador Jorge Pizarro aseveraba que «esto genera incertidumbre y desconfianza en la capacidad de armar equipos por parte del nuevo gobierno«.

Desaire diplomático

La fuerte, y tal vez premonitoria, réplica en el momento de su investidura le proporcionó a Piñera una irresistible oportunidad mediática para mostrar el perfil del gerente personalmente encima de todo que pretende proyectar, la cual ciertamente no desperdició; pero al precio de desairar a los pocos presidentes y personajes de algún tonelaje que vinieron a este lejano país esquina a la entronización de un presidente de derecha. En un intento de atenuar la gaffe diplomática, por la tarde, junto con la consabida declaración de Estado de Catástrofe, cuyo único efecto es movilizar a las FF.AA., reportó unos «daños significativos» en la región que nadie más vio, y que tampoco registraron los medios de comunicación.

En ese clima de espasmo, la apresurada alerta de tsunami entre las regiones cuarta y décima, sin respaldo en antecedentes objetivos, no sólo contribuyó a espolear el pánico colectivo, sino que mostró nuevos desaciertos y desinteligencias del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada y la Oficina Nacional de Emergencia, la precaria estructura del Estado para enfrentar las catástrofes naturales a las que estamos periódicamente expuestos.

Conflicto de interés

Alguna poderosa razón tendrá Piñera para dejar expuesto un flanco a la crítica por no desprenderse de sus acciones en Lan Chile y Chilevisión, pese a explícitos compromisos de campaña en tal sentido, y evidentes conflictos de interés que incluso lindan en la ilegalidad. «Hace muchos años que me alejé de la administración de LAN y, por tanto, todo tema entre LAN y cualquier otra parte tendrá que ser analizado por los directivos de LAN«, aseveró. Una vez más, Piñera falta a la verdad o intenta confundir a la opinión pública. Es más, con declaraciones de ese tenor, muestra que se siente por encima de la ley.

No está en discusión la administración de LAN, sino su propiedad accionaria, claramente incompatible con el cargo que desempeña. Si esa es la «señal» que le envía a su «equipo de excelencia», Dios nos pille confesados.

El 25 de febrero remató en la bolsa el 6,4% de las acciones de LAN en 375 millones de dólares; el 9 de marzo vendió el 8,5% de las acciones a sus socios, la familia Cueto, en 514 millones de dólares. Falta aún el 11,3% accionario.

Piñera atribuyó el retraso a circunstancias ajenas a su voluntad, entre ellas el terremoto, «porque a partir de ese momento no le he dedicado ni un instante de tiempo ni a mi familia ni a ningún tema personal, porque hemos estado abocados a esta tremenda misión de enfrentar la emergencia y de enfrentar la reconstrucción«. Otra vez ese prurito de confundir los temas. ¿No era que hace años que no se ocupa de LAN? Además, el terremoto fue el 27 de febrero, la asunción en el cargo el 11 de marzo y su triunfo electoral, el 17 de enero; o sea, un tiempo más que suficiente para haber cumplido el compromiso, de habérselo propuesto. Salvo, como sugiere un grupo de investigadores del Observatorio Chileno de Políticas Educativas, que haya diferido la venta para esperar un mejor precio, dado que el lunes siguiente al terremoto, las acciones de LAN bajaron de d e 9.250 a 8.950 pesos. Tal vez es una imputación capciosa, pero un Presidente no puede exponerse a ella. Además, tratándose de Piñera, nadie podría, en rigor, sentirse sorprendido.

La sensación de improvisación en el manejo de la crisis también afloró con la casi inexistente reacción del gobierno ante el apagón que afectó de Taltal a Chiloé, el domingo pasado.

Culpa del empedrado

Sin embargo, aún más ominosas son las señales que proyectó su reunión con las bancadas de senadores de la UDI y RN, el lunes 15, en La Moneda. Por de pronto, consolidó los costos del terremoto en 30 mil millones de dólares, alrededor del 18% del PIB. Luego, anticipó lo que probablemente será su estrategia comunicacional, en el sentido de cargar todo lo que no sea capaz de manejar, en la cuenta del gobierno anterior. Así, y sin molestarse en proporcionar pruebas, acusó a la administración Bachelet de no sólo haber aumentado en 2009 el gasto fiscal más allá del 14% previsto, hasta alcanzar un 17%, sino que «habría «sobreejecutado» el Presupuesto 2010 en cerca de dos mil millones de dólares en enero y febrero, una parte importante de los cuarenta mil millones contemplados para el año«, según consignó El Mercurio, que al punto le cedió la palabra a la inefable senadora Evelyn Matthei: «El daño es feroz (…) Faltó fair play . Se gastó más dinero del que nos habían dicho el año pasado, eso ya nos dejó complicados, y además se sobreejecutó el presupuesto en lo que va ahora«.

Ni Piñera ni la senadora Mattei ignoran que el presupuesto de la Nación y su ejecución son materia de ley, de modo que están acusando al gobierno anterior de haber incurrido en ilegalidad, lo cual es grave y tiene que probarse.

Si no lo hacen, quedará de manifiesto que se trata de un señuelo preventivo, para desviar eventuales chapucerías e incompetencias. Además, imputar «sobreejecución» presupuestaria por dos mil millones de dólares, en la fase más crítica de un terremoto cuyos costos calculan en treinta mil, es casi un chiste de mal gusto.

Profundización neoliberal

Peores aún son los indicios acerca del carácter que se le imprimirá al proceso de reconstrucción. Piñera expuso a las bancadas derechistas que la estrategia consiste en privilegiar las reasignaciones presupuestarias sobre el uso de las reservas en el extranjero o préstamos internacionales, porque una masiva inyección de recursos podría derivar en presiones inflacionarias o una caída del tipo de cambio, lo que afectaría las exportaciones.

En otras palabras, se confirman los temores de que la emergencia dará pábulo a una intensificación de la opción neoliberal, donde importan más la obsesión antiinflacionaria y los equilibrios macroeconómicos, que las acuciantes necesidades de vastas capas de la población, que lo perdieron todo con el terremoto o el tsunami y que en la práctica, casi tres semanas después de la tragedia, siguen donde mismo. Según versiones de prensa, en la reunión, se habría tomado nota de los posibles «conflictos sociales» que necesariamente generará ese enfoque, con consecuencias que el propio terremoto se encargó de anticipar.

Según la versión mercurial, la exposición de Piñera fue asumida por los senadores como «un intento por bajar las expectativas tras el despliegue inicial del gobierno en terreno para enfrentar la catástrofe«.

En otras palabras, la partida de caballo inglés alcanzó a durar un día.