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Pinochet negó todo

Fuentes: La Nación

Todos los indicios apuntan a que el magistrado no resolverá su procesamiento sin antes practicarle tests neurosicológicos probablemente el jueves 30 de septiembre.

Tal como se preveía que ocurriera, el ex dictador Augusto Pinochet se declaró inocente de los crímenes de la Operación Cóndor y dijo al juez Juan Guzmán que él sólo se preocupó de «las cosas del Estado y cosas importantes», pero no de las «cuestiones menores». De éstas se encargaron «los mandos medios» y el director de la DINA, Manuel Contreras.

El ex jefe del Ejército negó haber tenido conocimiento de que detenidos políticos desaparecieron en el marco de esa operación y rechazó que los servicios de inteligencia de países vecinos del cono sur de América detuvieran a chilenos en esas naciones y luego los entregaran a agentes de la DINA que viajaron desde Santiago a buscarlos.

Si bien Pinochet no negó ante Guzmán que desayunaba casi a diario con Contreras, como éste último lo ha sostenido desde siempre, precisó que esas conversaciones se limitaban a asuntos «de la conducción del Estado» y no al trabajo específico de la DINA.

Tampoco quiso reconocer a alguna de las 19 víctimas que se le nombraron y de las que trata el proceso, si bien no desconoció que en noviembre de 1975, en Santiago, hubo una reunión de representantes de servicios de inteligencia de varios países sudamericanos y en la que fue anfitrión el ‘Mamo’. No obstante, descartó que en esa ‘cumbre’, en la que participaron delegados militares de Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador, Bolivia y Perú, se decidiera y planificara el secuestro y desaparición de opositores.

CORDIALIDAD Y RESPETO

Fuentes militares dijeron a La Nación Domingo que el trato que se escenificó entre Pinochet -quien estuvo vestido formalmente de terno y corbata- con Guzmán fue «cordial y de respeto mutuo» y que toda la diligencia en Los Flamencos ocurrió «dentro del marco de caballerosidad que corresponde». El ministro de fuero afirmó a la salida de su despacho en el palacio de tribunales, luego de cumplida la diligencia, que ésta se efectuó «con la mayor dignidad y respeto y con respeto de los derechos humanos».

Guzmán informó que debió «resumir» el cuestionario que llevaba preparado, de unas 15 preguntas, dado que Pinochet se veía cansado. Las preguntas del magistrado estuvieron dirigidas a los aspectos fundamentales de la Operación Cóndor, pero evitó entrar en detalles.

Ahora el juez espera que los abogados querellantes le presenten una solicitud para que someta a proceso a Pinochet, ordene su arresto domiciliario y embargue sus bienes, «como corresponde en derecho», según afirmaron los abogados Eduardo Contreras y Hugo Gutiérrez.

Sin embargo, todo apunta a que el magistrado no resolverá el enjuiciamiento de Pinochet sin antes ordenar que se le practiquen tests neurosicológicos abreviados respecto de los prolongados que se le hicieron en enero de 2001, cuando lo procesó por los crímenes de la Caravana de la Muerte. Según fuentes de la defensa, los exámenes se realizarían el jueves 30 en la casa del ex jefe militar y serían practicados por un solo perito que designe el juez, más dos peritos adjuntos por cada una de las partes.

EXÁMENES MÉDICOS

Sólo después de conocer los resultados, el magistrado resolvería si encausa o no a Pinochet. El nudo central es que el juez se informe sobre cuál es el real estado de salud mental del ex dictador, para saber si está en condiciones de enfrentar un juicio. Si evalúa que lo está, lo más probable es que lo procese. Pero si los resultados muestran que no lo está, probablemente no lo declare reo y lo absuelva.

De todas formas, si Guzmán lo procesa o no, el caso seguirá hasta las cortes y pasarán algunos meses hasta que exista una resolución definitiva respecto si Pinochet sigue o no siendo sujeto procesal activo en la causa Operación Cóndor.

El ministro de fuero llegó siete minutos antes de las 11 de la mañana a la casona de Pinochet, ubicada en calle Los Flamencos, en Lo Barnechea, y se retiró del lugar justo una hora después junto con sus escoltas, su actuaria y la secretaria de la Corte de Apelaciones en dos vehículos de Investigaciones. Al lugar también arribó uno de los abogados de su defensa, el coronel (R) Gustavo Collao, y un médico que asiste a Pinochet en su domicilio.

Collao declaró brevemente al salir que «mi general Pinochet contestó con la dignidad de soldado, de hombre y ex Presidente de la República», y agregó que dio las respuestas al magistrado, «a pesar de su estado de salud y de sus problemas físicos».

Durante los 60 minutos que duró la diligencia, incluyendo el tiempo de preparativos técnicos y lectura final de Pinochet del acta -que firmó sin problemas- sólo llegaron a apoyarlo a las inmediaciones de la residencia cuatro adultos y dos niños que levantaron banderas chilenas, lanzaron dos o tres gritos y se fueron. También salió desde el interior de la residencia su hija Jacqueline, la que no hizo declaraciones.

Fuentes del Ejército habían informado, el viernes por la tarde, que Pinochet se encontraba en cama, pero que se levantaría al día siguiente especialmente para recibir al juez, lo que así ocurrió. Por unos instantes se pensó en que el ex gobernante de facto sería de nuevo internado en el Hospital Militar para hacer fracasar el interrogatorio, el cual se realizó finalmente luego de dos intentos frustrados por recursos que interpuso su defensa.