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Pinochet sin vida. Sí hay muertos malos…

Fuentes:

Después de quitar tantas, es lo que menos tiene. Termina sus días como general bananero, de quinta, deshonrado, vacío. «Que la historia lo juzgue como corresponde», dice Moreira. Que alguien lo juzgue de verdad alguna vez, por favor! Nadie tuvo los cojones en vida y quienes lo intentaron pesaron menos que las «razones de Estado» […]

Después de quitar tantas, es lo que menos tiene. Termina sus días como general bananero, de quinta, deshonrado, vacío. «Que la historia lo juzgue como corresponde», dice Moreira. Que alguien lo juzgue de verdad alguna vez, por favor! Nadie tuvo los cojones en vida y quienes lo intentaron pesaron menos que las «razones de Estado» presentadas por los gobiernos para asegurar sus propias razones de poder.

La verdad es que la lástima, por su causa perdida, por sus amigos perdidos, por su patria malagradecida no es algo que debería sorprendernos de sentir por este general olvidado y campechano que siempre envidió y nunca logró el porte estadista de Fidel y la distinción lúcida y digna de Allende.

En su último cumpleaños trató de zafarse del hostigamiento judicial, aunque en realidad del de su propia conciencia, asumiendo la «responsabilidad política» de sus actos. Como ven, no se había acabado su perfidia zorruna, artera, la misma que le sirvió ante Allende para que lo nombrara general. Fue otra de sus burlas, pero la que menos importó: ya nadie quiere su muerte, duele más el olvido como dice una de sus rancheras favoritas. Y de verdad, Pinochet muere primero en la memoria de sus propios aliados.

Ni siquiera fue original. Esto de la «responsabilidad política» ya fue usado varias veces por los que desfilaron por tribunales acusados de corrupción estos últimos años.

Y Carmen Hertz nos recordaba que era posible que, como Al Capone, este señor muriera juzgado por sus fraudes y no por sus asesinatos. Se lo debemos a nuestros jueces y a nuestro gobierno, no a la historia.

Eso de que la historia lo juzgue depende de quien haga la historia. Tenemos toda la vida para terminar con un legado que no sólo es de Pinochet. Él sólo puso la cara y las balas. Los tanto o más malos pusieron algunas neuronas y mucha plata. Pensaron como Piñera o Lavín y hoy aparecen queriendo arrebatar el modelo a los administradores de turno.

Tenemos bastante que recuperar como historia también comenzando por entenderla y saber que eso de las grandes alamedas depende sólo de nosotros, quienes comprendemos que la historia no se repite, se supera con otros hombres.

No podías ver el entierro de Fidel. Hasta la injusticia tiene un límite. Eso de que no hay muerto malo, no aplica. Pinocho, lo siento te vas al infierno.