Los medios electrónicos han reportado unas altisonantes declaraciones recientes del Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, en las que sostiene que el pasado 6 de abril, las Fuerzas Militares estuvieron a sólo dos horas de darnos de baja, lo cual no fue posible por el operativo de suspensión de operaciones por 36 horas acordado dentro […]
Los medios electrónicos han reportado unas altisonantes declaraciones recientes del Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, en las que sostiene que el pasado 6 de abril, las Fuerzas Militares estuvieron a sólo dos horas de darnos de baja, lo cual no fue posible por el operativo de suspensión de operaciones por 36 horas acordado dentro de los protocolos de seguridad para el traslado de nuestros delegados en la mesa de La Habana. Por lo tanto, sugiere el ministro, que yo debería agradecerle a la divina providencia, y, cómo no, a él mismo, el hecho de encontrarme vivo e integrando la delegación de Paz de las FARC EP.
Como en los más bizarros momentos del spaguetti-western, Pinzón pretende fungir de perdonavidas, el más violento exponente de la fauna de las películas del Oeste. El perdonavidas, personaje-arquetipo, considera su capacidad de matar en un nivel tan alto, que se da el lujo de renunciar a ciertos asesinatos, siendo entonces magnánimo en su labor homicida.
Lo que parece olvidar Pinzón son los infinitos recursos humanos y económicos que ha invertido su cartera en los operativos de «búsqueda y destrucción» que desarrollan desde hace años contra dirigentes guerrilleros considerados por ellos Blancos de Alto Valor Estratégico, (BAVE).
Deliberadamente olvida las innumerables ocasiones en las que han desplegado batallones enteros para dar el «golpe seguro», contra comandantes guerrilleros sin que hayan podido lograr sus objetivos. Olvida también con que sevicia han realizado numerosos montajes judiciales contra inocentes civiles a los que han presentado como colaboradores, milicianos o integrantes de nuestros «anillos de seguridad».
Olvida también a los «hombres-zorro», o «grupos Camaleón» eliminados -a pesar de su formación de elite en los Estados Unidos-, así como el abundante material de inteligencia estratégica que nuestras unidades en Huila, Putumayo, Caquetá, Cauca, Guajira, Valle y Nariño, han recuperado.
Pinzón se echa flores a sí mismo y a su ministerio, pero a Pinzón, ficha del militarismo ultramontano dentro del gabinete, le falta mucho para ser el perdonavidas que pretende ser.
Seguramente así será porque vive de los laureles militares de su padre y del cacareado asunto de haber nacido en un cuartel militar. Lo que no debe llevarnos a olvidar que ni prestó el servicio militar ni conoce mayor cosa de la vida guerrera, lo que pretende disimular con «galones» de gomina y horas de fisiculturismo.
Las actitudes del ministro de guerra dejan pensando hondamente hasta qué punto sus intenciones representan al gobierno Santos en su conjunto, o si éste desarrolla sistemáticamente una política de doble discurso.
Afortunadamente el masivo clamor por la paz expresado el 9 de abril, ha demostrado que todas esas expresiones de hirsuto militarismo como las de Pinzón, son hoy rezagos de un pasado que estamos seguros habremos de superar entre todos y todas. Recapacite Ministro, y comprenda que estamos en la hora de la paz.
(*) Pablo Catatumbo es integrante del Secretariado Nacional de las FARC-EP y de la Delegación de Paz en La Habana.