El dato duro Esta semana la opinión pública se vio bombardeada de información acerca del aumento de las cifras de pobreza y de indigencia expuestos en los resultados de la encuesta CASEN del año 2009. Amplios sectores del espectro político han hecho sus primeros análisis, manifestando ciertos reparos técnicos y aprovechado la contingencia para lanzar […]
El dato duro
Esta semana la opinión pública se vio bombardeada de información acerca del aumento de las cifras de pobreza y de indigencia expuestos en los resultados de la encuesta CASEN del año 2009. Amplios sectores del espectro político han hecho sus primeros análisis, manifestando ciertos reparos técnicos y aprovechado la contingencia para lanzar algunas críticas sobre el manejo político de los pobres en Chile.
El dato duro es que el 15,1% de la población está en condición de pobreza mientras que en el año 2006 era el 13,7%. La indigencia pasó de una 3,2% a un 3,7%. Es decir hoy en día, según los datos expuestos, aproximadamente 2.564.032 chilenos no tienen el ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades básicas (pobres no indigentes) y alimentarias (indigentes). A pesar de que la cantidad de personas en situación de pobreza no es menor, lo que causó realmente alarma en la clase política chilena fue el hecho que estas cifras hayan mostrado que por primera vez desde 1990 la evolución de la pobreza entre CASEN y CASEN mostraba signo positivo (+1,4). El optimismo y la arrogancia de los intelectuales del poder, los políticos y de la clase empresarial parecieran tambalear por un momento.
La reacción de la opinión pública
Pero entendiendo que los datos sólo nos dan un primer acercamiento, resulta de mayor importancia las posiciones e interpretaciones de este aumento tan alarmante. Por el momento los que opinan y se echan la culpa mutuamente son la concertación y el oficialismo. Para unos el gobierno de Michelle Bachelet echó al tacho de la basura el dinero público, malgastándolo, pasando a llevar la dignidad de los más pobres, y aduciendo que este mismo gobierno no hizo crecer suficiente al país y que no focalizó bien el gasto, siendo ineficiente a nivel de políticas públicas. En la otra vereda se defienden aludiendo al escenario de la crisis económica mundial, que los datos eran de esperar, y que si no fuese por la política de protección social lo más probable es que las cifras hubiesen sido peores.
Los más cautos de cada bando, con el claro objetivo de defender la gobernabilidad del bloque dominante, plantean que este es un problema país y que por tanto no se puede prestar para aprovechamientos políticos, como dice la editorial mercurial del día de ayer (14 de Julio): «(…) no debería significar recriminaciones entre Gobierno y oposición, ni tampoco tentativas de ‘blindar’ políticamente al último gobierno de la Concertación». Pero lo más anecdótico es que concertacionistas y aliancistas coincidan en que la crisis económica tuvo mucho que ver, ya que para estos (y para todo el establishment político y económico) es tan inevitable como la ley de gravedad que las crisis económicas afecten siempre a los más pobres. Claro, pareciera ser casi un hecho natural que se proteja y blinde a los grandes propietarios y a la banca privada, que se subsidie a los empresarios, y que los más pobres y los trabajadores terminen absorbiendo en los hechos las consecuencias de una crisis creada por los mismos que hoy se espantan con cifras que hace mucho el mismo pueblo conocía en carne propia.
Pero sumado a todo esto el gobierno derechista pasa a la ofensiva. Para Piñera y su gabinete la respuesta resulta fácil, viene en manual, y significa profundizar lo que la concertación no alcanzó a profundizar, porque si en los hechos el problema pasa por temas técnicos y de eficiencia a nivel de políticas públicas, todo puede solucionarse con el recetario neoliberal. Si el gasto social se mal utilizó, hay que bajarlo lo más que se pueda para hacer eficiente los gastos del erario nacional; si el sistema de protección social es ineficiente, hay que cambiarlo o reformularlo; si el empleo no aumentó, este debe crecer por medio de más empleo, pero también más precarizado y con menores salarios; si la educación ha empeorado, no hay nada mejor que seguir privatizando liceos municipales y eliminar de una vez por toda la educación superior estatal; y por último, si el crecimiento se estancó, se debe aplicar la fórmula mágica que por medio del chorreo nos permitiría superar la indigencia, disminuir las cifras de pobreza y encaminarnos hacia el desarrollo. Claramente lo dijo el Ministro de Hacienda: «aunque aumente el gasto social (…) la superación de la pobreza sólo es posible cuando crece la economía y se crean empleos»
El necesario debate de nuestras disciplinas en torno al tema de la pobreza y la desigualdad
La pobreza no puede ser analizada como un hecho inconexo de todo el entramado social que la condiciona y la determina. Es por esto que de este debate no puede quedar ausente la preocupación por el modelo económico-social, las relaciones de trabajo bajo las cuales funciona y la tremenda desigualdad que genera. No es interés nuestro evaluar técnicamente como funciona la encuesta CASEN -aunque muchos argumentos podrían esgrimirse para plantear que ésta tiende a subvalorar la pobreza en Chile-, más bien lo que importa ahora es desentrañar lo que oculta el debate superficial en que se ha enfrascado la clase política, y creemos que nuestra Facultad puede decir mucho.
La discusión pública en torno a los últimos resultados de la Encuesta CASEN ha relevado un vez más los credos incuestionables de las políticas neoliberales contra la pobreza y ha puesto en evidencia una vez más lo que se piensa es la pobreza desde las altas esferas ministeriales, las cuales hay que decir se encuentran convenientemente alimentadas por buena parte de la producción académica.
Tanto neoliberales oficialistas como de oposición a través de sus declaraciones a la prensa han demostrado consistentemente estar convencidos de que la pobreza es un problema social generado por la acción conjunta de dos fenómenos, por un lado la escasez de oportunidades para emplearse en el mercado de trabajo y por otro, la incapacidad que ciertas personas tienen para aprovechar las oportunidades que existen en el mercado de trabajo. En el diario La Segunda correspondiente al 14 de Julio del presente año, el director de la Fundación para la Superación de la Pobreza, Leonardo Moreno, resume muy bien esta creencia al plantear que el perfil actual de la pobreza corresponde a «a aquellos que, por su permanente estado de vulnerabilidad social, perdieron su trabajo y no logran recuperarlo porque no tienen una capacitación adecuada». En esta misma fecha el presidente Sebastian Piñera señala a través de cadena nacional que «las verdaderas causas de la pobreza y excesiva desigualdad son la falta de buenas oportunidades de empleo, el estancamiento en la calidad de la educación y el debilitamiento de la familia«.
Así, es cómo consecuentemente a esta forma de entender la pobreza las políticas para solucionarla que se plantean se fundan sobre los siguientes pilares: a) el crecimiento económico es el principal motor para combatir la pobreza, puesto que crea empleos; b) el estado debe focalizar recursos en aquellos sectores (llámeseles sectores vulnerables, pobreza extrema, excluidos socialmente, etc.) que se encuentran incapacitados para emplearse, persiguiendo atender necesidades más urgentes y generar su habilitación social o puesta en forma para insertarse en el mercado de trabajo. Por eso es que al revisar la prensa nos encontramos con una enojada Ministra Magdalena Matte (MINVU) afirmando que el aumento de la pobreza demuestra que «la focalización estuvo mal» o más directamente que «la plata no llegó a los más pobres» (La Segunda, 14 Julio 2010), como también con un más oportunistamente reflexivo Senador Eduardo Frei diciendo que «todos sabíamos, y todos los economistas lo sabían, que iba a haber un aumento del nivel de pobreza producto de la crisis del 2008». Por lo tanto, más allá de todo el humo que se levanta en el debate politiquero el consenso es bien firme y es Luis Larraín junto a Paulina Henoch del derechista Instituto Libertad y Desarrollo quienes lo han comunicado con mayor claridad al concluir respecto al aumento de la pobreza que: «Estos resultados muestran que aunque aumente el gasto social, como sucedió en el periodo 2006-2009, la superación de la pobreza sólo es posible cuando crece la economía y se crean empleos. Por esta razón, las políticas económicas favorables al empleo son una herramienta fundamental para derrotar la pobreza. Adicionalmente, debe trabajarse en una mayor focalización y eficiencia de los programas sociales, de manera que éstos sean efectivos para disminuir la vulnerabilidad de las familias con riesgo de caer en la pobreza.» (Luis Larraín y Paulina Henoch: Impactantes cifas. CASEN 2009 y el aumento de la pobreza: la visión de Libertad y Desarrollo)
Sin embargo, una revisión de lo que se ha pensado desde las ciencias sociales en Chile en los últimos años nos apertrecha de reflexiones que estando bien fundadas a través de investigaciones y riguroso trabajo intelectual niegan rotundamente el conjunto de creencias anteriormente analizadas. Es muy cierto que estos elementos no cuentan con la buena prensa ni posicionamiento académico de los intelectuales arrimados al poder, pero no por eso dejan de ser verdaderos sus planteamientos.
Por ejemplo, hace ya muchos años el economista Jacobo Schatán comprobó a través de un sofisticado análisis estadístico que «(…) la vía del chorreo no ha funcionado en el pasado ni funcionará en el futuro.» [i] ¿Por qué? Simplemente porque en base al análisis de los datos acumulados para el año 1997 se calculaba que para que el veintil más pobre a penas superara la línea de la pobreza se necesitaban esperar que pasaran 32 años con un crecimiento económico global de 4,5% y 57 años con un crecimiento económico global de 2,5%, olvidando que para al cabo de eso años la desigualdad socioeconómica crecería de forma más extraordinaria aún. Lamentablemente, aún si quisiéramos esperar que el crecimiento económico solucionara por sí solo la pobreza desentendiéndonos del crecimiento de la desigualdad habría que armarse de paciencia para esperar unos años más porque entre 1998 y 2005 el crecimiento económico fue en promedio 3,5%, tendencia que no ha mejorado actualmente ni pareciera poder hacerlo prontamente. A pesar de estos datos, el presidente de la republica no duda en declarar: «vamos a derrotar la pobreza extrema en nuestro gobierno».
¿Bicentenario sin pobreza? En este modelo económico y con las políticas neoliberales que se han venido implementando es casi un chiste.
Además, habría que considerar que lograr insertarse en el mercado de trabajo tampoco asegura abandonar la pobreza. Al respecto, analizar los datos de la encuesta CASEN 2006, donde sí había una pequeña disminución de la pobreza respecto a la encuesta anterior, alertaba que en entre los hogares indigentes existe un promedio de 0,7 empleos, mientras que en los hogares pobres no indigentes equivale a 1,1 empleos. Sin embargo, obviamente ministros y empresarios no quieren escuchar que el modo en que se trabaja en Chile para producir sus ganancias es un factor que genera miseria. Sobre esto, Rafael Agacino planteó que el empleo flexible es uno de los principales mecanismos que generan pobreza y a la vez que dado que éste es uno de los pilares que sustentan las voluminosas tasas de ganancia de los empresarios, se trata entonces de una pobreza estructural al patrón de acumulación capitalista vigente [ii] . Además, sostenía que la disminución de la pobreza registrada en la década de los noventa se debería principalmente al establecimiento legal de un sueldo mínimo, reactivación económica post crisis a finales de los ochenta y consiguiente apertura de nuevos puestos de trabajo, sumado a las transferencias de ingreso realizadas desde el Estado hacia estos sectores de la población. No obstante, todos esos factores tienen una eficacia histórica limitada, pues son incapaces de anular la pobreza que produce el propio funcionamiento de este modelo económico-social [iii] .
Lamentablemente sobre estas formas de entender la pobreza en Chile nada se ve en la prensa y poco se escucha en la comunidad universitaria, tanto así que en los diarios la cuota de apego científico a la realidad [iv] vino sorprendentemente de un sacerdote en medio del silencio de muchos científicos sociales.
Nuestra propuesta: Una facultad para el verdadero Chile
Pero no sólo proponemos un debate de ideas, también creemos que es necesario pasar a la acción.
El primer semestre se han levantado conflictos de carrera que han permitido diagnosticar que nuestra facultad necesita un cambio real, ya no de buenas intenciones o conversaciones burocráticas, sino que propuestas concretas. Para esto, actualmente levantamos la propuesta de tratar de forma general los distintos problemas que están viviendo las carreras con el objetivo de profundizar las demandas estudiantiles. La mesa de trabajo es una mesa de movilización, es decir, donde los estudiantes debemos ir a plantear nuestras posturas, tanto las exigencias de las dos carreras, como lo discutido por las restantes, donde debemos ser concretos y proponer los lineamientos por donde debe ir nuestra facultad.
Hacemos un llamado por tanto a que las autoridades vean este espacio como una instancia de construcción de ejes estratégicos y políticos para nuestras disciplinas y lo aprovechemos como una oportunidad para que nuestra facultad de una vez por todas le de la cara a Chile y su pueblo. También es una ocasión para que los estudiantes planteemos nuestras demandas y propongamos un cambio real en los lineamientos que se plantea sociales, elaborando una política de investigación interdisciplinaria de facultad y elaborando una propuesta de extensión que permita nuestra vinculación real con el campo popular. Así mismo nos deja el desafío de poder integrar al trabajo el debate nacional acerca de las próximas reformas a la educación, en el que como estudiantes de una facultad de ciencias sociales y educación tenemos mucho que decir.
Creemos que nuestra facultad debe dejar de lado los debates superfluos, superar el personalismo y el individualismo, para tocar los temas que realmente le interesan a Chile. Creemos que hoy la facultad al igual que toda la educación superior le dan la espalda a nuestro país y las mayorías, las causas son muchas y van desde aspectos personales de cada profesor y de las autoridades, hasta la rendición de estos mismos a las políticas mercantilizadoras que han reducido al conocimiento a un mero bien de consumo. Es por esto que con el tema de la desigualdad, de la pobreza, de la educación, y del trabajo, entre otras problemáticas sociales, nuestra facultad debería ir ajustándose al análisis del verdadero Chile, ese que deja mucho que desear y que viste de ropajes de civilización a la más infame miseria.
CECSO – Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
Julio 2010
[i] Jacobo Schatan. «Crecimiento económico, equidad y pobreza en Chile: una visión diferente». En En Sociedad hoy. Revista de Ciencias Sociales, Nº1, vol. 1. Universidad de Concepción, Departamento de Sociología: Concepción, 1997. P. 112.
[ii] Rafael Agacino; Patricio Escobar. Empleo y pobreza: un comentario sobre la experiencia chilena. Santiago, 1997. Disponible en http://www.archivochile.com/Chile_actual/11_econom/chact_econ0011.pdf. [Consultado en 18.07.09]
[iii] Rafael Agacino; Fernando Leiva. Mercado de trabajo flexible. Pobreza y desintegración social en Chile 1990-1994. Universidad ARCIS, Escuela de Ingeniería Comercial: Santiago, 1995.
[iv] «Saber que tenemos más pobres es una noticia dolorosa. Esto vuelve a poner en discusión cuál es el modelo que queremos como país. Mientras tengamos estas tremendas diferencias en la distribución del ingreso, en la equidad, entonces lo probable es que los pobres sigan aumentando». (Rodrigo Tupper, Vicario de la Pastoral Social, en La Segunda del 14 Julio 2010)