Mapuche de la ciudad, poeta y obrero de la construcción, ¿qué podía esperarse de esas identidades, sino una escritura urgente, por momentos, virulenta, siempre irónica y a veces corrosiva? Como decía Edward Said para referirse a la obra del irlandés Yeats, en los poemas de Aniñir Guilitraro, anida la tensión del dominado que se expresa […]
Mapuche de la ciudad, poeta y obrero de la construcción, ¿qué podía esperarse de esas identidades, sino una escritura urgente, por momentos, virulenta, siempre irónica y a veces corrosiva? Como decía Edward Said para referirse a la obra del irlandés Yeats, en los poemas de Aniñir Guilitraro, anida la tensión del dominado que se expresa en el idioma del dominador. David lo sabe y lejos de amilanarse, saca partido de esa incomodidad (Foto de Archivo).
Antes que los versos del poeta mapuche adquirieran cuerpo de libro, su neologismo ya había cruzado la cordillera y recalado en Bariloche. David Aniñir Guilitraro no podía saber que estaba acuñando un nuevo término, una palabra que se escaparía de las fronteras de sus poemas y que viajaría inclusive, más allá de toda lírica. Al igual que sus antepasados antes de las usurpaciones, el vocablo «mapurbe» hizo caso omiso de la Cordillera de los Andes y levantó su toldo donde más quiso. En Bariloche por ejemplo, para darle nombre a una publicación a la cual la denominación «fanzine» le queda chica.
«Mapurbe, venganza a raíz» se llama el reciente libro de poesía que Aniñir Guilitraro editó en forma autogestionada en colaboración con otros cofrades. Antes de que el volumen físico -el objeto tangible- llegara a orillas del Nahuel Huapi, las jóvenes del Equipo de Comunicación Mapuche, que lleva la misma denominación, se habían encargado de difundir la nueva palabra, el término que constata una realidad que para un pueblo milenario, no deja de ser reciente.
«Somos mapuche de hormigón / Debajo del asfalto duerme nuestra madre / Explotada por un cabrón…» Así comienza el poema que le da nombre al libro. «Nací en la mierdópolis santiaguina el 29 de agosto de 1971, día domingo, resido en la comuna de Cerro Navia. Mis padres son Pedro Aniñir Millahual, originario de Cholchol, fallecido, y María Guilitraro Puralef, proveniente de Fresia, provincia de Llanquihue, ella sobrevive con dignidad», dice el poeta, como para dejar en claro su «tuwün» (origen).
El inicio de su relación con la expresión escrita está alejado de todas las convenciones: «Mis primeras escrituras fueron las cartas que le redactaba a mi madre en su necesidad de contactarse con los parientes de su tierra sureña, esto a la edad de 11 años». Luego, dice David, «tras duros porrazos cursé enseñanza media en la nocturna y trabajé en la construcción. Actualmente estudio Gestión en Educación Social y sigo laburando en la ‘constru'».
Mapuche de la ciudad, poeta y obrero de la construcción, ¿qué podía esperarse de esas identidades, sino una escritura urgente, por momentos, virulenta, siempre irónica y a veces corrosiva? Como decía Edward Said para referirse a la obra del irlandés Yeats, en los poemas de Aniñir Guilitraro, anida la tensión del dominado que se expresa en el idioma del dominador. David lo sabe y lejos de amilanarse, saca partido de esa incomodidad.
Rock e Identidad
«Mi labor como activista cultural mapuche se ha expresado en diversas acciones, como el montaje de la obra fotopoética ‘Tukulpan fachantu’, formando parte de la agrupación de música y danza mapuche Purrun Rakiduan, con quienes grabamos junto a la banda Los Miserables». Entre otras vicisitudes, el autor destaca que fue miembro «del Colectivo Cultural Odiókratas, con quienes desarrollamos múltiples actividades en las poblaciones (barrios populares) vinculadas al rock y el fortalecimiento de la cultura popular y la identidad mapuche».
Nos dice el poeta que su formación es autodidacta y que ha distribuido sus poemas de manera independiente. «Parte de mi trabajo se ha difundido en España, Bariloche, Neuquén, Temuco y Valparaíso, a través de antologías y medios de comunicación». Algunos de los versos de «Mapurbe» se incluyeron en la antología «20 poetas mapuches contemporáneos», compilación hecha por Jaime Huenún (LOM).
Recientemente, la poeta chilena Verónica Zondek, trajo ejemplares de ese trabajo y los exhibió en el Festival Internacional de Poesía que se llevó a cabo en Bariloche, con la participación de decenas de escritores de toda la región y también Chile. Será difícil encontrar en esta ciudad algún ejemplar de «Mapurbe, venganza a raíz» pero no imposible. Ya lo dice el lugar común: el que busca encuentra.
«Lo que intento es plasmar en mi expresión literaria de autoformación mi poesía, con un montón de mezclas y transculturaciones que hemos tenido como generación que ha nacido en la ciudad, como jóvenes mapuches. A partir de esa expresión yo también me sitúo y la expreso a través de mi poesía, que es gutural, irónica. Creo que la diferencia -no en el sentido de quererme diferenciar porque igual soy parte de esta camada de poetas mapuches que se expresan desde sus facetas- es que lo hago desde una realidad mapuche urbana poblacional (barrial). Marginalidad pero que busca no marginarse», definió David en declaraciones al periódico «Azkintuwe».
De «Mapurbe» dijo Leonel Lienlaf, uno de los poetas mapuche más difundido y respetado: «Aniñir, sentado sobre su periferia, construye el centro de su universo con sus palabras, construye de su caída el camino de retorno, balbuceando palabras en mapudugun, aferrándose al recuerdo de la noche y las historias olvidadas de la tierra. Mapurbe nos viene entonces con palabras fuertes, como latigazos, no como plegarias, sino como sacudida envalentonada, como el despertar de una pesadilla en el que los espíritus externos molestan nuestros sueños».