Se trata de la última obra que el poeta escribió antes de su muerte
El pasado 2011 fue el año elegido para dedicarle a Lois Pereiro el Día de las Letras Galegas. A esa conmemoración se sumó Libros del Silencio publicando su obra completa en edición bilingüe. A ello hay que añadirle la reciente edición, también por la misma editorial, de su último libro de poemas «Poesía última de amor y enfermedad». Todo ello ha servido para poner sobre las mesa y reivindicar la voz radical de este escritor nacido en 1958 en Monforte de Lemos (Lugo).
El deslenguado grupo punk Novedades Carminha canta en «Mata ao teu pai» «Uso gafas Castelao para ler a Lois Pereiro». Un claro ejemplo de lo que significa su figura, no obstante la canción de forma irreverente e irónica muestra ese intento de parte de la cultura gallega de alejarse de sus clásicos y de sus estructuras. En ese contexto tiene especial importancia el nombre de Lois Pereiro, que aunque es innegable la sombra de autores pasados en él, supone también una ruptura clara, contundente e innovadora en la lírica galega.
A pesar de que a alguien le pueda asombrar, e incluso escandalizar, la relación entre el rock y la poesía, en este caso (sucede parecido con autores contemporáneos suyos como Leopoldo María Panero o Haro Ibars) es muy evidente, ambas disciplinas se entrelazarán en la obra del poeta gallego. Sirva como ejemplo la colaboración con su hermano en sus proyectos musicales o su relación con gente como Antón Reixa (Os Resentidos, Nación Reixa).
«Poesía última de amor y enfermedad» es el último libro que escribió en vida. Si habitualmente ya tiene su complicación acercarse a una temática relacionada con la muerte, se multiplica cuando se hace desde el convencimiento de que pronto le llegará a uno. Precisamente es la situación que vive Lois Pereiro a principio de los noventa (fallecería en 1996) cuando realiza estos versos, intoxicado por el sangrante caso del aceite de colza sumado a sus problemas derivados del SIDA, su salud da los últimos coletazos.
Pero como no podía ser de otra manera el gallego afronta esta temática desde una perspectiva peculiar y personal, y más desde un enfoque reflexivo que dramático. Valga como ejemplo los versos de Carver que sirven para ilustrar el comienzo de la obra, en los que el norteamericano se pregunta por el legado humano que dejará al irse, algo similar a lo que hace Pereiro al escribir «Solamente / intentaba conseguir / dejar en la tierra / algo de mí que sobreviviese». A la vez asume conscientemente su situación, apartando el presente (escaso ya) y pasado y acercándose al futuro al que define «por fuerza ajeno a mí».
La segunda parte del libro hará referencia al amor, pero dentro del contexto en que se mueve lo hará desde un punto nostálgico y desde la perspectiva de fugacidad, elemento común en la escritura y vida de Pereiro, que suela ir aparejado a la intensidad («un acto de amor es un fluido urgente»), de ahí las referencias a obras como la película de David lean «Breve encuentro», e inevitablemente a la inestabilidad (¿Qué le puedo ofrecer a quien me intente / si soy un hilo / suelto de la esperanza?).
Un amor que también se manifestará como reivindicación política («Amor y sangre en Chiapas»), hecha siempre desde el cariño o la cercanía, y como empatía con aquellos que viven en los márgenes, en este caso las prostitutas («S.O.S. racismo estético y moral»). Y entre todo ello auténticas gemas de romanticismo visceral y curiosamente vital, «cada una de sus noches por vivir / sería la última / la única esencial / si pudiese vivirte a ti también».
En un último momento del libro el autor reflexiona sobre lo vivido y mostrando su carácter y en definitiva su verdadera esencia por medio de versos como «Que la vida no me sorprenda jamás / desprevenido callado y neutral «o «incluso el infierno rechazó admitirme / por no cargar conmigo, / denegando mi solicitud». Todavía mas rotundo se muestra en el poema «El corredor de fondo pierde el aliento» que hace la función de epitafio o las contundentes y bellas palabras que cierran esta obra, «Escupidme encima cuando paséis / por delante del lugar donde yo repose / enviándome un húmedo mensaje / de vida y de furia necesaria».
Lois Pereiro nunca se dejó ver en demasía por los círculos literarios de alto copete, ni falta que hacía, su arte no se nutría de la endogamia sino de la pura vida. Eso se hace patente de forma clara en su obra, sin que eso signifique una falta de técnica, muy al contrario, sus versos mezclan la rabia, la belleza o la intensidad en una búsqueda de formas vanguardistas pero con la herencia del clasicismo.
Fuente: http://www.tercerainformacion.