Recomiendo:
0

Polémica con el PC: ¿del binominal al «trinominal»?

Fuentes: www.clasecontraclase.cl

La discusión sobre la modificación del binominal cobra ribetes absurdos. La Concertación, que se presenta falsamente como «amigos del pueblo», y posa de democrática, rechazó la propuesta Boeninger porque perjudicaba los feudos electorales de los parlamentarios (ver CcC n° 96). El Mercurio, expresando el pensamiento de la derecha, llega al colmo de decir que la […]


La discusión sobre la modificación del binominal cobra ribetes absurdos. La Concertación, que se presenta falsamente como «amigos del pueblo», y posa de democrática, rechazó la propuesta Boeninger porque perjudicaba los feudos electorales de los parlamentarios (ver CcC n° 96). El Mercurio, expresando el pensamiento de la derecha, llega al colmo de decir que la igualación artificial por el binominal de aquella lista que obtiene el 34% de los votos con aquélla que la dobla obteniendo el 66% no es antidemocrático: «Es errado creer que un sistema electoral binominal – en cuanto otorga a la lista que reciba el 34% de los votos el mismo número de escaños (uno) que a otro que obtenga 66%- sería ‘antidemocrático’ siempre y en general» (Mercurio, 13/8). Desde esta admisión de desprecio absoluto por normas democráticas elementales, es que plantean que lo único admisible es perfeccionar el binominal. Datos y datos se suman.

En el mismo artículo se señala que considerando la votación total de los dos grandes bloques, la proporción de diputados no difiere más que en un 2,6%. La Concertación trajo a un experto electoral (Dieter Nohlen) que pontificó que no hay régimen en sí mismos deficiente o no, y que el binominal no es un mal sistema electoral, proponiendo algunos retoques para perfeccionarlo. La discusión de si es antidemocrático o no, quedó saldada para la derecha con este desprecio por normas básicas de cualquier democracia, pasando a discutir que lo importante era si un sistema electoral da gobernabilidad o no. La Concertación la saldó en parte negándose a que se modifiquen sus feudos electorales, y escudada en que la derecha no quiere una modificación sustantiva. La Concertación plantea igual, que es necesaria una corrección por el riesgo de explosiones sociales difíciles de contener si se arrincona a la izquierda del régimen. Para esto, la aristocrática derecha propuso su insólita solución: que el PC se incorpore a la Concertación. Ante esta respuesta, la Concertación redobló su presión: Bachelet habló de un plebiscito. La derecha, que no quiere al pueblo trabajador más que amordazado, se negó con horror de patrón de fundo. La Concertación retrocedió. Todo se encausó y las negociaciones de salón se retomaron. Para éstas, RN y la UDI declararon que quieren que el PC esté presente.

¿Y esta amplitud? Nace de querer limitar la modificación del binominal. No quieren terminar con el desprecio antidemocrático que significa equiparar los votos del 34% a los votos del 66%. No. Quieren algo más limitado. Esto es lo que llaman «perfeccionar» el sistema electoral binominal. Y con ésto nos quieren decir algo así: que la modificación al binominal se limite apenas a ceder un cierto número de sillones del parlamento. Porque prefieren ceder un poco que verse presionados a tener que ceder más.

Así, casi todos saldrían ganando algo: la derecha que la modificación al binominal sea así de limitada. El PC, que accedería al Parlamento (y el PC, en las declaraciones hechas hasta el momento, accedería a esta variante). Quien no saldría ganando es la Concertación: porque, como decimos, de esta manera, se limita la modificación al binominal, se quita la bandera de agitación de la Concertación (la exclusión del PC), y se impide avanzar a un sistema que exprese más fielmente lo que exprese una votación popular, en la que- hoy por hoy- saldría más beneficiada la Concertación. Es decir, se mantendría el artificio de equiparar 34% a 66%, adicionando algunos escaños más para el PC. De esta forma, se pasaría de un sistema binominal a una especie de sistema «trinominal» en el que tan sólo se incorpora una tercera fuerza (¡lo que siempre proclamó ser el PC!), el mismo PC. El resultado total (que el PC aceptaría), es que así las cosas, queda intocada la esencia antidemocrática de este sistema así perfeccionado.