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Por fin existe un movimiento feminista estudiantil en Chile

Fuentes: Rebelión

La historia del movimiento feminista es larga y está marcada por hitos reconocidos. Recientemente hay un resurgimiento planetario de la acción de género que va acompañada con el desarrollo de un pensamiento de la condición femenina. Que viene del siglo XVIII, con el auge de la Razón. En Chile las situaciones de acoso y violencia […]

La historia del movimiento feminista es larga y está marcada por hitos reconocidos. Recientemente hay un resurgimiento planetario de la acción de género que va acompañada con el desarrollo de un pensamiento de la condición femenina. Que viene del siglo XVIII, con el auge de la Razón.

En Chile las situaciones de acoso y violencia denunciadas por jóvenes mujeres del medio televisivo y universitario han sido la chispa de este movimiento social. Éste último ha pasado a la acción con tomas de facultades y escuelas para no sólo quedarse en ataques ad hominen sino que para dejar bien claro que la violencia contra las mujeres «es un fenómeno estructural».

«Ni Putas ni Sumisas», con ese nombre provocador nace el 2005 en Francia un movimiento feminista después de las manifestaciones contra la violencia en los barrios.

Lo de Hollywood es bastante conocido por lo mediático de los casos de denuncias colectivas e individuales, pero sin ir a la calle. Menos conocidas son las manifestaciones de mujeres de febrero en la ciudad de Córdoba, Argentina. Que sorprendieron.

En España se ha fortalecido el movimiento de mujeres tras conocerse el fallo de la justicia que condena a los 5 integrantes de «la manada» a sólo 9 años por «abuso sexual continuado» y no por violación. Fue la razón por la que colectivos de mujeres convocaron a protestas en toda España y representantes de todos los partidos políticos se manifestaron en contra de la decisión judicial.

El movimiento en Chile ha impactado por su capacidad de convocatoria y la facilidad para expandirse. Este toca sobre todo a las hijas de las clases medias en los centros universitarios dónde hay condiciones para organizarse.

Un movimiento social se construye siempre a través de la toma de consciencia de un perjuicio o daño a la identidad instituida. En el proceso mismo se va construyendo otra subjetividad sensible a la opresión específica. Se identifica al opresor, se libera la palabra, se construye un relato, se insiste sobre el concepto de igualdad, se reivindican derechos, se exige reconocimiento ante las instituciones e igualdad ante la ley junto con promover nuevas. Lo hizo el movimiento obrero, el movimiento de igualdad de derechos de los afroamericanos, los movimientos de liberación nacional y el movimiento indígena en Chile como vemos sigue luchando.

Porque el poder de los poderosos es también el poder de escoger las palabras para nombrar la realidad. En España los jueces miembros del poder judicial tradicional hablaron en su sentencia de «abuso sexual continuado». Si los hechos de violencia sufridos por la víctima hubieran sido designados como violación, la condena hubiera sido mayor.

La oposición a estos movimientos emancipadores se expresa a través de la ideología dominante que en el caso del movimiento feminista viene de la ideología patriarcal-conservadora, machista o masculinista. No faltan los escritores, políticos o columnistas que atacan al movimiento feminista de denuncia y lucha contra la opresión ya sea con burdos argumentos, otros con aparentes sutilezas o figuras de estilo. Ambas reacciones surgen de los clásicos estereotipos basados en la relación de poder tradicional.

Cuando un movimiento social de mujeres levanta la cabeza, remece tanto los cimientos del poder como los pilares confortables de la masculinidad cultural en la que hemos sido socializados. Esperemos que el movimiento feminista chileno estudiantil no se quede en los recintos universitarios sino que se despliegue a las empresas donde están las trabajadoras (que viven la opresión-género/explotación-económica), como a las iglesias, oficinas, barrios, comunidades de inmigrantes y a todas las instituciones donde las relaciones de poder determinan la desigualdad de género.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.