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Tras la muerte de Angel Parra el pasado 11 de marzo

«Por las víctimas sigo cantando»

Fuentes: Punto Final

A los 73 años falleció en París el compositor, cantautor y escritor Angel Parra, miembro fundador de la Nueva Canción Chilena -en los años 60- y de la mítica Peña de los Parra, que funcionó hasta el golpe de Estado de 1973. Angel era hijo de la folclorista y cantautora Violeta Parra y del ferroviario […]

A los 73 años falleció en París el compositor, cantautor y escritor Angel Parra, miembro fundador de la Nueva Canción Chilena -en los años 60- y de la mítica Peña de los Parra, que funcionó hasta el golpe de Estado de 1973. Angel era hijo de la folclorista y cantautora Violeta Parra y del ferroviario Luis Cereceda Araneda. Nacido en Valparaíso en 1943, como Luis Angel Cereceda Parra, murió de un cáncer pulmonar con el que luchaba desde hace algunos años.

Angel Parra desde niño demostró su íntima relación con la música. La cultivó acompañando a su madre en su peregrinar por Chile y luego por Europa, en 1961. Con su hermana Isabel conformaron un dúo que dio grandes frutos musicales. Antes había vivido un tiempo en Uruguay, allí se relacionó con músicos como Alfredo Zitarrosa. Todo esto lo recuerda en su último libro: Mi Nueva Canción Chilena (Catalonia, 2016).

De regreso al país en 1964, se dedicó a desarrollar su proyecto musical poniendo énfasis en lo popular. En 1965 junto a Isabel dan vida a la legendaria Peña de los Parra, en la calle Carmen 340 de Santiago, lugar habitual de encuentro nocturno de políticos de la Izquierda chilena. Los acompañaban Patricio Manns y Rolando Alarcón, Víctor Jara y otros valores de la música popular chilena y latinoamericana. En aquel espacio se manifestó en toda su dimensión la Nueva Canción Chilena, movimiento musical cuya repercusión traspasaría las fronteras. En décadas posteriores Angel Parra y otros integrantes de la Nueva Canción compartirían público con destacados trovadores latinoamericanos. Sus canciones fueron grabadas por solistas y conjuntos de los cinco continentes. La Nueva Canción fue un movimiento musical y político que interpretó a las distintas corrientes de la Izquierda. Sus integrantes adhirieron a la Unidad Popular y participaron activamente a favor del gobierno del presidente Allende.

Angel Parra -que en los 70 simpatizaba con el Mapu- mantuvo siempre sus convicciones de Izquierda. En entrevista con Punto Final en 2003 (PF 557) afirmaba respecto al compromiso político: «(…) eso aún lo creo legítimo. Y en mi caso -yo no quiero imponerle a nadie mi pensamiento- he dedicado mi vida a esto y creo que los artistas deben tener este compromiso, porque se sustenta en algo tan legítimo como es la justicia, como es el amor».

En 1973 los militares golpistas buscaron arrasar con todo lo construido por el gobierno de la Unidad Popular, incluidas la música y la literatura, procediendo a quemar libros y discos. Los miembros de la Nueva Canción Chilena fueron perseguidos. Víctor Jara fue asesinado. Otros partieron al exilio. Angel Parra fue detenido y llevado al Estadio Nacional y luego al Campamento de Prisioneros de Chacabuco, en el desierto de Atacama. Participó activamente en las manifestaciones culturales que organizaba el Consejo de Ancianos, una autoridad elegida democráticamente por el millar de prisioneros de ese campo. Fue el creador del Conjunto Chacabuco: voces, guitarras y charangos en que además de Parra participaban el ingeniero agrónomo Marcelo Concha (más tarde asesinado por la Dina), el economista Julio Vega Pais (recientemente fallecido), el médico Manuel Ipinza y Ricardo Yocelevsky (que vive en México). Aparte de actuar en los shows de los domingos en Chacabuco, el conjunto acompañaba las misas que celebraban capellanes militares. Para esas actividades, Angel Parra compuso la cantata La Pasión según San Juan. Al decretarse su libertad, Parra se despidió de sus compañeros con la canción «Alma de Chacabuco» que fue grabada por Luis Alberto Corvalán Castillo, Domingo Chávez Navarro y Guillermo Orrego Valdebenito. Una copia clandestina logró llegar a Europa, donde fue difundida.

Angel Parra en libertad trabajó un tiempo como chofer de camión y distribuidor de vinos. Salió al exilio y fue acogido en México (donde se ganó la vida tallando puertas de madera) y luego se estableció en Francia, donde recuperó su quehacer vital: la canción. Desde el exilio nunca cejó en denunciar el genocidio de la dictadura ni de participar en las actividades de solidaridad con la resistencia en Chile. En su última entrevista en Punto Final (PF 687), diciembre de 2016, decía sobre la recuperación de la democracia: «No me siento en condiciones de dar respuestas definitivas hoy por hoy en torno a nada. No fueron capaces los políticos y dirigentes de esa época de estar a la altura de lo que el pueblo dijo con 17 años de lucha, miles de muertos y más de un millón de exiliados, pero la historia es como la memoria, nos perseguirá hasta el fin del camino». Luego agregaba: «La justicia sigue siendo justicia de clase (…) El poder económico, el poder eclesiástico, el poder de los medios de comunicación, no permitirán jamás que las víctimas tengan tribuna. Es por esa razón que sigo cantando y escribiendo».

El artista pudo regresar a Chile en 1989, aunque siguió residiendo en Francia. Sus visitas y actuaciones en distintos escenarios se hicieron cada vez más regulares. Siguió grabando y publicando libros. En 2004 fue galardonado, junto a su hermana Isabel, como Figura Fundamental de la Música Chilena.

Nunca perdió la esperanza de un mundo mejor. En 2003 afirmaba a PF: «Yo creo que si perdemos la utopía, esa capacidad de ver un mundo mejor, estamos jodidos. Hay que mantener, incluso en los peores momentos, una actitud positiva y optimista frente a los problemas e injusticias. Pienso en mis nietas; cuando digo ‘Venceremos’ pienso en ellas, no estoy pensando en mí. Es decir, son los jóvenes los que tienen que tomar la bandera y seguir adelante. Ellos son el futuro».

La obra que nos dejó fue abundante y trascendente. Grabó más de cincuenta discos, entre ellos destacan Oratorio para el pueblo (1965); Canciones de amor y muerte (1998); Pisagua (1973); Antología de la canción revolucionaria (1992); A los niños de Chile (1993) y Violeta se fue a los cielos (2006). Entre sus libros podemos mencionar Dos palomitas y una novelita corta (2002), Manos en la nuca (2005); Violeta se fue a los cielos (2006); El clandestino de la casa roja (2008) y Bienvenido al paraíso (2013).

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 871, marzo 2017.

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