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Por otra democracia

Fuentes: otrarealidad.net

Se dice que Arístides fue uno de los padres de la democracia y su primera víctima. Nacido en Atenas en el 540 antes de nuestra era, estratega (jefe) de la batalla de Maratón, destacó en el mundo griego por su carácter justo y su moralidad inquebrantable, que le valieron el sobrenombre de «El Justo». Su […]

Se dice que Arístides fue uno de los padres de la democracia y su primera víctima. Nacido en Atenas en el 540 antes de nuestra era, estratega (jefe) de la batalla de Maratón, destacó en el mundo griego por su carácter justo y su moralidad inquebrantable, que le valieron el sobrenombre de «El Justo». Su gran enemigo fue Temístocles, demagogo de hábil lisonjeo.

Temistocles lanzó el bulo de que Arístides estaba henchido de ambición desmesurada, y si lo dejaban instauraría la dictadura. Consiguió que lo sometieran a la prueba del ostracismo.

El ostracismo era un resorte democrático. Cualquier ciudadano podía pedir ese procedimiento para alejar a un político de la escena dirigente. Se reunían los habitantes en el ágora, se les daba una tablilla en forma de ostra y en ellos escribían el nombre del personaje que deseaban ver expulsado. Un anciano analfabeto se acercó a Arístides para que le escribiera el nombre de Arístides en la tableta. ¿Pero qué le hizo a usted ese Arístides?, le preguntó Arístides. » Nada, pero ya estoy harto de que le llamen el Justo.» Arístides se lo escribió y puso su condena en la urna del jardín. Ahí surgió, a mi entender, la célebre pregunta que nos hacemos desde hace unos cuarenta años: ¿Qué vale más, el voto de una portera (con todos mis respetos, pero se formulaba así), o el de Jean Paul Sartre»?, paradigma del intelectual implicado en los asuntos de la ciudad.

Cuentan lo mismo, evidentemente, y no puede ser de otro modo. La solución para el poder, cualquiera que sea, es convertir a todos los ciudadanos en porteras (es simbólico, por supuesto): meter a un zorro en un gallinero democrático. Se declara sacrosanta libertad de expresión, pero casi todas las empresas periodísticas están en manos de las grandes firmas (constructores de armas, bancos, fabricantes de cemento, distribuidores de agua) que no van a tirar piedras sobre su tejado. Se promueve la telebasura y en cuanto a lo esencial, ni un solo periodista puede salirse el carril. Se lo dice alguien que ha tenido que dimitir dos veces por presiones directas en la época del ministro de Información Fraga : una ver dimití del diario del opus aperturista «El Alcázar» cuando mi paisano entregó esta publicación a la Hermandad de Defensores del Alcázar, y otra de Radio Nacional de España. Participaba yo en los multiplex que dirigía desde Madrid el franquista y coruñés Victoriano Fernández Asís. Pretendía éste que informara sobre los comentarios favorables en Francia a la designación de Juan Carlos como heredero de la Corono. No hay ninguno. Pues invéntalos. Y me fui.

Esta democracia está funcionando de maravilla en Francia. El Estado y los medios de «desinformación» hacen campaña descarada en favor del «si» a la Constitución europea. El tiempo dedicado en las cadenas de televisión en favor del «no» es de 29%, mientras que el del «si» es de 71% cuando ambos están empatados en los sondeos. Tanto se pasan que anteayer intervino por televisión la viuda de François Mitterrand para implorar que no hagan hablar a los muertos. Ella votará no y leyó unas líneas del antiguo presidente que van en ese sentido.