En el mes de junio del pasado año, unas semanas antes de la agresión de Israel contra Líbano, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, viajaba a Israel en visita oficial y descubría las bondades de la tecnología israelí, a través de una entrevista con el Alto Comisionado del Agua, con la cual iba […]
En el mes de junio del pasado año, unas semanas antes de la agresión de Israel contra Líbano, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, viajaba a Israel en visita oficial y descubría las bondades de la tecnología israelí, a través de una entrevista con el Alto Comisionado del Agua, con la cual iba a conseguir un aumento de la lluvia mediante el bombardeo de las nubes con yoduro de plata. Parecía que esta era la fórmula mágica para resolver la sequía que afectaba a la Comunidad y garantizar el suministro a los diversos campos de golf que de forma tan efectiva está impulsando durante su mandato.
Esta visita fue difundida con la habitual campaña publicitaria, pero los asesores de campaña no le informaron de que esta tecnología es de sobra conocida. Se usó en la guerra de Vietnam por parte del ejército norteamericano, que bombardeaba las presas de Vietnam del Norte y luego pretendía provocar lluvias torrenciales para inundar zonas pobladas y campos de cultivo. Ángel Rivera, portavoz del Instituto Nacional de Meteorología (INM), comentaba la noticia diciendo «Hay mucha controversia científica sobre el tema (…) En realidad, no está probado que la relación entre coste y beneficio aconseje la implantación de este sistema» y recordaba que «el experimento más importante con este método se hizo en España en 1976, en la cuenca del Duero», por parte de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y se llegó a la conclusión de que «no se podía probar la efectividad, no había resultados concluyentes».
La presidenta no visitó durante su viaje el muro que Israel construye para aislar a los palestinos, no conoció los campos de refugiados ni ninguna casa demolida por el ejército israelí como represalia, ni ningún campo donde se arrancan los árboles de los campesinos palestinos. Tampoco fue informada de que el acceso al agua es un secreto militar israelí y la población palestina tiene limitaciones para perforar pozos, arreglar sus fuentes e incluso construir aljibes, ni de que la economía israelí derrocha el agua en el riego de jardines de tipo inglés en los asentamiento de colonos en zonas semidesérticas y que la mayor parte del consumo del agua se destina a una agricultura no sostenible que aporta sólo el 3% del PIB.
Durante la invasión del Líbano y mientras Israel atacaba de forma masiva a la población civil y las infraestructuras libanesas, J.M. Aznar hacía las primeras declaraciones en las que pedía que la OTAN, de la cual tendría que formar parte el Estado de Israel, era la que debería llevar a cabo los bombardeos del Líbano. Tras el fracaso militar y diplomático de la agresión israelí, no volvió a hacer declaraciones sobre este tema. Durante la agresión, la postura del Partido Popular fue absolutamente errática, empezó con un apoyo incondicional a la agresión y una crítica exacerbada a la actitud del gobierno español, pero ante la evidencia de la condena internacional y de las imágenes con los cientos de civiles muertos y cientos de miles de desplazados por los ataques, tuvieron que dar marcha atrás y hacer declaraciones matizadas que ponían toda la responsabilidad en el lado de la guerrilla libanesa de Hezbolá.
En los primeros meses de 2007, la campaña pro israelí del PP se ha ampliado y está siendo liderada por el propio J.M. Aznar, el cual mantiene viejas relaciones con los sectores más conservadores de Israel y fue nombrado doctor honoris causa en 2005 por la Universidad Bar Ilán de Israel, la única de orientación conservadora.
El día 23 de enero J.M. Aznar publicaba en diversos diarios italianos como Il Messaggero o Il Gazzettino el artículo titulado «Perché sto dalla parte di Israele», en el que el autor evidencia su apoyo incondicional a la política agresiva del Estado de Israel que se mantiene gracias al apoyo de la Administración Bush. El artículo no ha sido publicado en medios españoles, aunque sí algunas referencias periodísticas.
La publicación en la prensa italiana y la fecha elegida no era casual, coincidió con la celebración del Yom HaShoah, el día del recuerdo de las víctimas del holocausto nazi que se celebra el 27 de enero con multitud de actividades en Italia. Su edición encontró facilidades gracias al apoyo del holding para el que trabaja: el grupo controlado por Rupert Murdoch -australiano de madre judía-. Éste tiene una enorme influencia en múltiples medios de comunicación italianos que configuran un autentico lobby mediático proisraelí (1), y tiene fácil acceso a los informativos de las diversas cadenas de televisión desde el TG1 (RAI) a Canal5, a la radio Radicale (emisora del Partido Radical financiado por Israel) y a diarios tan influyentes como La Repubblica, L’Unità o La Stampa.
En su artículo, J.M. Aznar establece tres puntos para posicionarse del lado de la política sionista de Israel:
– Es proisraelí por ser pronorteamericano y dice «Hoy, de hecho, ser antinorteamericano y antisemita es prácticamente la misma cosa»; de esta forma, además, intenta confundir intencionadamente antisemitismo con antisionismo e invalidar las crítica que desde múltiples lados se hacen al Estado de Israel al comentar que «Israel es considerado (por la izquierda) un apéndice de los Estados Unidos, el antiamericanismo visceral acaba confundiéndose con la animadversión por el estado judío».
– Apoya a Israel porque es atacado por el gobierno de Irán e identifica a su presidente Mohamed Ahmadinejad, en concordancia con las campañas de Washington, con todos los riesgos existentes para la paz mundial. Los argumentos son conocidos, su programa de desarrollo de la energía nuclear, sus críticas a Israel o su negación del holocausto judío. Llegando, con un discurso claramente populista, a identificarlo con Adolf Hitler.
– Por último, es proisraelí como consecuencia de una teoría de geoestrategia sacada de la época de las Cruzadas. En su artículo dice: «Por esto es tan importante defender a Israel. Porque, al encontrarse en Oriente Medio, es una nación plenamente occidental y su desaparición significaría la pérdida de nuestra posición en esta área del mundo y, con toda probabilidad, el inicio de un ataque contra nosotros.» No deja de tener importancia su ataque directo contra el pueblo palestino, al que identifica directamente con el terrorismo cuando escribe: «Hoy Israel está expuesto a múltiples amenazas. Los palestinos y los terroristas suicidas, el islamismo de Hezbolá al norte, Al Qaida al sur, cada vez más presente en Jordania, sin contar el fundamentalismo iraní. Un elemento les une a todos: el antioccidentalismo». Idénticas teorías ha utilizado cuando al hablar de los atentados islamistas del 11-M en Madrid, los relacionaba con el supuesto odio, según él, que los pueblos árabes tienen a España por la llamada Reconquista.
En el artículo, en el que se vanagloria de su relación con «Mi buen amigo Bibi Netanyahu (ex primer ministro de Israel y general en la reserva)», no se hace ninguna mención a los métodos del Estado de Israel, a su condenas internacionales, al genocidio contra el pueblo palestino, a los asesinatos selectivos y a las violaciones permanentes de los derechos humanos de los ciudadanos/as árabe-israelíes, a los que se persigue y se amenaza incluso con perder la ciudadanía por el mero hecho de contraer matrimonio con un ciudadano/a jordano, sirio o libanés.
Este posicionamiento no es ni nuevo ni original y coincide con el cambio de postura de los partidos más derechistas europeos. Según dice Mauro Manno, «Hoy, cuando la derecha histórica es proisraelí porque es proimperialista y proestadounidense, la izquierda está desubicada. Los antisemitas históricos se han vuelto filosemitas, Fini y la mismísima Mussolini son buenos amigos de Israel y acusan a la «izquierda» de haber traicionado a Israel y haberse situado conscientemente del lado de los «terroristas». De modo que hoy los únicos «antisemitas» son los antiimperialistas, los llamados «antiamericanos» que se oponen al sionismo y a Israel».
Simultáneamente a la publicación de su artículo, J.M. Aznar daba una conferencia en el Foro Herzlyía de Tel Aviv, principal foro de debate sociopolítico israel. En ella reiteraba su petición de la incorporación del Estado de Israel a la OTAN y confirmaba la colaboración entre este organismo e Israel al decir: «Sé que ya se han dado algunos pasos el año pasado de acercamiento entre la OTAN e Israel, pero no creo que Israel deba entrar en la Alianza por la puerta de atrás».
Su actitud ha sido recompensada de forma inmediata y acaba de recibir el premio del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional (JINSA) que le ha premiado oficialmente por su «liderazgo global». La fundación que preside, la FAES, ha sido clara en los motivos del galardón al comentar que «el reconocimiento se debe a las propuestas internacionales que ha planteado en los últimos meses, en especial el informe de reforma de la OTAN».
Este Instituto con sede en EE. UU., la unión entre las entidades conservadoras creadoras de opinión (think-tanks) y el lobby de Israel de Washington, que apoya al partido de ultraderecha Likud, y financia a muchos expertos no judíos de Defensa, quienes hacen constantes viajes a Israel en carácter de consultores. Fundado en 1976, y en su junta directiva está presente el vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, y los neoconservadores Paul Wolfowitz, Richard Perle, el subsecretario de Estado, John Bolton, el subsecretario de Defensa, Douglas Feith, Michael Ledeen, la antigua embajadora en las Naciones Unidas Jeanne J. Kirkpatrick, Stephen Bryen, Joshua Muravchik, Eugene Rostow y el ex director de la CIA James Woolsey, además de varios generales y almirantes retirados.
Referencias: