Acaba de asumir la presidencia de Chile Sebastián Piñera Echeñique, un empresario de la derecha que logró sumar tras su candidatura a todo su sector, desde el pinochetismo nostálgico de ultraderecha hasta lo que se llamó la derecha social, pasando por una amplia gama de opciones liberales. Unir a la derecha fue unos de sus […]
Acaba de asumir la presidencia de Chile Sebastián Piñera Echeñique, un empresario de la derecha que logró sumar tras su candidatura a todo su sector, desde el pinochetismo nostálgico de ultraderecha hasta lo que se llamó la derecha social, pasando por una amplia gama de opciones liberales. Unir a la derecha fue unos de sus aciertos y lo hizo con gran capacidad de maniobra, y cediendo a sus interlocutores políticos algunas cosas importantes. El piso común es el modelo neoliberal que implantó la dictadura y que no ha sufrido variantes sustanciales.
Existen dos tipos de razones que permitieron este nuevo ascenso al gobierno por parte del sector empresarial: las primeras de tipo coyuntural y las segundas las razones de fondo. Entre las razones de tipo coyuntural tenemos, un pésimo gobierno de la señora Michelle Bachelet y una pésima campaña electoral de la coalición gobernante, entre las causas más profundas tenemos el desfondamiento político ideológico de la Nueva Mayoría y su consecuencia, la pérdida total de hegemonía.
En rigor la Concertación que era el grupo de partidos que agrupaba a la centro-izquierda y un sector de la centro-derecha se encontraba agotada y sin relato, sin propuesta o proyecto esencialmente distinto al bloque de derecha ya al término del primer gobierno de la señora Bachelet. Esta coalición que venía gobernando desde la salida del dictador hasta que perdió las elecciones en el año 2010. No supo o no pudo reinventarse y articularse en una propuesta programática nueva. Pero volvieron a ganar las elecciones el 2014 por el pésimo gobierno de Piñera que encontró una dura resistencia en los movimientos sociales sobre todo el movimiento estudiantil, el movimiento ecologista y movimientos provinciales afectados por el modelo de desarrollo neoliberal (Aysén, Calama, y otros). Estos movimientos empezaron a colocar en la agenda política nacional, con sus poderosas movilizaciones, sus demandas propias y algunas del conjunto de la sociedad con una fuerte crítica tanto a la concertación como al gobierno de la derecha. Pero el movimiento social no tuvo el tiempo de articularse políticamente en una nueva propuesta distinta a lo ya conocido. La concertación al no encontrar un proyecto propio claro y distinto al de la derecha recogió las demandas más importantes del movimiento social y armó una propuesta electoral sumando al Partido Comunista que le permitió ganar las elecciones del 2014. Si bien el programa era prestado digamos, tenían otro capital político que era la popularidad de la expresidenta Michel Bachelet conquistado con su figura maternal y algunas obras sociales y deportivas, hechas en los márgenes que deja el modelo neoliberal, esto hacía mantener a Michel Bachelet un importante apoyo en los sectores que votan, ya que en la elección en que ella ganó se abstuvo cerca del 65% de los electores.
Ese capital político, la popularidad de la presidenta se vino al suelo a pocos meses de empezado su gobierno, por un escándalo financiero donde estaba comprometido un hijo de la presidente y su nuera, pero sobre todo cae estrepitosamente el equipo de gobierno de la presidenta envuelto en un caso de corrupción por financiamiento ilegal de la política y queda al descubierto que los principales aportantes a la campaña de la «socialista» Michel Bachelet son importantes empresas, entre ellas Soquimich, uno de cuyos propietarios es un ex yerno de Pinochet. De ahí para adelante todo fueron errores, improvisaciones y mala gestión, pero lo de fondo es que ese sector no tenía ninguna intención de tocar el modelo neoliberal ni siquiera hacerse cargo de la demanda de un poderoso movimiento social que se fue articulando por el problema de las pensiones jubilares que logró movilizar a más de un millón de personas pidiendo fin al sistema de ahorro forzoso que implantó la dictadura (AFP) y que entrega unas pensiones miserables a las personas de la tercera edad, constituyéndose en una depredación impresionante a los trabajadores y de la cual usufructúan diversos sectores empresariales. El gobierno de la señora Bachelet hizo oídos sordos a esta potente demanda y dejó intocada esta oprobiosa exacción a la gente trabajadora.
Los principales logros del gobierno de la Nueva Mayoría los obtuvieron en el campo de la educación y por presión del movimiento estudiantil y consistió en lograr gratuidad en la educación universitaria que está favoreciendo a un 60% de los estudiantes. No obstante habían prometido gratuidad universal, pero al hacer una mala negociación con la derecha en la reforma tributaria, que la financia, no le alcanzaron los recursos para cubrir a toda la población estudiantil universitaria.
La características de estos gobiernos «progresistas» es su populismo, realizan obras para la gente, sin la gente, desde arriba hacia abajo, en forma paternalista y asistencialista, temen movilizar y organizar a los trabajadores, mujeres, estudiantes, y otros sectores populares.
El otro gran eje del gobierno de la señora Bachelet recogido del movimiento social es la demanda de una Asamblea Constituyente, ya que Chile, para vergüenza de muchos, aún tiene la Constitución pinochetista con algunos remiendos, la Presidenta convocó a un proceso constituyente que fue un simulacro de participación de principio a fin ya que no tenía ningún carácter vinculante y con el cual armaron en los últimos días de la gestión bacheletista un mediocre proyecto de Constitución que fue enviado al congreso.
Pero quizás lo que más muestra el carácter de este gobierno «progresista» son las últimas medidas que tomó poco antes de irse: entregar la explotación del litio a la empresa Soquimich, firmar un nuevo tratado de libre comercio (TTP), este tipo de tratados como es de conocimiento público favorecen principalmente a los empresarios exportadores y finalmente como guinda al pastel el gobierno de la señora Bachelet se demostró incapaz de cerrar una cárcel de lujo, Punta Peuco, instalada para los torturadores, genocidas y violadores de los derechos humanos.
El candidato de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier, tampoco se atrevió a tomar en sus manos las reivindicaciones más sentidas del movimiento social como la de terminar con las Afps y recuperar un sistema de seguridad social, haciendo una tibia campaña de más de lo mismo, además que su bloque de apoyo comenzó a desmoronarse los sectores de derecha de la Democracia Cristiana comenzaron a sabotear el gobierno de Bachelet por las tímidas reformas que esta llevó a cabo. Cuestión que culminó con separarse de la coalición en primera vuelta produciendo una debacle a la coalición y a ellos mismos. Esta división incidió fuertemente en la derrota en segunda vuelta.
Ahora el factor de fondo es como esta coalición, la Nueva Mayoría, sucesora de la antigua Concertación perdió su capacidad de generar hegemonía sufriendo el síndrome de queratocono que da como resultado una visión borrosa y tiene como efecto la incapacidad de hacer lecturas aproximadamente ajustadas de la realidad, no ver que su papel de ser el sector moderado del neoliberalismo ya no tiene posibilidades, la Democracia Cristiana al convertirse al neoliberalismo perdió su razón histórica de ser, al abandonar sus clásicas posturas socialcristianas ya no tienen sentido ni espacios en la política nacional, los socialistas y comunistas al abandonar sus banderas anticapitalistas y postulándose como la izquierda del neoliberalismo también perdieron sentido, carecen de un discurso propio, de un proyecto diferente al neoliberal no pueden ejercer ninguna hegemonía, sus centros de estudios tratan de buscar espacios imposibles en el sistema neoliberal, la Izquierda Chilena ya no tiene revistas, ni diarios, ni medios influyentes que le disputen a la derecha el sentido común, las ideas, los elementos que antepongan una cultura liberadora a la opresión del capital, la orientación política de obtención de pequeñas reformas dentro del neoliberalismo ya no da para más. La derecha en cambio como gestora de la ideología dominante controla la inmensa mayoría de los medios de comunicación, posee centros de estudios, encuestadoras y universidades, tiene además una gran cantidad de intelectuales orgánicos que le han permitido ganar el sentido común y hacer predominar el mundo y la cultura neoliberal capitalista.
Estas razones que explican el triunfo de Piñera también dan cuenta de la aparición de un nuevo conglomerado político a la izquierda de la Nueva Mayoría, El Frente Amplio, que tiene en su base al movimiento estudiantil y otros movimientos sociales, buscan asentar un nuevo proyecto político, obtuvieron un significativo 20% en la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales.
El Frente Amplio es parte del fenómeno cultural posmoderno: son feministas, ecologistas, animalistas, vegetarianos, proclaman la participación ciudadana y recogen las banderas de la diversidad sexual y cultural, simpatizan con las luchas de los pueblos originarios, y tienen una actitud amigable con los migrantes.
Socialmente el Frente amplio lo constituyen sectores medios emergentes que buscan conectarse territorialmente con los sectores populares y los nuevos movimientos sociales como el movimiento No +AFP, pero no se ven esfuerzos por hacer alianzas con los sectores de trabajadores organizados o en procesos de ampliar la organización sindical. Desde el punto de vista político aparecen como un proyecto socialdemócrata de izquierda con muchas contradicciones y aun no se aprecia el surgimiento de una propuesta anticapitalista.
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