1. El siete de noviembre y el 20 del mismo mes se festejarán dos revoluciones: la rusa y la mexicana. Todas las revoluciones se parecen y, al mismo tiempo, son distintas porque se desarrollan en diferentes condiciones socioeconómicas y sus dirigencias se proponen distintos objetivos. En la Rusia de 1917 apenas se había derrocado el […]
1. El siete de noviembre y el 20 del mismo mes se festejarán dos revoluciones: la rusa y la mexicana. Todas las revoluciones se parecen y, al mismo tiempo, son distintas porque se desarrollan en diferentes condiciones socioeconómicas y sus dirigencias se proponen distintos objetivos. En la Rusia de 1917 apenas se había derrocado el gobierno zarista y absolutista, tenía características esencialmente feudales y la clase obrera era casi inexistente dado que la industria apenas estaba desarrollada en Petrogrado con capitales extranjeros. México se encontraba en muy parecidas condiciones: Gobierno dictatorial de Porfirio Díaz al servicio de terratenientes, clero, capital extranjero; economía predominantemente agraria y artesanal; clase obrera escasa que apenas salía del campesinado. En síntesis: los dos países eran aún semifeudales o precapitalistas donde el sistema burgués no era dominante. ¿Tampoco el socialismo marxista era posible?
2. Si Lenin, en su libro: El Desarrollo del Capitalismo en Rusia (1899) tenía razón y algunos analistas mexicanos están en lo cierto al escribir que el Porfiriato fue capitalista, entonces el objetivo indiscutible en Rusia fue socialista y nuestra revolución mexicana fue traicionada o fue interrumpida. También Rusia hubiera tenido una clase obrera numerosa, no se hubiera escrito el ¿Qué hacer? en 1903 para justificar a los intelectuales «obrerizados», ni tampoco 15 años después el mismo Lenin hubiera creado la NEP (Nueva política económica) Quizá también en México se hubiera fundado un partido obrero marxista paralelo al magonismo libertario. Pero, al parecer, todo fue diferente. En Rusia los bolcheviques se propusieron una revolución proletaria para construir el socialismo y en México se propuso una revolución social/burguesa para construir el capitalismo. Ninguna salió como se propuso: ambas revoluciones fueron secuestradas.
3. En Rusia en vez del socialismo se construyó un capitalismo de Estado o burocrático y en México en lugar de «una sociedad con justicia social» surgió un capitalismo privado al servicio de la gran burguesía nacional y extranjera. En tanto en Rusia, dirigentes como Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin, pertenecían a clases medias obrerizadas (probadas en cárceles y la clandestinidad) que originalmente buscaban la construcción de una sociedad socialista e igualitaria, en México los Madero, Carranza, Obregón, Calles, eran de clases medias y burguesas aliadas al capital que se proponían superar el atraso económico imponiendo la modernidad capitalista. Los dirigentes «socialistas» jamás pensaron ni acumularon, poder económico, aunque sí centralizar un gran poder político. Los dirigentes mexicanos lucharon siempre por el poder pero para usarlo en beneficio del poder económico y los privilegios que tanto ambicionaban.
4. En Rusia se han registrado dos revoluciones: la de febrero o marzo (según calendario Juliano o Gregoriano) y la del 25 de octubre o 7 de noviembre. En la primera fue derrocado el Zar y el la segunda (ocho meses después) fue derrocado Kerenski por el partido Bolchevique. En México, también de manera casi casual, se ha registrado una sola revolución, pero en dos etapas: la maderista (1910/13) y la Constitucionalista (1913/17), interrumpida por el golpe de Estado huertista. El ciclo del principio al final de las dos revoluciones es sólo de siete a diez años. En Rusia concluye en 1923/24 con la enfermedad y muerte de Lenin y en México podría decirse que concluye al aprobarse las leyes constitucionales o después de asesinato de Carranza en 1920. Es decir, las revoluciones parecen concluirse cuando se reglamentan y comienzan a perseguir (Trotski, Kronstand) y a asesinar a las oposiciones que exigen su continuidad (Zapata).
5. Si revisáramos otras revoluciones, entre ellas la gran Revolución Francesa, encontraríamos que siempre tardan menos de diez años porque, al parecer, las masas se cansan y los dirigentes ajustan cuentas entre ellos o liquidan a las oposiciones verdaderas. Nunca faltan las confrontaciones de un Robespierre revolucionario que al asumir el cargo quiere imponer un poder brutal contra las oposiciones y un Danton que busca la lucha continua y permanente hasta lograr los objetivos originales; tampoco un Stalin que construya un Estado policíaco para desmantelar la oposición tortskista o un Carranza y Obregón que instrumentan los asesinatos de Zapata, Flores Magón y Villa. Pero esto no quiere decir que haya que estar contra las revoluciones; al contrario, hay que seguirlas haciendo pero siempre teniendo el cuidado de que las masas intervengan activa y conscientemente en ellas para que no sean secuestradas por los dirigentes.
6. Así que aquella propaganda de que la Revolución Rusa fue la primera revolución socialista y la mexicana fue al última revolución burguesa, como dirían hoy los chavos: «nada que ver». El carácter de una revolución no se mide por los deseos o los discursos de sus dirigentes, sino por los hechos concretos, por las medidas económicas y políticas que ponen en práctica. Un gobierno puede instrumentar una reforma agraria, una reforma urbana, nacionalizar el petróleo, los ferrocarriles, la electricidad y los bancos, organizar un sistema de salud o de educación para beneficio de las mayorías, son medidas plausibles que deben apoyarse pero poco tienen que ver con el socialismo. La burguesía tiene capacidad para hacer eso y mucho más. Pero, ¿qué tal si se acaba el salariado, si se horizontaliza el poder y se superan las jerarquías, si se colectiviza la producción y la distribución y se nulifican todos los privilegios?
7. Rusia no pudo ser socialista, pero se autodefinió de esa manera después de la Primera Guerra. Al finalizar la Segunda Guerra cerca de 14 países ya se autocalificaban como socialistas. La realidad es que ningún o de ellos lo fue, pero no se puede negar que hubo muchos dirigentes que buscaban esa sociedad igualitaria siguiendo el pensamiento de Marx. La realidad fue otra cosa: más de cien países, cuyos gobiernos estaban comprometidos con los EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania, a consolidar un capitalismo imperial, evitaron por todos los medios que la URSS, primero, luego el bloque de Éste, se desenvolviera por ese camino. Además, quizá lo más importante, se consolidó una terrible burocracia de partido en esos países con una línea de colaboración y coexistencia con los países citados, «para evitar otra guerra». También surgieron los «países del tercer mundo» que jugaron a la conciliación.
8. La revolución mexicana peor aún: no se planteó nunca (y sí lo combatió con todas sus fuerzas) la construcción de un poder obrero o una sociedad igualitaria. Al contrario: el terrateniente Madero y el burgués Carranza siempre se opusieron con todas sus fuerzas a cualquier reparto agrario y sólo hablaron de respeto a la democracia y a la legalidad burguesas. Obregón y Calles (los verdaderos secuestradores de la Revolución), aunque vivieron las etapas más altas de la Revolución, como caudillos, siempre apoyaron el gran enriquecimiento de terratenientes, caciques y políticos. Sin embargo, estas breves reflexiones de un pequeño artículo no pueden llevar a la idea irresponsable de que todo es igual, que la Revolución Rusa y la Revolución mexicana no sirvieron para nada y que todo es más de lo mismo. Nada de eso. Hay que seguir luchando y buscando la participación masiva consciente para hacer más revoluciones. ¿Qué tal en 2010?
9. ¿Por qué las revoluciones son secuestradas y se aburguesan? Porque una clase política se adueña del poder, hace leyes a su favor y realiza alianzas con otros sectores poderosos. Pero también, y esto es lo fundamental, porque logra destruir a las oposiciones reales, absorber a los oposicionistas débiles y controlar ideológicamente a las masas. Por eso los anarquistas combaten al Estado que se conforma por el partido dominante. Luchan contra el Estado, el capital y el clero buscando el desarrollo de la conciencia y la organización autogestiva de los trabajadores. Son partidarios de las revueltas libertarias de las masas que hacen a un lado a partidos y líderes. Vieron a las revoluciones francesa, rusa, mexicana y demás como luchas que terminaron cambiando sólo a personas en el poder y que si hubo beneficios a las masas fueron mínimos. Antes de 1968 estas ideas parecían locuras, hoy están más que presentes.