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Por qué Paula es una perla negra

Fuentes: Insurrección

El 8 de enero de hace un año, partió al olimpo de los inmortales, la comandante Paula, destacada integrante de la Dirección Nacional del Ejército de Liberación Nacional y de la conducción de la Delegación de Diálogos. Evocando su ejemplo, publicamos apartes de las palabras que se le dedicaron, en uno de los actos de […]

El 8 de enero de hace un año, partió al olimpo de los inmortales, la comandante Paula, destacada integrante de la Dirección Nacional del Ejército de Liberación Nacional y de la conducción de la Delegación de Diálogos. Evocando su ejemplo, publicamos apartes de las palabras que se le dedicaron, en uno de los actos de memoria realizado en su honor:

Entre varias maneras de revivir la existencia de un ser humano, incluso, en el mismo instante en que se da la ruptura con la vida corporal, es ahí, cuando instantáneamente se recupera, la imagen de quien ha partido, esa imagen que queda ceñida en el pensamiento y en el sentimiento, ahí queda anidada su mirada, sus gestos, su carácter, su forma de ser, y en todo ello, el compromiso con la vida, que sólo tuvo sentido, si se erigió en la búsqueda de la libertad.

Escribiendo sobre Paulita, tal, como usualmente la nombraba, pretendo borrar la última imagen, que por momentos me acompaña, esa última mirada que le dirigí, cuando ya solo me quedaba la nostalgia y sobre ella, el valor y la lealtad que nos heredó.

Haciendo reminiscencia sobre mi militancia en la organización, no la puedo separar del agradable momento conspirativo y clandestino en que conocí a Paulita. El inicio del aprendizaje en la elaboración de los santos y señas, claves acompañadas con periódicos como El Bogotano, El Espacio, las revista Vea y Alternativa, o la Vanguardia Liberal y La Opinión; y por si acaso, llevar además, un lápiz sin punta y una naranja.

Todas estas vivencias, tan necesarias para resistir el costo de la lucha, esa, que en el compartir cotidiano con Paula, íbamos encontrando en el apersonamiento de los principios organizativos, y la complacencia de sentir la dimensión de lo que significaba el hacer parte del ELN.

Con la Negrita vivimos la mística roja y negra de tratarnos como auténticos compañeros y hermanos, al mismo tiempo que la formación política e ideológica en el colectivo, nos enriquecía en las lecturas apasionantes que hacían referencia a la creación de ELN, su primera marcha, la Toma de Simacota, el Asalto al tren pagador en las Montoyas, el combate en Papayal, etc., y claro, nunca nos faltaba el estudio del pensamiento sociológico y político del Comandante Camilo Torres Restrepo, y el de los comunicados del ELN impresos en screen y foto screen.

Hacer equipo con Paulita fue hacer parte activa de R-4, Regional Diego Cristóbal Uribe. Era en ese momento la única compañera de Dirección del Regional. Con ella, con su talante de militante exigente consigo misma, y con todos nosotros, siempre nos propusimos el trabajo para Bucaramanga, Barrancabermeja, Pamplona y Cúcuta. Su carisma y afecto ganó la empatía de todos nosotros; fueron épocas inolvidables al lado de Mincho, Félix, El tío Pacho, el tío Fermín, el Brocio, y otros que también han partido y hacen parte de nuestros recuerdos.

Es muy importante destacar que esa misma actitud humana y revolucionaria de Paulita, hacía que se ganara el cariño de nuestras familias, y las del trabajo de base y apoyo. Su sencillez, su firme entrega al trabajo, como su humildad, desinterés, cimentaban su legitimidad y autoridad en la conducción de los trabajos, al interior de los sectores que influenciábamos.

Hubo momentos para la lúdica, la música y los cantos. Los Charchaleros, los Viscontis, Garzón y Collazos, Ana y Jaime, Alí Primera, la Mula Revolucionaria, la Lora Proletaria, el Turbión, Cruz de Luz, la tan entonada canción de Víctor Hugo López: «Barrancabermeja», y otros tantos poemas de Neruda, Benedetti, Chucho Peña y Manuel Gustavo Chacón, hacían de Paula una chispa de entusiasmo para desarrollar como siempre, su plan de trabajo y las tareas a cumplir.

Siempre se caracterizó por la insistencia en la disciplina, seguimiento y evaluación a los planes de trabajo. Barrancabermeja la quiso mucho, dejó huellas organizativas, rabias y tristezas al momento de ser capturada.

Estando detenida en la cárcel de mujeres del Buen Pastor en Bogotá, jugó un papel importante en las Mesas de Trabajo del Movimiento Carcelario Nacional, que teníamos con compañeros de las otras fuerzas guerrilleras. Después; muchas alegrías al saberla fuera de la prisión y ejerciendo tareas en la Dirección Nacional.

Sentí gran satisfacción al verla iniciar junto a los comandantes Antonio y Pablo, los diálogos exploratorios hacia la paz. Las imágenes en la TV y en las fotografías reafirmaban en mi parecer, el fruto de una mujer incansable por el engrandecimiento de nuestra organización y por su fe en la paz de Colombia, pero sin renunciar a la vigencia de la lucha armada, y a la resistencia social y política de nuestro pueblo.

Siempre me dijo que la paz de un pueblo no será el resultado de las dádivas de la oligarquía, sino, el fruto de un pueblo organizado y unido hacia la toma del poder.

Esa convicción revolucionaria la acompañó hasta los últimos momentos de su vida, como la preocupación por

los retos que estaban llegando al ELN, ahora que los compañeros de las FARC se habían desmovilizado.

Quizás, uno de los momentos más duros que puedan experimentar los seres humanos, son aquellos que se viven cerca a mujeres y hombres tan valiosos; necesarios, que por su condición de salud le impide conjugar en plenitud el verbo amar, luchar y vencer, cuando de la acción revolucionaria se trata, ya sea en el fragor del combate empuñando el fusil, o como desde la madurez, la inteligencia y la sabiduría para conducir el trabajo político- organizativo en toda su extensión.

La comandante Paula añoró quedar sembrada en las montañas guerrilleras ondeadas con nuestra bandera. En las tierras que tanto amó, y al lado de tantos compañeros y compañeras con quienes hombro a hombro ejerció el derecho a la rebelión como única vía para la victoria.

La Cuba revolucionaria la abrazó en su seno. Le ofreció todo lo necesario, así como siempre lo ha hecho con los revolucionarios y con los pueblos del mundo desde el internacionalismo proletario. Ella, también sembró su ejemplo en las tierras de Martí, de Fidel, y del Pueblo que logró transformar en luz a la dignidad.

Paula, la negra linda, la mujer beligerante y combatiente, sigue como tantas compañeras y compañeros, haciendo parte de esa gran marcha guerrillera, que hace 55 años iniciara el Ejército de Liberación Nacional, al mando de nuestro comandante fundador, Fabio Vásquez Castaño; allá, en tierras de los Yariguíes, de Manuela Beltrán, y José Antonio Galán. Marcha insurgente que continua haciendo caminos junto a Camilo, el Che, y nuestros Manueles.

Hoy y siempre Paula está con nosotros. Ella brota de nuevo en la medida que nuestro compromiso se fortalezca. La nostalgia de sentirla ausente nos lleva también a la inmensa alegría de percibir su compañía. Este es, y será siempre su lugar, el del Ejército de Liberación Nacional.

«El ELN es mi gran familia», me decía, en sus últimos momentos. Así es y así será. Sin duda alguna, comandante Paula.