La primera vuelta electoral, deja clara la supremacía del clientelismo mafioso afilado para la prolongación del uribismo, bien fuera por la vía de la segunda reelección o cambiando el paciente y entregando la misma receta. La maquinaria clientelista estaba lista para ganar el tan cacareado referendo, o lo que se ha llamado el «Estado de […]
La primera vuelta electoral, deja clara la supremacía del clientelismo mafioso afilado para la prolongación del uribismo, bien fuera por la vía de la segunda reelección o cambiando el paciente y entregando la misma receta.
La maquinaria clientelista estaba lista para ganar el tan cacareado referendo, o lo que se ha llamado el «Estado de Opinión», donde supuestamente se consulta la «opinión nacional», o se recogen firmas sin topes económicos y sin saber de dónde salen los dineros, o se suma un caudal de votos comprados o amenazados como los del PIN. O la maquinaria de Estado colocada para ganar elecciones a la fija con los millones de «familias en acción» que se condicionan con los dineros del erario público.
Estamos ante un Estado privatizado por una mafia paramilitar.
El estilo y concepción mafiosa de no respetar las mínimas normas salió a relucir en esta primera vuelta, el trabajo sucio y por debajo en el seno de los partidos tradicionales, donde se evidencia la crisis profunda de dichas agrupaciones, y que hoy dejan de existir como tales para subordinarse a la lógica del uribismo para la segunda vuelta.
En las prácticas politiqueras son especialistas los gobernantes y cambiarlas requiere una fuerte acción política por la base que desamarre las clientelas y muestre caminos claros a las mayorías; sin duda esto requiere mucha valentía porque desafía los peligros del terror estatal, aquí es necesario evocar la sabiduría popular, «a grandes males grandes remedios»
La segunda vuelta es el escenario donde se está pelando más el cobre que mostrando el filo de los concursantes.
Aparece la acción vulgar y oportunista de apostarle al ganador, aun sabiendo que se camina por el continuismo guerrerista, por la exclusión y el militarismo, por los oscuros senderos de las mafias y por la anti soberana dependencia imperialista.
Las opciones que el pueblo colombiano aspira ver son aquellas que se diferencien claramente del guerrerimo uribista, del neoliberalismo rapaz, del entreguismo a los gringos, del paramilitarismo y del abandono en que se encuentra la sociedad.
Enfrentar al heredero de Uribe, no es simplemente un ejercicio de sumatoria, se requiere ideas y compromisos claros, las ambigüedades no ayudan a construir caminos de futuro, sobre todo en lo que concierne a la paz, la soberanía nacional y la justicia social. Al estar ausente esa posición en esta segunda vuelta, a los electores para ser consecuentes no les queda otra alternativa que la abstención beligerante.
Lo más complicado pero digno, es echar la suerte con las grandes mayorías, con los sin tierra, sin techo, sin salud, sin empleo, con los trabajadores de la ciudad y el campo, con la clase media, es decir con las gentes del pueblo y la nación, que enajenados muchos de ellos por el terror oficial y la mentira, requieren palpar en quienes se presentan como sus dirigentes, caminos inequívocos que pongan al centro los grandes problemas sociales que tiene Colombia y a cambio de ello se despeje su futuro, en horizontes de justicia social, Paz y soberanía.
No puede ser de otra manera, a eso le apostamos todos nuestros esfuerzos, ese es nuestro llamado.