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Por un Nuevo Poder Popular

Fuentes: Rebelión

Concluido el llamado «paro cafetero», Fernando Carrillo, el ministro del interior del gobierno Santos, con una sutileza poco común entre los políticos colombianos, en una entrevista para el diario colombo-español El Tiempo (09.03.2012) afirma con satisfacción que, «fracasó el intento de una insurrección anti-Santista». Cuando es todo lo contrario. Apenas comienza, no una insurrección contra […]

Concluido el llamado «paro cafetero», Fernando Carrillo, el ministro del interior del gobierno Santos, con una sutileza poco común entre los políticos colombianos, en una entrevista para el diario colombo-español El Tiempo (09.03.2012) afirma con satisfacción que, «fracasó el intento de una insurrección anti-Santista». Cuando es todo lo contrario. Apenas comienza, no una insurrección contra uno de sus mejores exponentes, sino contra el Neoliberalismo militarista, que en los últimos 30 años se impuso mediante una pavorosa guerra contrainsurgente promovida desde los EEUU, sobre el Pueblo Trabajador colombiano.

Lo que esta movilización campesina sacó a flote y descarnó con crudeza en tan solo pocos días, no había sido publicitado en 35 años de concienzudos estudios socioeconómicos hechos sobre el modelo económico implantado por los llamados «Chicago boys» de López Michelsen en 1974, y los costos de la guerra Neoliberal de despojo.

Pero finalmente, el viejo topo de la historia y de la movilización social (que siempre te da sorpresas) sacó su pequeño hocico a la luz pública mostrando la ruina ocultada de uno de los sectores tradicionalmente más privilegiados de la economía colombiana, causada por la enorme desvío de los recursos públicos (6,5% del PIB) consumidos irracionalmente por el ministerio de defensa de Colombia, para adelantar una guerra de despojo y acumulación permanente de capital, el que hora, como siempre, aparece «chorreando sangre y lodo de la cabeza a los pies».

«Colombia es el país más feliz del mundo» (a pesar de la miseria generalizada y la crueldad de la guerra contrainsurgente) «Estamos blindados contra cualquier crisis social o económica»; nos repetía la propaganda oficial diariamente durante años, y mientras el mundo a nuestro alrededor cambiaba aceleradamente, especialmente en Nuestramérica, la Oligarquía trasnacional y cipaya colombiana seguía aferrada a su latifundio improductivo y militarista, adaptándolo a un Neoliberalismo «Pinochetista» iniciado por los EEUU, emblemáticamente en Nuestramérica ,el 11 de septiembre de 1973.

Ahora los envenadores de opinión (spinn doctors) tratan de explicarse lo sucedido recurriendo a las más sorprendentes explicaciones, para ocultar la ruina en el campo y la crisis agraria generalizada; claro, para desviar la atención y velar ideológicamente el problema de la utilización del 6,5% del PIB de Colombia en la guerra contrainsurgente y geoestratégica del Plan Colombia y como lo hace el ministro Carrillo, para justificar la violencia oficial y criminalizar la protesta social, con el fin de dividirla y evitar que se constituya en el Nuevo Poder Popular Alternativo que se está consolidando en la praxis actual.

Al comienzo de los diálogos de la Habana entre el Estado colombiano y las FARC-EP, el aparato de propaganda del régimen trató por todos los medios de «inocular» o mejor, inculcar una división en el seno del movimiento Insurgente. Ahora trata por todos los medios (también) de dividir la movilización social para quitarle su voluntad de consolidarse como un Poder Constituyente, convirtiéndolo en un simple movimiento por la paz en el mundo. En una plataforma más por la paz, cuyo final ya está cantado.

Hace unos días el politólogo León Valencia, desde sus portales (en plural) argumentaba con cifras militares que, la Insurgencia guerrillera en Colombia nunca había estado derrotada. Que el más grave error estatal había sido la monserga militarista de Uribe Vélez, su ministro de defensa Juan Manuel Santos con su estratega global el general Padilla de León, del «fin del fin de las FARC». Por fortuna su politología no le dio para hacer la referencia de siempre, a la otra monserga oligárquica de «la combinación de las formas de lucha».

Es decir a la otra cara de la moneda: La tampoco derrotada estrategia política leninista de utilizar «todas las acciones de masas en la resistencia popular contra la guerra contrainsurgente y geoestratégica en Colombia, sin menospreciar ninguna» ,y que hoy como una pesadilla sin fin provocada por un café tinto, vuelve a desatar el pavor de los Dominantes Trasnacionales a una «insurrección popular» como la del 9 de abril, mostrado por Carrillo el vocero del presidente JM Santos.

Post scriptum: Creo que la mejor memoria sobre el presidente de Venezuela Hugo Chávez (por condensarlas todas) es la de Fidel Castro cuando dijo que solo había que mirar quienes lloraban su muerte y quienes se regocijaban con ella. Por ejemplo, la alegría de uno de esos caballeros santanderistas traidores y cobardes, que no tuvo huevos para invadir a Venezuela, a pesar de ufanarse diciendo que tiene tres.

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.