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Por una República social y federal

Fuentes: Rebelión

La historia del estado español es la historia de los pactos y tensiones entre la burguesía castellana, catalana y vasca, a las que habría que añadir los latifundistas andaluces.

Estas cuatro fracciones de la clase dominante, aunadas en la creación de un mercado unificado y de una fuerza de trabajo “nacional”, se han disputado tradicionalmente el reparto de los beneficios y el poder, siendo la burguesía castellana la que ha usufructuado principalmente el aparato político-administrativo y la catalano-vasca la que ha logrado mayor acumulación de capital.

Desde el punto de vista de los de abajo, la historia ha sido un trasvase de mano de obra del sur al norte. Esto es, mano de obra principalmente andaluza y extremeña emigrando a las zonas desarrolladas: Cataluña, País Vasco, Madrid. Esta mano de obra, junto a la indígena de cada lugar, ha sido utilizada como peón de combate por las respectivas burguesías en sus luchas por el reparto del poder estatal y, por ende, de la riqueza producida.

El centralismo ha sido siempre el intento de la burguesía castellano-madrileña de dominar y poner bajo su dirección a las burguesías, esencialmente, vasca y catalana.

El independentismo ha sido la reacción de las burguesías catalana y vasca – esencialmente – para disponer de mayor cuota de poder o liberarse del “peso” de atraso de la España central, sobre todo en los momentos de crisis económica.

Los sentimientos identitarios de los de abajo, el amor a la tierra que los vio nacer, su apego a la lengua y a las tradiciones han sido utilizados una y otra vez por los de arriba para sus particulares peleas por el reparto del pastel estatal.

El resultado final ha sido: por un lado, una compleja nación de naciones. España es plurinacional, y las diferentes naciones que hay en España son a su vez plurinacionales; y por otro, un gran desequilibrio en el desarrollo económico interterritorial, una profunda desigualdad social, un estado de bienestar jibarizado, una democracia demediada y de baja calidad y un modelo económico terciario, de poco valor añadido, con paro endémico y al servicio del IBEX.

La clave de bóveda de este modelo económico y de esta estructura de poder es la monarquía borbónica.

Con ella, el “problema” territorial español, con su extenuante dialéctica de independentismo/centralismo, nacionalismo español/nacionalismo periférico, es irresoluble y será recurrente.

Con ella, el problema social español, con su gran desigualdad en la distribución de la riqueza y su poco desarrollado estado de bienestar, es irresoluble y será recurrente.

Con ella, el problema económico español, con su capitalismo dependiente, vampírico, especulador y sometido a los intereses de las grandes corporaciones, es irresoluble y será recurrente.

Con ella, el problema político español, con su gran déficit democrático y el dominio de una casta caciquil y plutocrática, es irresoluble y será recurrente.

En nuestra opinión, solo un estado social y federal puede dar respuesta a la complejidad plurinacional de España y ofrecer una posibilidad de solución a los problemas políticos, económicos y sociales de nuestra sociedad.

Dicho esto sería conveniente añadir un par de apuntes:

Uno, la fuerza actual del principio republicano se basa más en los defectos –corrupción, clientelismo, oscurantismo…– de la monarquía borbónica que en las propias virtudes republicanas.

Dos, paralelamente a lo anterior, los republicanos no nos hemos cuidado de ofrecer a la población una alternativa de una España republicana y federal que fuese clara y creíble.

En consecuencia, los republicanos españoles debemos dejar de basar nuestra legitimidad en un pasado más o menos idealizado y en los errores, extravíos y corrupciones pasadas y presentes de la corona, y fundarla en la oferta de un modelo de España progresista e igualitario, y en la creación de una cultura republicana y federal que muestre y demuestre que con el modelo republicano nuestra sociedad sería mejor.

En definitiva, debemos pasar de limitarnos a críticas negativas de la corona, a realizar ofertas positivas de una España más libre, igualitaria y fraternal gracias a una forma de estado republicana, social y federal.