«Le corresponderá a las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas, formados en una educación universitaria de calidad profundamente comprometida con la ruptura de las inequidades y el desarrollo de un buen vivir, valorar el impacto de este modelo educativo para el conjunto de la sociedad venezolana. Seguros estamos que hemos innovado para construir un país […]
«Le corresponderá a las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas, formados en una educación universitaria de calidad profundamente comprometida con la ruptura de las inequidades y el desarrollo de un buen vivir, valorar el impacto de este modelo educativo para el conjunto de la sociedad venezolana. Seguros estamos que hemos innovado para construir un país libre e independiente de cualquier dominación extranjera»
Dra. Yadira Cordova
Ministra del Poder Popular para la Educación Universitaria
Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela
Caracas, Enero 2012
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El sistema educativo y la concepción de educación en base a la cual este se configura, son reflejo de los pilares constitutivos de una sociedad. La educación no se sostiene principalmente de posibilidades -o imposibilidades-, sino que se construye en base a definiciones políticas que son orientadas por los principios ideológicos de los gobiernos.
Aún en Chile hay quienes se aferran a los argumento más simplista en relación al modelo educacional, señalando la existencia de «imposibilidades materiales» para alcanzar un sistema gratuito y sin lucro, pero dicha imposibilidad de la que algunos aún se atreven a hablar, frente a las múltiples opciones de financiamiento que podríamos tener como país, quedan al margen de todo debate. En cambio, los más osados neoliberales plantean que «es injusto un sistema gratuito» y abiertamente señalan que terminar con el lucro en el sistema educativo, es una medida que trae consigo una pérdida de las libertades para los que quieren invertir y obtener beneficios de ello. Estos personajes llevan el debate a donde corresponde: a la disputa de concepciones de sociedad, y por tanto las miradas sobre el país queremos.
Y si ellos para responder aquello, acuden a sus comisiones de «expertos» , que no son más que reuniones entre férreos defensores del modelo actual, que han legitimado su defensa con títulos en importantes universidades, el movimiento estudiantil y ese 80% de la población que estamos de acuerdo con la demanda de Fin al Lucro y Educación Gratuita, debemos también acudir a nuestras fuentes, levantar paradigmas y experiencias como posibilidades reales, aprender de ellas, difundirlas y así obtener mayor fuerza para seguir avanzando y levantando nuestras banderas, que no son de demanda, son de futuro.
En esta necesidad, aparecen importantes experiencias en Latinoamérica, que nos demuestran cómo es posible levantar un sistema educacional en base a pilares de justicia e igualdad, con objetivos liberadores y con un Estado que asegure su calidad y accesibilidad a toda la población. La República de Cuba es el mejor ejemplo, y no lo decimos sólo una franja de izquierda de cada país, sino que lo reconocen los índices internacionales de las grandes organizaciones mundiales. Pero en estas líneas, nos centraremos en el sistema de educación universitario de la República Bolivariana de Venezuela por ser un modelo que tiene una historia reciente de profundos cambios y beneficios para el pueblo de dicho país, que ha tenido que enfrentarse a un modelo privatizado similar al chileno, y que está ad portas de un proceso electoral presidencial en donde se pone a elección del pueblo si quieren seguir profundizando el nuevo modelo social que se está desarrollando, o cambiarlo para volver a un sistema neoliberal como antaño.
En ese marco, el objetivo de este escrito no es entregar un análisis exhaustivo del modelo de educación venezolano -hay buenos artículos y libros donde se puede obtener una descripción detallada al respecto- sino que es puntualizar en algunos elementos que para la realidad chilena y específicamente, para el impulso transformador del movimiento estudiantil, harán gran sentido, mostrando con ello lo relevante que es para el movimiento social chileno mirar más allá de las fronteras nacionales, e identificar en los procesos revolucionarios de América Latina, importantes fuentes de conocimiento y experiencia, pero por sobre todo, de impulso a la lucha, entendiendo que formamos parte de una necesidad de cambio a nivel latinoamericano que está avanzando.
LOS FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN BOLIVARIANA
Tal como ya se señaló, no podemos entender un sistema educacional, sino partimos analizando los principios políticos e ideológicos que lo sostiene, y el mejor lugar donde encontrar aquello, es en la carta fundamental de cada país, y por tanto en la Constitución y sus leyes asociadas al tema educacional.
En Chile bien sabemos, que es desde la misma Constitución donde se consagra el rol subsidiario del Estado, y por tanto donde se limita su injerencia en la educación, respaldando y defendiendo los intereses individuales por sobre las necesidades e intereses colectivos del país. Nuestra Constitución dictatorial, y la Ley General de Educación, son el sustento de un sistema que se niega a garantizar un modelo educacional como el que se exige: público, gratuito, sin lucro, democrático y de calidad.
Pues bien, en la República Bolivariana de Venezuela, uno de los primeros cambios para impulsar las trasformaciones que se buscaban, fue consagrar en una nueva Constitución el modelo de sociedad que se quería construir. No fue tarea fácil, ya que si bien se tenía el gobierno, muchos sectores que estaban acostumbrados a beneficiarse de privilegios resguardados por sus antiguos gobernantes, no la quisieron reconocer -pese a ser votada en plebiscito por toda la población-, e impulsaron planes de sabotaje que llegaron a un Golpe de Estado en el año 2002, el cual sólo pudo ser revertido por la fuerza de apoyo que tenía el Presidente Hugo Chávez, y la convicción real por parte del pueblo venezolano que los cambios que se estaban impulsando, por fin los beneficiaban a ellos.
Así, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada el año 1999 y vigente hasta hoy, en relación al modelo educacional, señala en su artículo 102 lo siguiente:
«La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad»
Este fundamento vino a cambiar por completo el desarrollo que hasta ese momento se venía impulsando para el sistema educativo. Existía desde la década de 1980, y con gran impulso en los primero años de los 90´, un plan privatizador que tenía al país con un sistema educacional sumamente elitizado. Eso debía terminar, debiendo impulsar en el plano de la educación universitaria, importantes planes materializados en las llamadas «Misiones», que permitieran avanzar en lo que ahora la Constitución mandataba.
Después de importantes transformaciones, en el año 2009, se aprobó la Ley Orgánica de Educación, que permitió profundizar los fundamentos del nuevo modelo educacional venezolano, plasmando en la ley ya no sólo los principios, sino que también la forma de estructurar el modelo educativo en todos sus niveles, normando también la Formación y Carrera Docente.
Lectura obligatoria para los dirigentes del movimiento estudiantil chileno debiera ser dicha Ley, aquí sólo destacaremos algunos aspectos.
Su primer capítulo son las «Disposiciones Fundamentales», en donde se establecen con mayor detalle que en la Constitución, los principios y valores rectores de la educación. Así en su artículo 3 se establecen como principios «la democracia participativa y protagónica, la responsabilidad social, la igualdad entre los ciudadanos y ciudadanos sin discriminación de ninguna índole, la formación para la independencia, la libertad y la emancipación, la valoración y defensa de la soberanía, la formación en una cultura para la paz, la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la práctica de la equidad y la inclusión, la sustentabilidad del desarrollo, el derecho a la igualdad de género, el fortalecimiento de la identidad nacional, la lealtad a la patria e integración latinoamericana y caribeña».
Estos principios, que lejos están de ser representados por el sistema educacional chileno, se convierten en la base de este modelo emancipador en Venezuela, a lo cual se le suma en este mismo artículo aspectos relevantes en relación a su caracter, siendo este el siguiente: «Igualmente se establece que la educación es pública y social, obligatoria, gratuita, de calidad, de carácter laico, integral, permanente con pertinencia social, creativa, artística innovadora, crítica, pluricultural, multiétnica, intercultural, y plurilingüe».
En las siguientes páginas de esta Ley Orgánica, se pueden encontrar la multiplicidad de responsabilidades y competencias que tiene el «Estado Docente», señalando lo que este debe garantizar, lo que debe regular, supervisar y controlar, y lo que debe a su vez planificar, ejecutar y coordinar en base a las políticas y programas que se impulsen.
Así queda una base política para un sistema educativo que se divide en dos grandes sub-sistemas: Educación Básica y Educación Universitaria. Dentro de la Primera, se cuenta con Educación Inicial que sería un homologo a nuestra educación pre escolar, Educación Primaria con una duración de 6 años, y la Educación media que cuenta con dos tipos de programa uno general que dura 5 años, y uno técnico que tiene una duración de 6.
La Educación Universitaria por su parte se divide en Pregrado y Postgrado, estando ambos a cargo del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, contando por tanto este ámbito de la educación con una preocupación central manifestada en la creación de un ministerio absolutamente preocupado de esta. Dicho Ministerio cuenta con tres áreas, siendo estas las de Planificación Estratégica, de Desarrollo Académico y de Políticas Estudiantiles.
Toda esta orgánica a su vez, se estructuran en base a Misiones que son planes de gobierno no permanentes, que se impulsan para cubrir necesidades específicas. En lo que respecta a la educación universitaria, las misiones más importantes han sido dos: Misión Sucre, impulsada desde el año 2003, siendo considerada como el vértice de la transformación universitaria, teniendo como objetivo el asegurar el acceso a la educación, desarrollando y ejecutando planes y programas destinados a garantizar a los estudiantes venezolanos su derecho a la educación superior[1]. Y una segunda Misión impulsada desde el año 2009, llamada Alma Mater, que tiene como objetivo central el desarrollo de programas educacionales que han de desarrollarse en todos los municipios.
Finalmente, otro aspecto relevante a destacar es que estos fundamentos se sostienen, tal como se evidencia en la Constitución y la Ley Orgánica, en el principio de la solidaridad latinoamericana, lo cual ha contado con una materialización concreta en la Cumbre del ALBA el año 2007, donde se acordó un Proyecto Grannacional ALBA-Educación que asumió como ejes rectores la Misión de Alfabetización, planes comunes de formación universitaria priorizando la medicina social y el trabajo social, y la creación de un programa común de formación para el trabajo productivo. Con esto además se impulsó la creación de la Universidad de los Pueblos del ALBA (UNIALBA) que «agrupa a una red de universidades comprometidas con la inclusión y la generación de alternativas humanísticas, científicas, tecnológicas y de diversidad de saberes que contribuyan con el desarrollo y la unión Grannacional»[2].
EL FORTALECIMIENTO DEL SISTEMA PÚBLICO DE EDUCACIÓN UNVERSITARIA
En el año 1998, cuando se asume la Presidencia del país por parte del Comandante Hugo Chávez Frías, el gobierno se tuvo que enfrentar a un sistema educacional universitario sumamente restringido, con una matrícula baja y concentrada en sectores socioeconómicos altos, y a su vez con una mayoritaria red de centros universitarios privados, concentrando estos la mayoría de los estudiantes.
Ante esta realidad fueron dos las preocupaciones centrales en una primera instancia: Ampliar la matrícula y aumentar los programas públicos. Los resultados hoy son abrumadores: Si en 1998 la matrícula de educación universitaria era de 785.285 estudiantes, para el año 2011 esta es de 2.340.097 que ubica a Venezuela como el quinto país del mundo con mayor tasa bruta de matrícula estudiantil universitaria después de Cuba -que ocupa el primer lugar- República de Corea, Finlandia y Grecia.
Junto a eso, se logró que para el 2011 un 74,4% de esos estudiantes, esté cursando en el sistema público[3], en programas financiados por el Estado, y absolutamente gratuitos. Sorprendidos debieran estar los estudiantes venezolanos si conocieran las cifras chilenas, en donde la tendencia sigue apuntando a un aumento de la matrícula en el sistema privado y a una reducción del aporte del Estado en relación al pago que han de realizar las familias.
¿Pero cómo se aumenta la matrícula y no se afecta los niveles de cesantía de profesionales? Esta es una interrogante importante de plantear desde Chile, donde producto de la apertura de la educación al mercado, hemos tenido un aumento considerable de los estudiantes que cursan educación universitaria -estamos en el número dieciocho a nivel mundial-, generando luego un sobre poblamiento de profesionales sin posibilidades de ejercer.
Venezuela ha respondido a ello con gran lucidez: con planes educativos que responden a las necesidades locales y nacionales del país. No se trata de abrir matrículas en base a las carreras más «apetecidas por el mercado» sino que fortalecer áreas de estudio en base a requerimientos sociales de las diversas comunidades. No se abre cualquier programa, sino los que se necesitan.
Así se ha impulsado un modelo de «municipalización de la educación universitaria», que en nada se relaciona con la educación municipal de enseñanza básica y media que se impulsa en Chile, donde lo que se municipaliza es el financiamiento y administración dejándolo en manos de organismos locales debilitados, muchos empobrecidos y con nulas capacidades de gestión, sino que se trata de una gestión local que vincula directamente los centros educacionales con las localidades.
Todos los municipios han de tener una universidad, y esas universidades imparten los programas que para ese municipio son requeridos, teniendo financiamiento estatal y cumpliendo el gobierno central todas sus obligaciones al respecto. Así es que se han impulsado programas prioritarios como son la Formación de Profesores, la Gestión Social del Desarrollo Local, Gestión Ambiental, Comunicación Social, Estudios Jurídicos y el programa de Medicina Integral Comunitaria. Todos estos en respuesta a las necesidades de los propios territorios, y desarrolladas para el bienestar de toda la comunidad beneficiaria.
¡Qué lejos está de las lógicas chilenas! donde se impulsan planes que con buenas estrategias de marketing encantan a estudiantes que no tendrán campo laboral, quedando sólo con una gran deuda por el pago de un título que no los beneficia ni a ellos ni a la sociedad.
LA NECESARIA VINCULACIÓN ENTRE EL MOVIMIENTO SOCIAL CHILENO Y VENEZUELA
Con este esbozo podemos tener una idea de lo que se está forjando en las tierras bolivarianas de nuestra América, cuando hay pueblos como el nuestro que aún deben pasar por un camino de lucha y fortalecimiento, hay otros que ya están impulsando los cambios que se necesitan para levantar sociedades justas, solidarias y soberanas.
El movimiento estudiantil, el movimiento social chileno, y todas las orgánicas y líderes políticos que de verdad profesan un cambio radical para nuestro pueblo, deben necesariamente invitar a mirar las experiencia que están más allá de nuestras fronteras. No son modelos exactos a seguir, menos son procesos perfectos, pero sí son la viva demostración que los cambios son posibles y urgentes, y que un pueblo organizado es capaz de ser gobierno e impulsar las trasformaciones para recuperar los derechos sociales por tanto tiempo postergados.
El pueblo chileno necesita de estas experiencias, un triunfo en Venezuela debemos sentirlo como propio, porque son pueblos que han recuperado sus recursos naturales, que han terminado con la privatización de todos sus derechos, que tienen una educación diga, y que en definitiva han recuperado sus vidas, y han comenzado a ser protagonistas de la historia.
Pero no sólo el pueblo chileno necesita del proceso bolivariano, sino que también el pueblo venezolano necesita del chileno cada vez que la derecha de esas tierras levanta a Chile para demostrar una y otra vez a un paraíso neoliberal. Ahí nuestro pueblo y su lucha han de demostrar que Chile efectivamente es un paraíso pero solo para las trasnacionales y para esas minorías de siempre que se benefician a costa del pueblo. Los venezolanos necesitan también demostrar que los cambios de forma y las trasformaciones tibias no hacen la diferencia, que los Gobiernos chilenos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet no quisieron hacer cambios reales, tampoco el actual gobierno de derecha los hará, sino que sólo se podrá con un proceso que confié en el pueblo y sus organizaciones, que sin temor rechace las presiones de los grandes empresarios y de la fuerza de las grandes potencias.
El movimiento estudiantil chileno ha develado el fondo de inequidad e injusticia de Chile, y ha dejado abierta la posibilidad que desde hoy empecemos a mirar la unidad latinoamericana y el apoyo a otros procesos de nuestra América, como un impulso a nuestras propias demandas. La unidad latinoamericana y la conquista de la justicia y soberanía, ha de ser fruto de la necesidad irrenunciable de los pueblos y por tanto, de la lucha ardua de la generación mandatada a cambiar la historia.
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* Ex Presidenta de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso 2008-2009. Integrante de la Universidad Popular de Valparaíso y del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
[1] Al respecto un excelente libro es «Acompañando un Sueño. La asesoría cubana a las transformaciones de la Educación Universitaria en la Revolución Bolivariana». Escrito por asesores cubanos de la Misión Sucre en año 2012.
[2] Declaración de la VI Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, Maracay, Estado de Aragua, 24 de junio de 2009.
[3] Datos obtenidos del Informes del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria: «Transformación Universitaria en Cifras (2011)». Gobierno Bolivariano de Venezuela.