En lo que se trata al análisis económico el Manifiesto comunista puede resultar un poco corto: destaca el enfoque sociológico y el llamado político. La razón es simple: en 1848 Carlos Marx aún estaba por desarrollar su crítica de la economía política y escribir El capital . Según Eric Hobsbawm en el Manifiesto Marx (y […]
En lo que se trata al análisis económico el Manifiesto comunista puede resultar un poco corto: destaca el enfoque sociológico y el llamado político. La razón es simple: en 1848 Carlos Marx aún estaba por desarrollar su crítica de la economía política y escribir El capital . Según Eric Hobsbawm en el Manifiesto Marx (y Engels) se presenta(n) más como «ricardista(s)», que «marxista(s)» (sic), aunque los fundamentos de su óptica ya estaban allí.
Escrito en el contexto de la crisis mundial de 1847, explicaba el necesario ocaso del feudalismo y su reemplazo por la sociedad capitalista. Hacía referencia a los periódicos «crisis comerciales» (capitalistas) que aparecían cada vez con más fuerza, provocando «la epidemia de la sobreproducción». Si estas crisis derrumbarán por fin al capitalismo o no es un tema del debate, pero el análisis del Manifiesto que lo caracterizaba como un sistema de producción histórico y transitorio es fundamental.
Ahora – en medio de la peor «crisis comercial» desde la Gran Depresión – algunos economistas más progresistas escogieron manifiestos para ofrecer el análisis acerca de su origen, naturaleza y posibles salidas.
Paul Krugman y Richard Layard preocupados que nada se está haciendo para salir del circulo vicioso de austeridad que asfixia el crecimiento y agrava el desempleo, lanzaron hace un par de meses A manifesto for economic sense (www.manifestoforeconomicsense.org).
Según ellos las raíces de la crisis están en los excesivos prestamos de la banca privada que inflaron los déficits públicos. El problema es la falta de demanda. La respuesta: un sostenido gasto público, reducción del desempleo y el fin de recortes basados en un falso argumento de «restaurar la confianza». En su visión keynesiana la crisis es – «con más sensatez» – manejable y el sistema – salvable.
Michael Roberts un economista marxista, re-escribió este documento titulándolo A manifesto for socialist sense (www.thenextrecession.wordpress.com).
Analizando la crisis, igual que Marx, puso el énfasis en el sector productivo y en la rentabilidad, identificando su origen en la incapacidad del sistema para crear suficiente ganancia (que a su vez provoca la falta de demanda y no al revés como diría Keynes). La financiarización, la inestabilidad financiera, el endeudamiento, las burbujas o el colapso bancario no son sus orígenes. Pueden ser las causas inmediatas, pero al final son solo las secuelas de la tendencia descendente de la tasa de ganancia observada desde la Segunda Guerra Mundial.
Aunque para Roberts las políticas keynesianas podrán alivianar un poco el dolor, no sanarán la acumulación y a la larga incluso perjudicarán la rentabilidad. Para salir de la depresión y evitar otras crisis habría que sustituir el capitalismo por un modo de producción «democrático y centralmente planeado»: el socialismo.
La teoría de la crisis, dejada incompleta por Marx, es un objeto de un intenso debate. Hoy, frente a la crisis, los marxistas están divididos entre la «explicación neoliberal», las teorías subconsumistas y la ley de la caída de la tasa de ganancia favorecida por Marx y luego la menos aceptada (y otras visiones en el medio y posturas mixtas).
Como apunta en otro lugar Roberts, algunos como Gérard Duménil, se oponen a la última «porque Marx no la menciona en el Manifiesto (sic), apuntando en cambio al sistema crediticio » (y a la sobreproducción) . Pero argumentar que su posición es mejor expuesta allí, que en sus obras tardías como el tomo II y III de El capital , Teorías sobre la plusvalía o Grundrisse dónde habla precisamente de la caída de la tasa de ganancia, es problemático .
Para Roberts – tal como lo explica en su libro The great recession (2010) – esta debe ser vista como una explicación de los recurrentes crisis que se mueven en ciclos y no como una » teoría del derrumbe » .
Fue Henryk Grossman (1881-1950), un economista polaco-alemán que lo veía así y así a partir del tomo III lo argumentaba en La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista (1929). Para Paul Sweezy fue un argumento «mecanicista» , pero Rick Kuhn, el autor de la biografía Henryk Grossman and the recovery of marxism (2007) mostró que Grossman fue caricaturizado y en realidad era más sutil .
Grossman quería llevar el análisis de Marx en una dirección diferente («más fiel») que Hilferding, Lenin o Luxemburgo: rechazó el énfasis de los primeros dos en el capital financiero y el argumento de la última que el problema del capitalismo era la realización de plusvalía y la búsqueda de territorios «vírgenes». Para él, más importante era el sector productivo y el problema, la inhabilidad del sistema de crear suficiente plusvalía. Igual que para Marx, la crisis era algo inevitable y no manejable. Un necesario resultado de las contradicciones del sistema en que la mayor barrera de la acumulación es el capital mismo .
Formó parte del Instituto de Investigación Social en Frankfurt hasta que Max Horkheimer dejó de ver sus trabajos con buenos ojos y el Instituto se distanció del marxismo, mientras su pensamiento se llenaba de aforismos y pesimismo.
Otra parte de respuesta porque Adorno y Horkheimer no lograron escribir una nueva versión del Manifiesto (véase la entrega pasada: La Jornada 24/07/2012).
[*] Una primera versión de este artículo apareció publicada en La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/
Maciek Wisniewski es periodista polaco.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.