Breve sinopsis: Al final de la corrida taurina se produce un incidente entre quienes despliegan una pancarta pro amnistía en el ruedo y un sector de la plaza que los abuchea. De pronto aparecen unos 200 antidisturbios «a fuego y sangre». Los miembros de las peñas, niños y mayores, se refugian como pueden en los […]
Breve sinopsis: Al final de la corrida taurina se produce un incidente entre quienes despliegan una pancarta pro amnistía en el ruedo y un sector de la plaza que los abuchea. De pronto aparecen unos 200 antidisturbios «a fuego y sangre». Los miembros de las peñas, niños y mayores, se refugian como pueden en los tendidos y les lanzan de todo. Hay muchísimos heridos. Cuando por fin las fuerzas del «orden» se retiran, en las calles se concentra más gente indignada. Es entonces cuando es abatido por un disparo de bala Germán Rodríguez. La batalla es total durante toda la noche. Los heridos son cientos, y bastantes por armas de fuego.
Según adelantaba el Diario de Jerez el documental premiado en Cádiz «interesará a los amantes de la historia reciente». Pues sí. Y por eso mismo quiero hablar de él a mis amigas lectoras y a mis amigos lectores, sabedor de que les interesará. Sólo siento, que si no pudieron verlo en Cádiz o en el festival de cine español de Málaga, tengan que peregrinar a una pequeña sala de cine pamplonica, que lleva semanas repleta. No conozco el caso de mayor exhibición comercial. Que sepa, ninguna copia más en Euskal Herria o en la capital Madrid. Por tanto, sí es el caso de menor exhibición comercial, según mis precarios datos. En cambio, espero y no dudo de que 3.000 euros de inversión y dos años de trabajo sirvan para mantener la llama de «los amantes de la historia reciente» y prenderla en mucho más. Sanfermines 78 no es una crónica taurina o festiva. «No mezclar la política con la fiesta», dicen algunos. Como si para los de arriba hubiese algo neutral. Sanfermines 78 rememora 25 años después desde la propia fiesta con cámara en mano y con los documentos disponibles los trágicos sucesos de la tarde del 8 de julio de 1978 y de la madrugada siguiente. Para un resumen más amplio de los mismos remito a las lectoras y lectores de este diario a lo que en esas fechas de julio de este año publicó aquí y en Rebelión Jesús Prieto, con la addenda de un artículo de Gara. Javier Ortiz en su página en 2003 también reivindicó la memoria de estos hechos. El documental, a pesar de su davidesca difusión, es ocasión para lo mismo. El ejemplo de tantos pamploneses ayuda a sumarse en tal empeño.
La película muestra como nadie en Pamplona se olvida de lo sucedido, los homenajes que tienen lugar y, salvo raras excepciones, todo el mundo se moja, sea del ropaje que sea. Pocos tienen dudas de que aquello fue una barbaridad y de quien la cometió. De hecho, ante la cámara desfilan algunos testigos muy cualificados y protagonistas.
En una primera parte, el documental analiza la conflictividad y el contexto político que rodearon esos sanfermines. Como en las vísperas la extrema derecha, brazo largo y consentido de las fuerzas armadas, los calentó. Con bates de béisbol tomaron el casco viejo. En la calle Chapitela de un navajazo resultó muerto uno de sus integrantes, que resultó ser un teniente del ejército. Por otra parte, llevaba casi un año negociándose la Constitución sin resolverse el futuro de Navarra junto a Euskadi o como autonomía foral. Preocupaba y mucho -como se dice en el film- a los jerarcas del Estado la primera posibilidad. Navarra, con sus muchos kilómetros cuadrados de extensión, incluso de frontera, con su cuenca media de cereales y las huertas de su Rivera ofrece a Euskadi las evidentes hechuras de nación.
En cuanto a las responsabilidades, se incoó un sumario que se archivó. ¿Sería por falta de pruebas?, se preguntan algunos. La comisión de peñas investigó y aportó muchas de ellas. Lo que nunca se entregó por quienes además era su obligación fue el arma homicida. El gobernador civil de la época reconoce que se usaron pistolas (como que en pantalla aparece la grabación que uno de los más avispados testigos realizó: en la emisora policial se ordena: «…con todo a esos hijos de la gran puta»), pero no se le corta un ápice su risa sardónica cuando «matiza» que sólo dispararon al aire.
El relato del gobernador militar, por mucho que no quiera, es igual de transparente. Al final la culpa era de la deficiente tecnología comunicativa de los 70 que hizo entrar a la plaza a los antidisturbios desmedidamente. ¡Ah! Y del nuevo comisario que define como muy patriota, usted ya me entiende, que vino a sustituir al anterior asesinado por ETA, y de paso, a dar un escarmiento a tanto rojo y separatista como estaba saliendo. ¡Y ellos de brazos cruzados!
Apuntan los directores (el narrador) a que el malestar en los cuarteles ante la nueva situación política, que iba mucho más lejos de lo que estaban dispuestos a tolerar, está detrás de los sangrientos sucesos. Provocaciones previas como las de Chapitela irían encaminadas a cargarse unos sanfermines que hervían de alegría desatada y de clamor popular por palpar sobre la arena la verdad de los cambios en marcha. Eso como mínimo. Después vendría «el hasta aquí hemos llegao» de la operación galaxia en noviembre por el mismo coronel que en febrero del 81 puso patas arriba los tendidos del llamado hemiciclo de las Cortes. ¿Quién volvió a hablar de autodeterminación, república o estado federal? Claro que esta fantasía al diputado por Navarra hasta la fecha Jaime del Burgo le produce risa. La misma que provoca él en el auditorio.
Rodolfo Martín Villa, ministro de Interior ese verano (en la actualidad es embajador de Falsimedia Polanco, S.A.) en rueda de prensa dixit: «Lo nuestro son errores. Lo suyo crímenes». Yo le contesto hoy, dado que entonces era apenas un niño, a tan oscura persona que Germán Rodríguez, militante de la Liga Comunista Revolucionaria (LKI) no fue un error. Que lo suyo fue un crimen del que él es responsable y el gobierno del que formaba parte. Como antes un 9 de mayo en Montejurra o cerca también en espacio y tiempo el encierro de Vitoria, sin querer ahora ser más exhaustivos.
Como el compañero y amigo Carlos Tena lamento que la Comisión Interministerial proponga equiparar a las víctimas causadas por el golpe militar del 36 con las que defendieron la legalidad republicana. Protesto también porque al presente de los días sean reconocidas las víctimas del terrorismo mientras no lo sea Germán Rodríguez y centenares más que desaparecieron o fueron reprimidos y muchas veces torturados por fascistas y policías arropados por los aparatos del Estado. Su error: defender los derechos de los obreros y de los pueblos con las armas de su libertad. Que nadie les había regalado ni regalará y de quienes somos deudores en cuanto a la que podamos gozar.