Recomiendo:
0

Txalaparta publica "Se abrirán las grandes alamedas"

Presentan un libro con una selección de discursos de Salvador Allende

Fuentes: Gara

11 de setiembre de 2001, 11 de marzo de 2004… para los chilenos existe otro 11 de setiembre, el de 1973, que duró 17 años. Mientras el ejército bombardeaba La Moneda para derrocarle, el presidente Allende anunció a su pueblo que «más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por las que paseara el hombre libre», una frase que forma ya parte de la historia


«Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por las que caminará el hombre libre para construir una sociedad mejor». Esta frase forma parte del discurso con el que el presidente de Chile, Salvador Allende, se dirigió por última vez a su pueblo a través de Radio Magallanes el 11 de setiembre de 1973, el día en que las Fuerzas Armadas chilenas, a las órdenes de Augusto Pinochet, derrocaron al Gobierno constitucional y legítimo del país.

Bajo el título «Se abrirán las grandes alamedas» la editorial Txalaparta ha recopilado en un libro sus discursos más importantes, a través de los cuales se puede conocer la trayectoria política e ideológica de uno de los personajes más emblemáticos del siglo XX y, quizá, también del siglo XXI.

Allende pronunció estas palabras mientras aviones y tanques del Ejército ­considerado hasta entonces el más democrático de América Latina­ se dirigían hacia el Palacio presidencial de La Moneda para bombardearlo. Allí encontró la muerte el presidente electo. «Nunca sabremos si Allende, intuyendo que de rendirse sería asesinado, creyó que su muerte en el Palacio sería el castigo moral para quienes propiciaron el golpe de Estado y una contención contra la persecución de los sectores más humildes, cosa que se dio igualmente», afirmó Hans Christian Hoffman, del Centro Cultural Pablo Neruda de Chile, en la presentación del libro, en la que participó junto a Osvaldo Puccio Huidobro, embajador de Chile en Madrid y testigo del ataque a la Moneda.

Hoffman indicó que sus discursos muestran al Salvador Allende «ser humano» y dan a conocer a «un hombre comprometido y humanista; claro, fraterno y humanizado, el hombre nuevo del que hablaba. Era un educador y un luchador». Sus duras vivencias como estudiante de medicina y su experiencia en los consultorios médicos a los que vio que el pueblo no podía acceder le convirtieron en lo que fue.

«Un socialista no podía estar en otra barricada que (no sea) en la que he estado toda mi vida», señaló Allende, un hombre que entregó su vida por sus ideales.

Leccion de ética

«En sus discursos ­añadió Hoffman­ hay una lección moral, de ética y de justicia social, de lo que debía ser un hombre libre y de buenas costumbres, y la Historia no le ha hecho justicia».

Puccio habló de Chile, donde «el Allende que nos es tan cercano, propio y vital, a los jóvenes les queda lejos. Para ellos es una estatua en la Plaza de la Constitución y son las manifestaciones cada 11 de setiembre en las que cada día se ven más canas». Una distancia que no se da en las universidades, donde las insignias con su imagen, las reproducciones de su último discurso y las frases en las paredes son una constante. «Una paradoja que evidencia que quedan lugares en los que sigue siendo una referencia», afirmó.

Destacó su defensa de la justicia social, la tolerancia, las instituciones democráticas y el pluralismo. Admitió que «nosotros le decíamos socialdemócrata, no como halago sino como insulto» y aseguró que «no era un hombre de grandes discursos, sino de propuestas llenas de sabiduría, conocimiento y un coraje intelectual descomunal, porque en los años 60-70 había que tenerlo para decir que la vía revolucionaria no era la única para acceder al socialismo, ya que la inquisición izquierdista solía ser muy dura con estas desviaciones y debilidades».

Puccio recalcó que los dos ejes centrales de su conducta política eran «organizar a los trabajadores y clases desposeídas y darles un nivel de conocimiento e ilustración con respecto a sus derechos».

Pero también se refirió al Allende cotidiano «de gran calidez y cercanía». Recordó que «cuando tenía cuatro años los amigos de mi padre me enseñaron a escribir Allende antes que a escribir mamá». «Era cálido y cercano, pero también podría ser tremendamente pedante», aseguró.

La proyección de parte del documental «El sueño existe. Chile y el mundo recuerdan a Salvador Allende», dirigido por Carmen Luz Parot, cerró el acto. Extractos de entrevistas y discursos e imágenes de movilizaciones de la Unidad Popular y del Chile actual que siente que «Allende vive», trasladaron a los presentes al Chile de los 70 y a su Estadio Nacional, testigo del Mundial de Fútbol (1972), de la victoria electoral de la Unidad Popular (1970) y de la celebración de la concesión del Premio Nobel de Literatura a Pablo Neruda (1973), y convertido en setiembre de 1973 en campo de tortura y muerte de miles de chilenos.