«El elemento revolucionario del marxismo puede entenderse del modo más fácil precisamente en este punto. El marxismo es la doctrina de la revolución porque capta la esencia del proceso (no sólo sus síntomas, sus formas de manifestación), porque muestra su tendencia decisiva, la que apunta al futuro (y no sólo los fenómenos cotidianos).» György […]
«El elemento revolucionario del marxismo puede entenderse del modo más fácil precisamente en este punto. El marxismo es la doctrina de la revolución porque capta la esencia del proceso (no sólo sus síntomas, sus formas de manifestación), porque muestra su tendencia decisiva, la que apunta al futuro (y no sólo los fenómenos cotidianos).»
György Lukács
El movimiento estudiantil chileno ha sido, sin duda, la parte más activa del movimiento de masas en Chile durante lo que va del siglo XXI y además, uno de los más importantes a lo largo de América Latina. El impulso de este sector social ha nacido a contrapelo del terror que dejó la dictadura militar en el sentido común de la sociedad, asumiendo en varios momentos un papel de vanguardia en las luchas del movimiento de masas en Chile.
Después de varios años de marchas, paros, tomas, enfrentamientos y de una intensa actividad política -enmarcada no simplemente en la batalla directa contra el enemigo, sino que también en la disputa interna de la dirección y conducción del movimiento- es preciso superar el análisis coyuntural y observar cual ha sido el rol del movimiento estudiantil en Chile durante este periodo, es decir, su vínculo con el resto de la sociedad, su carácter político, sus pasos actuales y sus proyecciones.
Fisonomía y rol del movimiento estudiantil
Como mencionábamos, el movimiento estudiantil reaparece en Chile para volver a iniciar la historia de la movilización de masas en el país, para comenzar un nuevo ciclo de acumulación de fuerzas y desarrollo de la conciencia de los sectores explotados. Este supuesto, descansa principalmente en dos logros del movimiento estudiantil. El primero es interno y guarda relación con su legitimidad, puesto que ha sido capaz de instalar en el sentido común de la sociedad la validez de la lucha por la educación como un derecho de la sociedad, principalmente a través de la reivindicación por la gratuidad y el fin al lucro; el segundo (externo) es su efecto de reproducción de la movilización en otros sectores de la sociedad, los cuales ven en él un respaldo para luchar y una línea lógica de trabajo.
Estos dos elementos marcan la importancia que el movimiento estudiantil ha tenido para la sociedad chilena, en momentos durante los cuales muchos estudiantes se cuestionan sobre los métodos de lucha y la utilidad de la paralización académica; y mientras el reformismo estudiantil busca desesperadamente «ganadas concretas» – que no son sino migajas -para mostrarle a las bases. Victorias reales a partir de retos pequeños, como por ejemplo ganar el derecho a sentarse con el cuerpo directivo de una universidad para poder entregarle a éste las impresiones de los estudiantes, contexto en el cual, por supuesto, no es necesaria la más mínima confrontación con una u otra autoridad. Dicho de otra forma, es evidente que mientras menos importantes y más coyunturistas son los objetivos trazados, más fácil es conseguir éxito en ellos.
Este desencuentro entre lo coyuntural y el largo plazo se enmarca dentro del desencuentro entre la confrontación y el consenso. No simplemente porque exista una parte del movimiento que, sinceramente, asuma una posición de combate y otra que, sinceramente, crea que lo mejor es el diálogo con las autoridades, sino que también porque dichas partes poseen intereses que se confunden con la lucha pura y directa del movimiento estudiantil. Estos intereses son por lo general de dos tipos: 1. El interés de los sectores pertenecientes al gobierno al interior del movimiento estudiantil por estancar los ataques al régimen político de dominación, cuyo mejor ejemplo es la CONES, absolutamente hegemonizada por el PC y en una posición de apoyo al gobierno de la Nueva Mayoría, incluso en contraposición al sentir común de rechazo de la sociedad a dicho gobierno. 2. El interés propio de sectores del movimiento estudiantil, ya sean organizaciones, colectivos, dirigentes o incluso estudiantes de base y cuya razón primaria se encuentra en la reproducción de la lógica de acumulación y de individualización del capitalismo y en el modelo cultural de la sociedad burguesa que tiende a reificar relaciones sociales institucionalizadas.
El primer caso es bien conocido y se funda en la nulidad estratégica de los sectores ubicados «a la izquierda» del gobierno, ausencia ante la cual sus esfuerzos fluyen con los de la burguesía por recomponer la legitimidad de su dominación. El segundo caso toca principalmente a sectores que hegemonizan la institucionalidad estudiantil y su fundamento es variado, puede ser el deseo de crecimiento de su organización (en vez del aporte de la organización al movimiento de masas), la ganancia material propia, la elevación mediática de caudillos, la satisfacción del ego, entre otros. Situaciones que nacen a partir de la penetración de la cultura burguesa en los sectores más radicales del movimiento estudiantil.
Esta última situación devela una crisis en la izquierda estudiantil (que en realidad no es sino una crisis de toda la izquierda), en la cual el fracaso del coyunturismo reformista se encuentra con la dispersión de la izquierda más radical, fundado en la desconfianza y el caudillismo. En este sentido, las posibilidades de unificación de esta izquierda son equivalentes a las cualidades de quienes la componen o dicho de otra forma, el fracaso de esta izquierda es producto del retraso de la construcción de una nueva mujer y un nuevo hombre, los cuales destaquen por su altruismo y humanismo al interior de la sociedad.
Presente del movimiento estudiantil
La nueva mayoría, a partir de la observación de los conflictos principales del país, ubicó la necesidad del régimen político de dominación de poner especial atención en el ámbito estudiantil. Esto se expresó por una parte, en el énfasis de su programa con respecto a la reforma educacional y su promesa de 100% de gratuidad; y por otra parte, en la magnitud de la represión a los estudiantes una vez que vio que sus posibilidades de consenso se fueron limitando cada vez más, reduciéndose al reformismo estudiantil y a su propia escasa presencia en el movimiento.
El gobierno se ha visto por tanto, en innumerables ocasiones, muy presionado por el movimiento estudiantil en términos políticos, sobre todo porque el segundo cuenta con una amplia legitimidad social y el primero no. Sin embargo, hasta el día de hoy ha costado que los estudiantes hagan conciente esta situación, pues seguramente cuesta creer que es posible tener acorralado a un gobierno que funciona como la ejecución de un Estado aun reificado por la sociedad. Ante lo cual, la nueva mayoría -sin ningún pudor- ha anunciado que solamente podrá otorgar el 60% de la gratuidad, luego cambiado este porcentaje al 50%, y en posterior la posibilidad de entregarla mediante glosa presupuestaria. Lo que demuestra que en gran parte, los tiempos del conflicto son manejados por el ejecutivo y no por el movimiento estudiantil. Otro ejemplo de ello es el retroceso de los representantes estudiantiles al no recibir los permisos para realizar marchas.
Por otra parte, se mantiene en juego la imagen del movimiento estudiantil, esto es, su significado. Mientras la prensa burguesa se esfuerza por hacer creer que el movimiento estudiantil pierde poco a poco su legitimidad debido a la violencia en las manifestaciones, la dirección misma del movimiento asume un papel que visualiza únicamente la reivindicación educacional, segmentada además entre los diferentes componentes movilizados de la educación. Esto revela intentos de petrificación respecto al movimiento estudiantil, un enclaustramiento de lo que «debe ser». Para los enemigos de la clase trabajadora, el movimiento estudiantil debe quedarse estancado en su expresión «gremial», debe ser pacífico y buscar nuevas formas de movilización que no atenten contra el buen funcionamiento de las instituciones.
Actualmente, el estudiantado tiene la capacidad de llevar a cabo incesantes movilizaciones y de recomponerse cada cierta cantidad de años, golpeando con más fuerza en momentos críticos. Sin embargo, sigue conservando una etiqueta puesta por los mismos estudiantes -principalmente por sus dirigencias- esto es su carácter exclusivamente estudiantil. Su limitación respecto a la reivindicación de la gratuidad en la educación y a demandas que escasamente tocan otros sectores en lucha estancan las posibilidades del movimiento, es decir, su alcance en la sociedad.
Algunas conclusiones
Es oportuno para el avance de la subjetividad de las masas y el desarrollo de su conciencia que el movimiento estudiantil asuma su lugar en la crisis política, la cual afecta principalmente al régimen político de la burguesía. Esto significa desprenderse de su etiqueta de exclusividad y asumir como propias las reivindicaciones del conjunto de los explotados; el fin a las AFP, la reducción de la jornada laboral, el fin de la pauperización y la tercerización laboral, entre otras. Así como el movimiento fue capaz de instalar en su seno la lucha feminista, debe ser capaz de adaptar el resto de las luchas del pueblo a su programa.
La organización revolucionaria es una necesidad fundamental y con ello, la conversión de la lucha reivindicativa en una lucha de carácter político. Para esto, es preciso que los revolucionarios sean capaces de construir puentes entre los estudiantes movilizados y el resto del movimiento de masas, solo de esta manera, la conciencia de clase se alterará en beneficio de sí misma.
A la vez, el movimiento debe expulsar a las dirigencias que concilian con el gobierno, como lo han estado haciendo RD e IA a espaldas de las bases, pues son agentes nocivos que reparan los errores del régimen político, lo ayudan a mejorar, bajan movilizaciones y criminalizan a sus propios compañeros. Por lo cual, no son más que un enemigo dentro del propio movimiento. Solo posicionándose desde una trinchera diferente a la de la burguesía y oxigenándose del (y oxigenando al) resto del movimiento de masas, los estudiantes podrán seguir dando pasos exitosos.
¡¡Conciliar es traicionar!!
¡¡De la lucha estudiantil a las filas de la revolución!!
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