Cuatro líderes sociales asesinados en menos de 10 días, un joven líder de la JUCO de Soacha, un líder indígena del Cauca, una lideresa campesina también del Cauca y un líder campesino del Bagre, Antioquia. La semana pasada a líderes sindicales del Atlántico les llegó a su casa la cabeza de un perro diciéndoles que […]
Cuatro líderes sociales asesinados en menos de 10 días, un joven líder de la JUCO de Soacha, un líder indígena del Cauca, una lideresa campesina también del Cauca y un líder campesino del Bagre, Antioquia. La semana pasada a líderes sindicales del Atlántico les llegó a su casa la cabeza de un perro diciéndoles que les iba a pasar lo mismo y por todo el país pululan los panfletos de «limpieza social». Pero nada de eso ha sido gran noticia en los medios, medios que sí llevan una semana horrorizados porque las FARC fueron a Conejo.
Presidente Santos, si nos siguen matando se concluirá que finalmente en este país ya no hubo espacio para la izquierda, ni para quienes piensan críticamente y usted pasará a la historia no como el Presidente de la paz sino como el Presidente que no combatió en serio al paramilitarismo y como el Presidente del segundo genocidio político.
Si nos siguen matando y ni siquiera las muertes de nuestros compañeros y compañeras son noticia de un párrafo en los medios, es porque vivimos en un país donde a los noticieros, periódicos y emisoras les importan más los realities o el bajón de James que las vidas perdidas de los campesinos y los líderes sociales.
Si nos siguen matando, pues entenderemos que la paz no era para nosotros, era sólo un montaje del Gobierno y los grupos económicos para viabilizar el país para sus negocios, para convertir a los campesinos en jornaleros sin tierra, a los trabajadores en empleados por prestación de servicios, a los pacientes en clientes, a los estudiantes en aprendices de institutos técnicos (porque la universidad no era para ellos, a no ser que fueran «pilos») y a los vendedores ambulantes en indigentes porque en el espacio público estorban y afean la ciudad.
Señores de la derecha económica, la derecha finquera y la derecha armada, si nos siguen matando por ser inconformes quedará claro que prefieren un país con economía medieval al que nunca llegó a la modernidad, donde el 0,4% de la población posee el 44% de la tierra. Quedará claro que sólo quieren un país donde las parejas del mismo sexo no se pueden casar, ni adoptar; dónde ser transexual amerita una golpiza y donde las mujeres no pueden interrumpir su embarazo así hayan sido violadas.
Estoy cansado de recibir mensajes de los simpatizantes del Centro Democrático o de cuentas de su Troll Center, diciendo que los mamertos debemos morir, que este país no es para comunistas ya que en su chata visión del mundo no cabemos.
Estoy cansado de que medios nacionales digan que Contagio Radio o Prensa Rural son medios «afines a las FARC» poniéndoles un tiro al blanco en la frente para que fanáticos ultraderechistas los maten mientras ellos almuerzan en el Parque de la 93.
Estoy cansado de ver campesinos o estudiantes a quienes el mismo ejército les siembra pruebas para encarcelarlos mientras esperan un juicio por años, un juicio que nunca llegará, hasta que salen libres porque resulta que se vencieron los términos ya que eran inocentes y se trataba de un falso positivo judicial.
Estoy cansado de vivir con mi celular y mi correo chuzado, con carros sospechosos que nos siguen de esquina en esquina, estoy cansado de vivir sin algo tan simple y mínimo como la intimidad.
Pero sobre todo estoy cansado de ver compañeros y compañeras asesinados cobardemente, gente buena, talentosa, lideres nobles, jóvenes llenos de vida, mujeres entregadas a sus comunidades que son asesinados sólo porque trabajaban por los derechos humanos de la gente y porque querían un país aunque sea con un poco de justicia social.
Qué vamos a hacer, nos gusta el lenguaje incluyente, decir «otros y otras» porque el lenguaje construye realidades y con la palabra reconocemos esa igualdad que a las mujeres la sociedad les niega todos los días; leemos mucho porque queremos explicar todo desde la cabeza y nos las damos de filósofos; tenemos debates interminables porque nos gusta perdernos y reencontrarnos entre Marx y Piketty mientras soñamos con un país en paz y mejor. ¿y sólo por eso merecemos morir? ¿Por eso merecemos vivir como parias en un país que también es nuestro país?
Me causa gracia cuando el Centro Democrático entra en histeria y hablan de «persecución polititica» cuando a uno de sus líderes investigados huye a Miami… Persecución política la que vivió la UP: dos candidatos presidenciales asesinados además de 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 5.000 de sus militantes, eso, señores del Centro Democrático, eso sí se llama persecución política.
Me causa gracia cuando el Centro Democrático hablan de «presos políticos» cuando a uno de sus líderes los investigan por chuzar o intentar hackear la paz. Presos políticos centenares de líderes campesinos y sociales a quienes los sepultan en cárceles asquerosas por años sólo por pensar diferente. esos, señores del Centro Democrático esos sí son presos políticos.
Me causa gracia cuando Paloma Valencia se «declarada en rebelión» cuando capturaron a Santiago Uribe y dice «por menos se inició la violencia política» ¿acaso era una advertencia? Pues si lo es, será para tomarla en serio porque fue su abuelo Guillermo León Valencia quien como presidente autorizó la operación Marquetalia cuando el gobierno bombardeó un puñado de campesinos y dio inicio a un conflicto de 60 años.
Marisela Tombé era una lideresa campesina llena de vida y alegría del Tambo Cauca; Klaus Zapata era un joven líder de la JUCO de Soacha con todo el futuro por delante; Alexander Oime era gobernador indígena del Cauca, realizador audiovisual apasionado por comunicar su realidad nativa y William Castillo… pues él era mi amigo, un líder campesino del Bagre con quien caminamos juntos las veredas de Carrizal, Lejanías y Manilas en el nordeste antioqueño. Era un hombre que intimidaba a primera vista con su aspecto de mongol taciturno pero luego al conversar un poco se revelaba su carácter bonachón y noble. Todos ellos, Marisela, Klaus, Alexander y Willliam fueron asesinados, ¿su delito? Pensar diferente, ser de izquierda, reivindicar su etnia, defender sus comunidades.
¿Es que ser campesino o líder social es ser un ciudadano de segunda clase? ¿es que a nadie le interesa estas vidas valiosas que se perdieron? ¿es que nadie piensa en los hijos que dejaron o en las madres que hoy lloran todos los días añorándolos? ¿qué clase de gobierno habla de paz cuando en las regiones uno a uno están matando a su mejor gente? Un país serio y defensor de la democracia real ya se habría paralizado, pero claro, nosotros esta triste noche estamos preocupados por quien sale hoy en «bailando con las estrellas».
Señor presidente Juan Manuel Santos, deje de explicarnos el paramilitarismo como simples bandas armadas, cuando en realidad es una estructura que incluye empresarios, políticos, militares; pero sobre entienda que este fenómeno es toda una cultura arraigada en las regiones, una patrón social que viene desde los años 50 o antes, donde los dueños del poder regional usan las fuerzas militares y paramilitares para mantener sus beneficios, despojar y desplazar.
Señor presidente, terminar el paramilitarismo no es perseguir las llamadas Bacrim, ni tampoco nos diga que el fenómeno se acabó con los Castaño, mire como resurge mutando en diversas formas y sobre todo mire como en las regiones como siguen matando a nuestra gente. Señor Juan Manual Santos, sólo una política de Estado seria y resuelta terminará con la cultura del paramilitarismo en Colombia, de no ser así, no habrá paz.
Señor presidente Juan Manuel Santos, en la memoria de estas personas asesinadas y tantas más en años pasados, díganos, ¿este es el » postconflicto «que nos espera? ¿se va a asumir el problema del paramilitarismo seriamente?
Publicado en: Las 2 orillas