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España

Prim, ¿una historia contaminada?

Fuentes: Rebelión

Al escribir estas notas he revisado la estupenda tesis a cátedra de la historiadora alemana Ingrid Galster, fallecida en septiembre del 2015 y autora de su disertación hecha libro: Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria, por ese empeño solitario y terco de buscar la verdad por encima de teorías ancestrales, dichos o juros y […]

Al escribir estas notas he revisado la estupenda tesis a cátedra de la historiadora alemana Ingrid Galster, fallecida en septiembre del 2015 y autora de su disertación hecha libro: Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria, por ese empeño solitario y terco de buscar la verdad por encima de teorías ancestrales, dichos o juros y perjuros ministeriales, como los que ahora brotan ante los papeles de Panamá.

«En la calle del Turco le mataron a Prim,/sentadito en su coche con la Guardia Civil. /A las dos de la tarde / le dijeron a Prim / Vaya usted con cuidado / que lo quieren herir./ Seis tiros le tiraron / a boca de cañón. / ¿Quién será el infame, / quién será el traidor?».

En el romance de ciego no es verdad el segundo verso; Prim no iba escoltado por la Guardia Civil; un malentendido con la escolta hizo que el general se encontrase solo con su ayudante Nandín y el coronel Moya ante el atentado.

Durante unas investigaciones realizadas en septiembre del año 2012 por la Comisión Prim en su cadáver exhumado, se demostraría que Prim no murió directamente por las heridas del atentado: un surco desde la parte posterior del cuello, hallado por los expertos en el examen externo del cadáver momificado, fue definido como compatible con lesiones externas por estrangulamiento a lazo. Según estos estudios forenses, a Prim alguien quería verle muerto, y bien muerto. Cuando se falló el primer intento, se le remató en su propia casa.

Otros estudio menos fundado, un contra-informe menos creíble realizado durante el año 2013, niega esta posibilidad y se reafirma en la tesis clásica. Las conclusiones de ambos trabajos están en la red.

*

Joan Prim i Prats nació en Reus el 6 de diciembre de 1814 y murió en Madrid el 30 de diciembre de 1870 a las ocho y cuarto. Un militar y político liberal español del siglo XIX que llegó a ser presidente del Consejo de Ministros de España.

Murió asesinado.

Según recoge el Diario Oficial del Estado, el día del atentado (27.12.1870) el general Serrano comunicó que el Presidente del Consejo de Ministros había sido «ligeramente herido al salir del Congreso en la tarde de ayer por disparos contra su coche en la calle del Turco y a quien se le había extraído el proyectil (que no proyectiles) sin accidente alguno ni complicación«.

Un tanto sorprendida e incrédula, la Gazeta de Madrid informa el 31 que «el día 29 de diciembre de 1870 (víspera del óbito) se afirmó que el día anterior (28) se levantó el apósito que se había aplicado al presidente sin haber tenido lugar los accidentes que suelen presentarse en esta clase de heridas tan sujetas a complicaciones. El estado del enfermo no puede ser más halagüeño».

El día 30 del desembarco de Amadeo de Saboya en Cartagena se comunica que Joan Prim i Prats, que el Presidente del Consejo de Ministros ha muerto «debido a una fiebre producida por los grandes destrozos causados por las balas en codo, muñeca y hombro del lado izquierdo, desembocando en una intensa congestión cerebral, que le produjo la muerte a las ocho y cuarenta y cinco minutos«.

¿La causa oficial ofrecida desde la Presidencia del Estado es la verdadera causa o asistimos de nuevo a engaño político adobado con colaboración forense y trama organizada? ¿Mentira oficia como patrimonio histórico? La versión oficial atribuía la causa del fallecimiento a una septicemia. Una nueva investigación plantea la posibilidad, con pruebas muy acreditadas, de un asesinato por estrangulación a lazo.

Con motivo del bicentenario en el 2014 del nacimiento de Joan Prim i Prats surge en el 2012 la Comisión Prim de Investigación, formada por expertos de la Universidad Camilo José Cela, que han estudiado el cuerpo embalsado del que fuera presidente del gobierno, estuvo dirigida por el investigador y criminólogo Francisco Pérez Abellán del departamento de Criminología de la Universidad Camilo José Cela. Hubo una selección de profesores, criminólogos, criminalistas, expertos en investigación criminal, forenses, historiadores, juristas, alumnos y fotógrafos científicos dispuestos a colaborar. «Fue una indagación de bocadillo de chorizo y pensión pero alentada por el entusiasmo. Por primera vez la universidad española se abría sin reservas a la investigación», dirá Pérez Abellán.

Al término publican Las conclusiones de la comisión de investigación sobre Prim, consiguiendo hallazgos históricos:

«Hemos resuelto un crimen del siglo XIX con los avances tecnológicos del siglo XXI», indicó el Presidente de la Comisión, Francisco Pérez Abellán, para quien la realidad de la muerte del general «está en su momia», conservada en Reus (Tarragona) perfectamente 142 años después y así dar respuesta a algunos de los interrogantes históricos de su muerte.

a.- que Joan Prim no murió en el atentado sino que fue asesinado, concretamente estrangulado, lo que vuelve a reabrir un importante debate histórico. De hecho, para poder llevar a cabo la investigación pudieron examinar el cuerpo, tras exhumarlo.

b.- estamos en condiciones de afirmar que en su tiempo no se le practicó autopsia ni nada que se le parezca por lo que el dictamen de la muerte no pudo ser exacto ni científico. (La autopsia incluye necesariamente apertura de cavidades que del estudio del cadáver momificado se infiere que no se realizaron).

c.- las heridas de bala recibidas por el general Prim la tarde-noche del 27 de Diciembre de 1870 en la calle del Turco de Madrid (hoy Marqués de Cubas), contrariamente a lo que la historia ha aceptado hasta ahora, según el examen del cuerpo embalsamado, fueron de gravedad sin ninguna duda, dejando en evidencia el falso comunicado del Gobierno de la época, y aunque no alcanzaron ningún órgano vital, los impactos del hombro izquierdo como destaca el «informe de autopsia» del sumario 306/1870 resultarían «mortal «ut plurimum», esto es mortal de necesidad, ( y no el incorrecto «ut plurimunt» como se ha venido difundiendo).

d.- las lesiones por arma de fuego dejaron al general impedido desde el momento de la emboscada y es prácticamente imposible que se produjera la supervivencia de tres días. La ausencia de curas efectivas e importantes a nivel del codo izquierdo y dedo de la mano derecha (semi-amputado de un disparo) indicaría que las lesiones inicialmente de menor entidad fueron, como es lógico, postergadas y finalmente no se le realizó esa cura. El cuarto dedo de la mano derecha así lo demuestra

e.- los surcos observados en el cuello «compatibles con una posible estrangulación a lazo» encajan así en una necesidad de los asesinos de Prim de no permitir la recuperación del mismo, del que asustaban tanto su fortaleza física como su fortuna de salir indemne de las peores batallas y recuperarse de las más graves heridas. Los surcos, marcas, etc, sospechosas de estrangulación para los expertos en investigación criminal miembros de la Comisión y los forenses han sido investigadas hasta descartar artefactos postmortem capaces de producirlas y procedimientos de embalsamamiento, aunque en este aspecto la Dra. María del Mar Robledo, Doctora en Medicina Legal y Forense y especialista en Antropología Forense, experta en la materia, seguirá la investigación hasta despejar la última duda y establecer el diagnóstico diferencial.

De hecho la doctora María del Mar Robledo Acinas y Ioannis Koutsourais, forenses, han analizado la momia del entonces presidente, dejando constancia de la misma mediante las fotografías realizas por el fotógrafo profesional y científico Ioannis Koutsourais, dos forenses de esta Comisión Prim, plasmando sus resultados en su libro Las muertes de Prim, escrito tras la investigación, dejando en claro que la septicemia no fue el motivo del fallecimiento: «La versión oficial cuenta que la causa de la muerte del general Prim es una infección de algunas de las lesiones que presenta el cuerpo, que son lesiones que no habían sido operadas. Dos días después del atentado, se dice, le interviene el mejor cirujano de España y le extrae alguno de los proyectiles. Pero el cuerpo no muestra ninguna evidencia de que se le haya practicado intervención quirúrgica alguna», señala María del Mar Robledo.

Y en este libro se aporta por primera vez documentado el segundo gran descubrimiento: La puñalada en la espalda de Prim. Bombazo universal. «Una vez establecido el orden auténtico, Prim fue primero fusilado a trabucazos en la calle del Turco. Gravemente herido se le apuñaló por la espalda buscando su corazón, indefenso y despojado de sus ropas en el lecho del dolor, para finalmente ser rematado a lazo ante la impaciencia de los asesinos». El análisis de la momia del político, que se hizo en el Hospital Sant Joan de Reus, con métodos como el TAC, radiología y endoscopia permitieron descubrir una herida en la espalda de la que apenas se sabía nada. «Percibimos una lesión en la parte superior izquierda que inicialmente identificamos como un orificio de salida de esa gran lesión que tenía en el hombro. Una vez analizada en profundidad nos dimos cuenta de que no era viable la versión oficial porque la ropa que llevaba el general en el momento del atentado no tenía sangre, no había ninguna marca de sangre, por lo tanto no se había producido de esa manera. Fue entonces cuando lo asociamos a una lesión por un arma blanca que se tuvo que producir posteriormente, es decir, una vez que llega a su casa», remarca la experta.

En el 2013 la sociedad Bicentenario general Prim 2014 encarga un estudio médico-legal de la momia del general Prim a la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense , que lo entrega en diciembre del 2013 y en la que se confirma el parte oficial, lo que se venía diciendo durante años: «La naturaleza de las heridas sufridas, y los tratamientos disponibles en la época, justifican la muerte por una complicación infecciosa a los tres días del atentado, evolución clínica por otra parte reflejada en numerosos testimonios».

Lo cierto es que la Comisión Prim fue la primera en sacar al general de su ataúd y en comprobar que, en contra de lo afirmado, no había rastro de que se le hubiera practicado antes autopsia alguna, y cuyo examen, análisis y estudio de la momia de Prim se lleva a cabo en presencia de los alumnos de la universidad Rovira i Virgili, así como de los que llegaron en autobús desde Madrid procedentes de la Universidad Camilo José Cela, retransmitido por circuito cerrado de TV en el auditórium del Hospital San Joan de Reus. El hospital universitario municipal de Sant Joan de Reus dispone de un auditórium magnífico, casi por estrenar, que se llenó de estudiantes ansiosos de aquella experiencia única.

Doscientos años después les habló la momia, recordando aquellas palabras de Unamuno:

. … Sí, lector solitario, que así atiendes / la voz de un muerto, / tuyas serán estas palabras mías / que sonarán acaso / desde otra boca, /sobre mi polvo / sin que las oiga yo que soy su fuente. / ¡Cuando yo ya no sea / serás tú, canto mío! / ¡Oye la voz que sale de la tumba / y te dice al oído / este secreto: / Ya no soy yo, hermano!»


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.