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Proceso de paz: ¿de las puertas abiertas al portazo en la cara?

Fuentes: Rebelión

«Los importantes aspectos que hasta el momento se han acordado en el tema de la Participación Política, nos colocan a los colombianos en la posibilidad de comenzar a abrir las puertas de una verdadera democracia. » (Declaración de la delegación de paz de las FARC-EP, La Habana, Cuba, 6 de Noviembre, 2013)   Resultaba apenas […]

«Los importantes aspectos que hasta el momento se han acordado en el tema de la Participación Política, nos colocan a los colombianos en la posibilidad de comenzar a abrir las puertas de una verdadera democracia. »

(Declaración de la delegación de paz de las FARC-EP, La Habana, Cuba, 6 de Noviembre, 2013)

 

Resultaba apenas obvio. Sabíamos que apenas se anunciara un nuevo avance en las negociaciones de paz, como efectivamente ocurrió en el segundo punto sobre participación política el día 6 de Agosto, aparecerían el «idiota del pueblo», Álvaro Uribe Vélez, de la mano con su fiel perrito faldero, el ministro de guerra Juan Carlos Pinzón, a torpedear el proceso de paz. Resulta que ahora, la «inteligencia policial» (valga el oxímoron), según el ministrico de guerra, ha descubierto un plan de la columna móvil Teófilo Forero de las FARC-EP para atentar, supuestamente, contra Uribe – también contra Francisco Santos y, sorprendentemente, contra el fiscal Montealegre, un amigo del proceso de paz [1] .

Uno no tiene que ser demasiado desconfiado para recordar la seguidilla de auto-atentados por parte de los enemigos «no tan agazapados de la paz». Mal que mal, Uribe ha hecho política asediado por planes «terroristas» que luego resultaron haber sido ideados por sus amigotes y súbditos en el ejército, como parte de una macabra campaña publicitaria… ¿cómo olvidar los «atentados» en las campañas presidenciales de Uribe montados por el DAS o los petardos puestos por la XIII Brigada del Ejército en el Barrio Gaitán en el 2006, hecho en el que hirieron a varios soldados y asesinaron a un pobre reciclador? ¿Cómo olvidar el caso del collar-bomba durante las negociaciones del Caguán? ¿Cómo olvidar que los medios, así como autoridades civiles y militares, culparon falsamente a las FARC-EP en todos estos casos? [2] . El momento de aparición de este supuesto complot, apenas unos días después de las buenas nuevas en las negociaciones, no hace sino aumentar las sospechas.

Por supuesto, los medios que siempre se hacen eco de la propaganda negra del uribismo, se escandalizaron sin siquiera indagar los hechos. Los periodistas críticos e investigativos hace rato que fueron purgados, así que casi no hay quien haga este trabajo con profesionalismo. Su reacción refleja es dar crédito a cualquier bobada que se diga de las FARC-EP, siempre y cuando sea algo negativo. «Inaceptable» gritan a los cuatro vientos mientras se rasgan los vestidos. Lo realmente grave, no es ni la reacción del uribismo, ni de los serviles medios, ni siquiera las del ministerio de guerra (ie., defensa). Lo realmente grave es que el propio jefe de la comisión negociadora del gobierno, Humberto de la Calle, se haya hecho eco de esta histeria mediática «Si en La Habana hemos hablado de tolerancia, pluralismo, las Farc deben brindar garantías de no agresión y no estigmatización. No debemos olvidar que el propósito de las conversaciones es que estas amenazas desaparezcan de la faz de Colombia« [3] .

Una declaración muy conmovedora, por cierto. Pero para que no suene tan ofensivamente hipócrita, nos gustaría que el gobierno midiera sus propias acciones con la misma vara con las que mide las supuestas intenciones de la insurgencia. Pues el terrorismo de Estado, que golpea sin merced a civiles, miembros de la oposición y dirigentes populares, sigue intacto. Indigna que el gobierno amenace con retirarse de las conversaciones de paz si los planes para atentar contra Uribe fueran ciertos, pero no detiene la matanza de dirigentes populares asesinados por órdenes del círculo íntimo de la elite dorada, por matones contratados desde estamentos del Estado y empresariales. Debemos recordar los recientes asesinatos del dirigente campesino y ambiental César García en el Tolima, de los dirigentes de Marcha Patriótica Edier Otero y Ana Isabel Valencia en el Quindío, del sindicalista de Nestlé Óscar López, asesinado en medio de una huelga, para comprobar lo que estoy diciendo. Hay que exigirle a de la Calle y a este gobierno que, de la misma manera que se indignan ante este supuesto complot contra Uribe (que huele a puro falso positivo), sepan que el pueblo también se indigna ante los hijos e hijas que nos matan. Que sepan que su sangre es tan preciosa como la nuestra. Nuestros muertos no valen menos, aunque esta oligarquía criminal lleve décadas matando a hijos del pueblo igual que moscas

Lo inaceptable, en realidad, es que en el país que se asesinan más sindicalistas, defensores de derechos humanos y dirigentes sociales en el mundo, se gaste en el esquema de seguridad del parásito de Uribe Vélez más de $15.000.000 de pesos anuales (incluidos 300 escoltas y su hogar en un búnker militar en el norte de Bogotá) [4] . Indigna este doble rasero, la excesiva protección a este delincuente de cuello blanco, cuando miles de colombianos viven bajo el miedo de las amenazas de sicarios a sueldo de unidades del Ejército.

Este incidente nos recuerda lo frágil del proceso. Como escribía un compañero recientemente, las «puertas de la paz están abiertas, pero cualquier ventarrón puede cerrarlas con mucho estruendo. (…) Puertas abiertas si, y sólo sí, nos atravesamos a tiempo para impedir que las tiren de un portazo« [5] . Por lo mismo, debemos ser conscientes de que la única fuerza que debe blindar el proceso de paz y exigir la implementación de los acuerdos es la fuerza del pueblo organizado en torno a una gran alianza por la solución política al conflicto. La oligarquía no tiene ningún interés estratégico en terminar la guerra sucia (mucho menos en alcanzar la paz con justicia social). A lo sumo, su interés en las negociaciones es de carácter táctico.

Las vacilaciones de Santos son expresión de las contradicciones internas, objetivas, que presenta el propio bloque en el poder , y aunque haya avances, estos incidentes nos devuelven una sana dosis de realismo político. Tácticamente, por ahora, le conviene a Santos mostrar avances en las negociaciones, por cálculos puramente electoralistas. Pero hay que ver cómo evalúan su conveniencia a medida que la campaña presidencial avance. O, peor aún, habrá que ver si Santos sigue tan entusiasmado con la paz después de las elecciones. De momento, parece que Santos tiene demasiado capital político en las negociaciones para arrojarlas por la borda. Pero en este cálculo, como se dice en criollo, le vale huevo la vida y el bienestar de los colombianos… ¿por qué? Pues porque los miembros de su clase social nunca han puesto combatientes para la guerra ni ésta se libra en sus barrios.

Es por ello imprescindible disociar los dos procesos, electoral y negociación de paz. No podemos aceptar que el proceso de paz lo conviertan en una herramienta de chantaje político. Dos hechos hoy vienen a poner en cuestión el chantaje político del santismo. Por una parte, la aparición de Aída Avella como candidata presidencial de la UP, que en el plano político-electoral viene a mostrar que Santos no puede monopolizar la «candidatura por la paz». Y por otra parte, el avance, lento, muy lento, pero real, de la unidad del pueblo, pese a lo rezagado del movimiento sindical y al fraccionamiento del movimiento estudiantil. Unidad que se forja, necesariamente, desde abajo y en la lucha, más allá de la coyuntura electoral, que mediante los acuerdos que se van alcanzando entre diversos movimientos sociales al calor de las luchas agrarias, se convierte poco a poco en un actor soberano en derecho propio que rebasa los estrechos marcos de la democracia representativa.

Solamente el pueblo tiene las llaves de la paz. Solamente el pueblo puede evitar que la oligarquía, dependiendo de sus caprichos pasajeros o de sus cálculos frívolos e irresponsables, vuelva a cerrar de un portazo en la cara, la posibilidad de superar más de medio siglo de guerra, como ya lo ha hecho tantas veces.

 

NOTAS:

[1] http://www.semana.com/nacion/articulo/atentado-contra-uribe-fiscal/364906-3

[2] http://www.caracol.com.co/noticias/bogota/serian-6-los-miembros-del-ejercito-los-involucrados-en-falsos-atentados-en-bogota/20060908/nota/330141.aspx ; http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_5233000/5233230.stm ; http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/atentados.html ; El Espectador, 10 de Septiembre, 2006. Ver también un artículo previo titulado «Falsos Positivos, los horrores de una guerra mediática» http://anarkismo.net/article/10199

[3] http://www.noticiasrcn.com/nacional-justicia/si-plan-atentados-cierto-afecta-el-proceso-paz-0

[4] http://www.semana.com/nacion/articulo/uribe-esquema-de-seguridad/364924-3

[5] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176635&titular=puertas-abiertas-


(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario residente en Irlanda, donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net. Autor de «Problemas e Possibilidades do Anarquismo» (en portugués, Faisca ed., 2011) y coordinador del libro «Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América Latina» (Quimantú ed. 2010).


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.