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Proceso de paz y cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo

Fuentes: Rebelión

El proceso de paz adelantado en La Habana ya completa casi tres años y existe un consenso general en la opinión publica en el sentido de que se trata una de las experiencias más sólidas en la materia, desde que en 1986 el gobierno de Belisario Betancur desarrollo la primera acción en tal sentido. La […]

El proceso de paz adelantado en La Habana ya completa casi tres años y existe un consenso general en la opinión publica en el sentido de que se trata una de las experiencias más sólidas en la materia, desde que en 1986 el gobierno de Belisario Betancur desarrollo la primera acción en tal sentido.

La etapa exploratoria y reservada (2010-2011) concluyo en un Acuerdo Especial para la superación del conflicto (http://bit.ly/1ntk4t5) que ha sido el soporte de las conversaciones y consensos posteriores.

Los diálogos de los dos años recientes han permitido construir importantes consensos en temas neurálgicos como el agrario, el de la participación democrática y los cultivos de uso ilícito.

En los días recientes se han dado desarrollos muy positivos en el tema de víctimas y el fin del conflicto.

El «fin del conflicto» es una materia con gran variedad de asuntos de mucha trascendencia. Hay tópicos muy delicados referidos a asuntos militares y estratégicos. Me refiero al acuerdo para avanzar en un eventual cese bilateral al fuego y de hostilidades y al de la dejación de las armas.

Se podría decir que es la hora de los técnicos y expertos en la ciencia de las armas y la estrategia de la guerra.

En ese momento tan sensible han ocurrido diversos hechos que conviene enlazar. No están sueltos y su enfoque holístico y complejo permite interpretaciones más aterrizadas en la perspectiva de la superación de la prolongada guerra civil colombiana. El más notable es el nombramiento por parte del señor Santos de un «Comando de Transición» coordinado por el G. Javier Flórez e integrado por 7 altos oficiales de las Fuerzas Armadas que ya se unió a una Subcomisión de la que hacen parte 7 delegados de las Farc para debatir los aspectos puntuales del cese bilateral al fuego y el de las armas de la resistencia campesinas guerrillera.

La presencia del G. Flórez en La Habana refleja el compromiso constitucional del cuerpo de 120 generales de las Fuerzas Armadas con las conversaciones de paz. Es un paso trascendental que permite avizorar un buen futuro para el fin del conflicto social y armado.

Sin embargo, con este nivel político, las pugnas se han exacerbado notablemente. No todo es color de rosa en este escenario misterioso del universo militar y la gran magnitud de su poder. Finalmente el dominio de la élite oligárquica e imperial descansa en tal dispositivo militar y policial.

Es la trama donde está jugando a fondo la ultra derecha uribista. Para nadie es un secreto que una franja muy importante de oficiales, asociados directamente a los «falsos positivos» y la guerra sucia, tiene en Uribe Vélez un aliado central y definitivo. Dicho personaje se ha convertido en el vocero de la «oposición militar» al proceso de paz y es a través de él que se tramitan las intrigas y maniobras contra la Mesa de conversaciones de La Habana.

Lo que piensan los generales conspiradores y enemigos de la paz se puede saber al instante consultando el Twitter de Uribe Vélez (http://bit.ly/1ySVK4O), quien además traza allí la «línea» y orientaciones para destruir el proceso de paz. Pautas que curiosamente el primero en replicar es el actual Ministro de Defensa, principal francotirador en el gobierno de la Mesa de Cuba.

Los peores ataques al reciente debate del Representante del Polo Democrático Alirio Uribe sobre los 8 oficiales autores de centenares de «falsos positivos», candidatos seguros a su salida del aparato militar, se registraron en ese Twitter y los primeros datos sobre el oficial desaparecido en el Choco se conocieron en esa cuenta.

La inferencia que se desprende de este contexto es que algunos generales actúan mancomunadamente con el Jefe de la ultra derecha porque los une el propósito de destruir el proceso de paz para impedir que con la superación del conflicto social y armado se avance en una reforma institucional que depure y supere la naturaleza contra insurgente y anti democrática de los aparatos armados, comprometidos por años en la organización de grupos paramilitares y en campañas de exterminio de partidos de oposición democrática como la Unión Patriótica.

Ese es el cuadro en el que se da el extraño incidente de las Mercedes que llevó a Santos a suspender unilateralmente La Mesa de paz de La Habana. Un acto arbitrario, por lo demás, que rompe las reglas establecidas en el Acuerdo Especial, pues allí está establecido que nada de lo que suceda en Colombia debe interrumpir el trabajo de los delegados plenipotenciarios en la capital cubana.

Es muy probable que si se acude a lo previsto en el texto de dicho Acuerdo, el incidente ocurrido se supere con la mediación de los países garantes (Cuba y Noruega) y los acompañantes (Chile y Venezuela), pero sin nuevas imposiciones por parte de Santos que se hagan mediante una hipotética alianza con la derecha de la ex candidata presidencial Marta Lucia Ramírez, quien ha formulado una coalición (http://bit.ly/1zDe03i) para debilitar los diálogos de paz y acabar con La Mesa de La Habana. A Santos le conviene más recordar el respaldo a la paz que recibió de las doctoras Clara López y Aida Avella en la segunda vuelta presidencial, que permitió su triunfo y la derrota del candidato fascista Oscar Iván Zuluaga. Ignorar este vital apoyo en la conformación del gabinete es lo que tiene al Jefe de la Casa de Nariño en los actuales apuros. Son las consecuencias del oportunismo y la falta de ética.

Lo que procede es avanzar en unas reglas para implementar el cese al fuego y de hostilidades, sin pretender que el mismo sea un acto absoluto. El mismo debe ser el resultado de acuerdos humanitarios parciales que vayan disminuyendo la confrontación. Lo demás son sofismas y teorías absurdas como las de ciertos politiqueros (Benedeti et.al) que aprovechan el difícil trance para pescar en el río revuelto de la mermelada con chantajes y presiones presupuestales y burocráticas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.