De manera malintencionada, el Procurador Alejandro Ordóñez ha asegurado con informes sin sustento dirigidos a la Corte Penal Internacional, que las FARC-EP, supuestamente, estarían involucradas en la desaparición forzosa de 2.760 personas. Cuando una Comisión independiente reciba y coteje información veraz, libre de las mentiras, manipulaciones y mala intención de quienes con mentalidad fascista fabrican […]
De manera malintencionada, el Procurador Alejandro Ordóñez ha asegurado con informes sin sustento dirigidos a la Corte Penal Internacional, que las FARC-EP, supuestamente, estarían involucradas en la desaparición forzosa de 2.760 personas.
Cuando una Comisión independiente reciba y coteje información veraz, libre de las mentiras, manipulaciones y mala intención de quienes con mentalidad fascista fabrican expedientes contra el movimiento popular; cuando se efectúe el esclarecimiento, se recobre la memoria colectiva e histórica y se aseguren garantías de no repetición, sabrá el país y el mundo, que eso que el Procurador propala con infundios, no es más que una mampara de distracciones para proteger a los verdaderos responsables de la guerra que sufre Colombia, y que de paso sea dicho, no le generan mayores preocupaciones a la Corte Penal Internacional. Es de público conocimiento que las múltiples denuncias contra crímenes de Estado que reposan en la CPI duermen el sueño de los justos.
Tanto Ordóñez, como otros funcionarios,se han dedicado a desarrollar una estrategia orientada, no a buscar sino a construir pruebas falsas, que coloquen a las FARC en el banquillo de los acusados, como autoras de crímenes de guerra y de lesa humanidad. De tal manera que utilizando los medios masivos de comunicación, amontonan y propagandizan todo tipo de informaciones, pagando incluso a falsos testigos, para que hasta casos aislados que pudieren haberle ocurrido a personas que desconozcan sus autores, puedan ser presentados como crímenes generalizados y sistemáticos cometidos por la insurgencia.
A toda costa se quiere desvirtuar la rebelión, que es de lo que somos sujetos activos, para enterrar o menoscabar el delito político, acusándonos de hechos como la desaparición forzada, la violencia sexual, el reclutamiento forzado, la instalación indiscriminada de minas, el genocidio y otras atrocidades que de suyo sí han estado en cabeza del régimen y sus agentes en el desarrollo de la guerra sucia; pues con el paramilitarismo y otras acciones de terror fue como se azotó a la gente más humilde de todas las regiones, asesinando y desplazando además, a inmensas masas de población rural que todavía sufren las consecuencias de la utilización de tal tipo de actos como armas de guerra.
No es la primera vez que el señor Ordóñez se despacha contra las FARC-EP y contra el proceso de paz, y seguramente no será la última, pues parece ser que oficiosamente se impuso el papel de convertirse en el Josef Goebbels colombiano, distorsionando y desfigurando hechos, atizando pasiones y prejuicios, multiplicando y vulgarizando falsedades y engaños, haciendo transposición de los crímenes del Bloque de Poder al que representa; y, en fin, orquestando calumnias, porque para él «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
Aspira este señor, creyendo que admitiremos que el Estado sea juez y parte de la solución del conflicto, a lanzar un alud de acusaciones utilizando el poder de la institucionalidad, de tal forma que ni nosotros ni el movimiento popular en general, podamos contrarrestar. Todo en beneficio de un statu quo en el que siga preponderando el poder de los ricos, sin que los pobres puedan tener una segunda oportunidad sobre la tierra.
La actitud de Ordóñez que con intereses mezquinos, siembra odios y atiza la guerra, en tanto es combustible para perpetuar el desangre nacional, debemos rechazarla quienes anhelamos la reconciliación y el buen vivir.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP