Científicos de la Universidad Austral advierten que en poco más de un mes, las aves migrarán forzadas por falta de alimentos y problemas de nidificación en Valdivia. Además anunciaron que están en serio peligro de extinción por problemas de reproducción. En el marco de una conferencia dictada ayer en la Universidad Andrés Bello, el biólogo […]
Científicos de la Universidad Austral advierten que en poco más de un mes, las aves migrarán forzadas por falta de alimentos y problemas de nidificación en Valdivia. Además anunciaron que están en serio peligro de extinción por problemas de reproducción.
En el marco de una conferencia dictada ayer en la Universidad Andrés Bello, el biólogo y director del programa de doctorado en ciencias de la Universidad Austral de Chile (UACH), Eduardo Jaramillo, pronosticó que dentro de un mes o mes y medio más, no quedará ningún cisne de cuello negro en río Cruces, especialmente en el santuario de la naturaleza Carlos Anwandter.
Jaramillo también advirtió que «de reabrirse la planta de Celco y continuar emitiendo contaminantes, mientras sortea en el mediano o largo plazo las exigencias ambientales de la Corema, no hay un pronóstico certero para la recuperación de la zona, sino muy por el contrario, y evidentemente, no quedará ningún cisne en el humedal».
El científico aprovechó la oportunidad para establecer que resulta de vital importancia un cambio en las normativas ambientales que sancionan las concentraciones y no la carga de residuos industriales vertidos a los efluentes, puesto que no sólo se afecta la biodiversidad, sino se pone en riesgo la salud de las personas. (ver recuadro)
Según reveló Jaramillo, las aves migrarán en busca de nuevos sitios de nidificación y de alimento, frente a la ausencia de luchecillo en la zona, junto a otra avifauna, como la tagua y la taguita. Sin embargo, comentó que difícilmente podrán sobrevivir.
Durante los últimos seis meses, decenas de cisnes han logrado migrar hacia los ríos Pichoy y Cayumapu, próximos a Valdivia, mientras que otros volaron aún más lejos, optando principalmente por los lagos Lanalhue y Budi, en Temuco, IX Región. Además, se han registrado avistamientos de estas especies en ríos de Osorno e incluso en laguna San Rafael.
Según explicó a La Nación el médico veterinario Daniel Boroschek, los cisnes «aún no han logrado reproducirse, ya que no tienen la energía necesaria, ni siquiera para volar muy lejos, además requieren lugares muy especiales para hacer sus nido con pajonales para guaridas flotantes libres de corrientes y baja profundidad».
Tanto Jaramillo como Boroschek coinciden en señalar que su recolonización será compleja, no sólo por establecerse en diferentes lugares, sino porque es imposible que encuentren un ambiente similar al estuario valdiviano.
Boroschek, advierte que tras la contaminación de las aguas provocada por la actividad industrial en Valdivia «se ha interrumpido abruptamente dieciocho años de reproducción constante de cisnes de cuello negro de Chile, perdiendo el mayor sitio de nidificación de este tipo de aves de Latinoamérica».
El alcance no es menor, si se tiene de referencia que anualmente nacían cerca de 2.000 pichones cisne en el humedal protegido por la Convención Ramsar.
Biodiversidad en crisis
El departamento de vida silvestre del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) había proyectado a fines de 2003 la idea de sacar a los cisnes de la categoría vulnerable. No obstante, después de la muerte masiva de estas aves, ocurrida entre el 2004 y el presente año, hoy esta propuesta quedó en nada. Actualmente la especie se encuentra al borde de la extinción.
Para dimensionar la gravedad del caso, basta con revisar los datos de los censos poblacionales de los cisnes que registran los primeros tres años de este nuevo milenio. Entonces se contabilizaba un universo de 10.000 a 12.000 cisnes de cuello negro. Hoy, las cifras indican que fuera del santuario no quedarían más de 1.500 de ellos, mientras que dentro de éste, sólo hay una pequeña colonia de 163.
Tan frágil es la situación del alicaído ecosistema, que actualmente se reportan otras aves en peligro de muerte, como Gaviotines huiravos, cormoranes y bandurrias, todas ellas seriamente afectadas por la falta de alimento, que finalmente se refleja en la desnutrición y muerte.