La propuesta de Ciudadanos por la Memoria fue entregada al presidente de la Cámara de Diputados, Aldo Cornejo. El proyecto de acuerdo apuesta por eliminar todo símbolo de exaltación personal o colectiva de quienes concretaron el golpe de Estado de 1973. Es la nueva iniciativa de la organización Ciudadanos por la Memoria. Los mismos que […]
La propuesta de Ciudadanos por la Memoria fue entregada al presidente de la Cámara de Diputados, Aldo Cornejo. El proyecto de acuerdo apuesta por eliminar todo símbolo de exaltación personal o colectiva de quienes concretaron el golpe de Estado de 1973.
Es la nueva iniciativa de la organización Ciudadanos por la Memoria. Los mismos que impulsaron con éxito el cambio de nombre a la avenida «11 de septiembre» y la remoción de la estatura de José Toribio Merino, hoy gestionan un proyecto de acuerdo que apunta a la eliminación de todos los símbolos vinculados a personajes y momentos de la dictadura.
La propuesta ya fue entregada a Aldo Cornejo (DC), presidente de la Cámara de Diputados y a su vicepresidente, Rodrigo González (PPD). La idea es que la comisión de Derechos Humanos de la Cámara se pronuncie, en primera instancia, solicitando su aprobación, para que la iniciativa sea discutida posteriormente en la sala.
Según argumentan, la presentación se hace bajo el fundamento del artículo Nº52, que establece la responsabilidad de la Cámara de Diputados de «fiscalizar los actos del Gobierno» y adoptar acuerdos o sugerir observaciones a la presidenta de la República con el voto de la mayoría de los parlamentarios presentes.
El historiador y académico de la Universidad de Chile, Sergio Grez, es uno de los que encabeza la propuesta. «La idea es eliminar todo signo de glorificación de quienes perpetraron el golpe de Estado de 1973 y cometieron violaciones atroces en contra de los derechos humanos, más allá de tal o cual personaje. Nombres de calle, monumentos, bibliotecas, monolitos, todo signo que apunte en ese sentido», explicó.
Desde su perspectiva y la de los miembros de Ciudadanos por la Memoria, la mantención de aquellos espacios y símbolos que exaltan a los individuos y momentos vinculados a la dictadura es una mala señal hacia la población chilena: «Están en las antípodas de lo que deben ser los valores de una sociedad democrática», aseguró.
Los rincones de Chile que homenajean al golpismo
Pese a que han pasado más de 40 años y seis administraciones democrática de gobierno, aún se mantienen en Chile diversos espacios de culto a las figuras que protagonizaron el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 o los oscuros pasajes que lo sucedieron.
La ex Avenida 11 de septiembre -cuyo nombre fue cambiado el año pasado tras largos intentos- fue uno de los símbolos de la molestia ciudadana en la materia. Mención aparte, merece, no obstante, el título oficial nunca aceptado de la Avenida Dorsal, que recorre Renca, Independencia y Conchalí, en homenaje a Jaime Guzmán, el asesinado redactor de la Constitución de 1980 y fundador de la Unión Demócrata Independiente (UDI). En tanto, a la salida del Campus Oriente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la calle por el sur también mantiene su nombre.
Guzmán es homenajeado, además, en un memorial levantado en Valparaíso y otro erigido entre las calles Andrés Bello, Vitacura y Presidente Riesco de Santiago. Ambos, aprobados durante el gobierno de Patricio Aylwin.
«No quisimos conformarnos con hacer un busto más o alguna obra escultórica más simbólica que artística. Nos trazamos el objetivo hacer una obra que contribuyera tanto a la memoria del Senador, como al patrimonio artístico nacional, tema que en vida fue de su constante preocupación», recalcan en la web dedicada al memorial.
Durante el 2013, la Corporación 11 de septiembre anunció la inauguración de un monolito dedicado al dictador en la localidad de caleta La Arena. La idea fue homenajear las gestiones del Pinochet en la construcción de la Carrera Austral, que todavía es nombrada por algunos de sus adherentes como «Carretera Austral General Augusto Pinochet». Otras pistas apuntan a una biblioteca que, ubicada al interior de la Academia de Guerra, aún lleva el nombre del dictador.
Otro ejemplo es el del fallecido intendente de Antofagasta y Santiago, Carol Urzúa. El militar fue atacado en 1983 por miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y, desde entonces, diversas calles de Chile, incluyendo el lugar donde sufrió el atentado y una población de Puente Alto, llevan su nombre.
En opinión de Sergio Grez, la remoción de monumentos vinculados a figuras como Jaime Guzmán, por ejemplo, «son temas a discutir».
«Desde mi perspectiva, Jaime Guzmán tuvo una responsabilidad política mayor en la orientación de lo que fue el régimen militar, en particular, de la Constitución que aún estamos intentando quitarnos de encima. Fue inspirador, ideólogo del régimen», sentenció.
Sin embargo, Guzmán nunca ha sido acusado de ser instigador directo de las violaciones a los derechos humanos, cuestión que abarca hoy el proyecto de acuerdo que será revisado por los parlamentarios.
«Habría que analizar caso por caso. Acá no se trata de perseguir una ideología, ni siquiera una posición política favorable al golpe de estado, que lo hubo mucho en la derecha, por no decir prácticamente toda la derecha y una parte de la DC», explicó.
La voz de los marinos constitucionalistas
Los marinos constitucionalistas también tienen presencia en Ciudadanos por la Memoria y en las gestiones realizadas con el objeto de «sanear» Chile y sus espacios públicos de los rastros de la dictadura.
En particular, como señala Víctor López, presidente de la Asociación de Marinos Exonerados, les preocupa el caso de la estatua de José Toribio Merino, ubicada en Valparaíso.
«A nuestro juicio, como hombres de mar, no es el mejor ejemplo de respeto al mando, porque él se amotinó contra el comandante en jefe, que era el almirante Montero. Para nosotros es inconcebible que la Armada le rinda homeneaje a un hombre que no respetó la ordenanza naval y que atentó contra los pilares de la república y violó los derechos humanos, partiendo con gente de su propia institución», comentó.
En opinión de López, un sector importante de las Fuerzas Armadas sigue manteniendo el concepto de «que ellos salvaron la patria». En este sentido, criticó el trabajo de los gobiernos democráticos por no haber saneado al Ejército dichas ideas y revisado los protocolos de los uniformados.
«Lamentablemente, si eso no se elimina, si no se hace una nueva doctrina militar en el marco de una república democrática, vamos a estar propensos a que estos hechos vuelvan a repetirse. Por eso esto es importante para nosotros», recalcó. Y añadió que lo importante es transmitir a la ciudadanía que «si bien es cierto, Chile tuvo un quiebre democrático, eso no es motivo de orgullo o jactación».
Conscientes de la polémica que podría desatarse ante una próxima discusión sobre el tema, el historiador Sergio Grez apunta que, desde algunos sectores, se intenta establecer «la teoría de los dos demonios».
«Esto es, de que las responsabilidades fueron compartidas y por lo tanto hay una suerte de empate moral entre víctimas y victimarios y que por ende es legítimo que cada cual homenajee a quien corresponde. Por ello, frente al monumento de Allende podría existir monumentos de personajes sino violadores de derechos, que tuvieron una fuerte complicidad con la dictadura. Estamos todos mezclados en el mismo saco y eso no es así. Una cosa son los errores políticos y otra cosa son los horrores de la dictadura», sentenció.