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Puertas abiertas

Fuentes: Rebelión

Algunos seguimos no sin cierto escepticismo la rueda de prensa que comunicó los acuerdos alcanzados en La Habana sobre participación política de la insurgencia ante un eventual cese del conflicto. Como está más o menos claro desde que arrancaron los diálogos, los puntos en torno a la cuestión agraria y la participación política iban a […]

Algunos seguimos no sin cierto escepticismo la rueda de prensa que comunicó los acuerdos alcanzados en La Habana sobre participación política de la insurgencia ante un eventual cese del conflicto. Como está más o menos claro desde que arrancaron los diálogos, los puntos en torno a la cuestión agraria y la participación política iban a ser la apuesta principal de las FARC, siendo los demás puntos de la agenda cuestiones importantes pero secundarias.

Esto quiere decir que destrabar los otros puntos será más fácil y que a partir de ahora lo fundamental está acordado. El clamor durante todo el día en ciertos círculos demasiado optimistas consiste en que -ahora sí- están las puertas abiertas hacia la paz. Y yo digo que sí, pero don Álvaro dice que no. Él y otros que aún está por ver cuántos votos consiguen en las próximas elecciones.

Contrario a lo que planteó Horacio Duque hace unos meses, Santos no es un cadáver político, aunque hay que decir que resucitó no sin hacer un descomunal esfuerzo. En su cálculo político consiguió, aun no conocemos bien a costa de qué maniobras, lo que parecía impensable: concretar acuerdos fundamentales con la guerrilla antes de noviembre. Esto le permitirá eventualmente lanzarse a la campaña por su reelección con una promesa de paz a la vista casi que obvia. Con las maquinarias, con el éxito político de la paz y con un incapaz biológico por opositor, la victoria parece inevitable. Paradójico, las FARC «ponen» presidente de nuevo y la próxima carrera a la Casa de Nariño promete ser ridícula.

El pulso de la insurgencia tampoco ha sido fácil. En el cálculo de los guerrilleros, mucho más sabio de lo que dicen ciertos opinólogos, la coyuntura sirvió para lograr lo que en otro escenario hubiera sido impensable. Tanto optimismo podría ser negativo, en la medida que es pertinente entender que los acuerdos no representan, ni de lejos, el cumplimiento de los hechos pactados, y que la derecha de los ultra-puros no va a esperar al postconflicto para empezar a degollar opositores desarmados. Ya empezaron: esta semana una joven activista y dos líderes campesinos fueron asesinados en Quindío y Tolima. A lo largo de todo el año se han multiplicado las intimidaciones, amenazas, matanzas, desplazamientos y asesinatos de miembros de organizaciones de izquierda, comunitarias o de reclamación de tierras. Alguien no quiere la paz y está empeñado en hacer lo que sea para impedirla.

Si Santos es tan astuto como parece tiene que actuar con rapidez y contundencia. En primer lugar debe buscar un cese de hostilidades con la guerrilla e iniciar diálogos con el ELN. En segundo, poner mano de hierro encima de los bandoleros que quieren desestabilizar los acuerdos, no permitir el juego sucio. Para eso la policía no necesitaría salir de Bogotá. Y finalmente, tendría que nombrar a Juan Carlos Pinzón embajador en la Isla de Fidji o en Siberia, para nombrar un demócrata de los de antes en el Ministerio de Defensa. Ya se sabe bien por qué.

Las puertas de la paz están abiertas, pero cualquier ventarrón puede cerrarlas con mucho estruendo. El último actor, el más importante, es el que está representado en la gente del común, que con el respaldo a los diálogos y su movilización consciente en favor de los acuerdos puede impedir que tanto gallinazo y oportunista siga haciendo del conflicto la única manera posible de aferrarse al poder. Puertas abiertas si, y sólo sí, nos atravesamos a tiempo para impedir que las tiren de un portazo.

 

*Circuló en las redes sociales la imagen de «los tres bandoleros», dispuestos a lo que sea para impedir los acuerdos con la insurgencia.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.