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Puigdemont suspende una independencia nunca proclamada

Fuentes: La Marea

El presidente de la Generalitat arrojó un jarro de agua fría sobre las ilusiones de miles de catalanes que se jugaron el tipo el pasado 1 de octubre para votar en el referéndum. Una decisión que pragmáticamente parece responsable pero que ha frustrado y decepcionado a muchos ciudadanos que esperaban que hoy Cataluña anocheciera siendo […]

El presidente de la Generalitat arrojó un jarro de agua fría sobre las ilusiones de miles de catalanes que se jugaron el tipo el pasado 1 de octubre para votar en el referéndum. Una decisión que pragmáticamente parece responsable pero que ha frustrado y decepcionado a muchos ciudadanos que esperaban que hoy Cataluña anocheciera siendo una república catalana. La reacción de abatimiento de la gente que estaba en el Paseo Lluís Companys viendo la comparecencia en pantallas gigantes es reveladora. En un proceso en el que se aludía a la voz de la calle, su silencio habló. Y esa fue la única y verdadera proclamación.

Carles Puigdemont declaró en su esperada comparecencia: «Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en Estado independiente en forma de república», para a continuación suspender la independencia que no llegó a proclamar y llamar al diálogo. Los acontecimientos de esta semana han apaciguado el alma independentista de Puigdemont y han hecho aflorar su carácter más burgués. El espíritu de Cambó, que cambió la Lliga regionalista por el apoyo a Franco, comenzó estos días a sobrevolar sobre el PdCAT con las huidas de las empresas y los bancos, porque cuando las cosas se complican un burgués siempre optará por sus intereses y los de su clase.

A largo plazo, la decisión de Puigdemont puede ser la mejor opción para el independentismo. Pero eso no se percibe hoy. Los diputados de la CUP han dejado claro su descontento con la declaración interruptus del líder catalán y Anna Gabriel ha expresado que se tendría que haber proclamado de forma solemne la república independiente de Cataluña. El enfado era evidente entre el partido municipalista, que posteriormente abandonó el pleno sin mediar saludo o mirada con el president.

La no declaración de independencia, sin embargo, parece no haber servido para quien no quiere escuchar. Inés Arrimadas, líder de la oposición, no cambió un ápice el discurso que llevaba programado y se dirigió a Puigdemont como si hubiera hecho algo que no hizo. Lo mismo que el portavoz del PP, Xavier García Albiol que, ávido de poder arrojar el artículo 155 de la Constitución contra el Govern, no atendió al discurso del president. O lo ignoró arrogándose el ala más ultra del partido del gobierno de España. Una posición que parece compartida por el el ejecutivo de Rajoy, que declaró que da por proclamada la independencia para poder actuar contra Puigdemont, Junqueras y compañía. El disparate continuó tras el pleno y se firmó a hurtadillas en una sala anexa al hemiciclo una declaración de independencia con un articulado que no recoge la suspensión. Un papel sin ninguna validez jurídica que firmó también la CUP pero expresando que suspenden su actividad parlamentaria hasta que pase por el pleno y sea validada.

El abismo sigue a un paso. Pero Carles Puigdemont ha evitado por ahora con su comparecencia que sea inevitable la intervención total, su apelación al diálogo y a desescalar el conflicto haciendo un llamamiento a la comunidad internacional ha supuesto un frenazo emocional que puede ayudar a que el independentismo gane apoyos en el extranjero aunque se los reste en la masa social catalana. Una decisión prudente que puede ser afianzada por una actuación irresponsable del Estado. Mariano Rajoy siempre se ha caracterizado por no hacer nada para solucionar los conflictos y puede que ahora sea la mejor opción.

Fuente: http://www.lamarea.com/2017/10/10/puigdemont-suspende-una-independencia-nunca-proclamada/