La ex Presidenta regresará a La Moneda a una reunión por el inminente fallo de La Haya, pero lo hará en medio de la polémica por el fallido cierre de la cárcel que alberga a violadores de DDHH. Por donde se mire el episodio, es ella la que sale perdiendo, porque cualquiera sea la versión […]
La ex Presidenta regresará a La Moneda a una reunión por el inminente fallo de La Haya, pero lo hará en medio de la polémica por el fallido cierre de la cárcel que alberga a violadores de DDHH. Por donde se mire el episodio, es ella la que sale perdiendo, porque cualquiera sea la versión real, su autoridad y liderazgo quedan en entredicho seriamente y es difícil esquivar el hecho concreto: haber dilatado la decisión en extremo, considerando que estuvo en el tapete desde septiembre de 2015.
Si hubo o no hubo decreto, si se negó efectivamente o no el ex ministro de Justicia Jaime Campos a firmarlo, lo único concreto es que, a tres días de haber dejado La Moneda, el bacheletismo está dando un triste espectáculo político con el choque de versiones cruzadas que han protagonizado el entorno de la ex Mandataria y el jurista radical, para intentar justificar la razón por la cual el Gobierno terminó sin cumplir el compromiso de cerrar el penal de Punta Peuco, donde está recluido lo más ‘granado’ de los violadores de derechos humanos de la dictadura. La operación que se pensó en un minuto como el último acto político de la hoy ex Mandataria, para irse con un broce de oro, se convirtió en un conflicto que deja en evidencia palpable el nivel de desgaste, quiebre y descomposición con que terminó la administración de centroizquierda.
Lo más complejo, reconocieron ex autoridades que salieron el domingo en la mañana de Palacio, es que no se trata de un episodio aislado sino que pasó a ser un amargo bonus track de un errático cierre de Gobierno que estuvo marcado por los cuestionamientos a la Operación Huracán, el mal manejo ante el enfrentamiento público entre el Ministerio Público y la policía uniformada, la insistencia -pese a la recomendación interna de sus propios colaboradores- de mantener como general director de Carabineros a Bruno Villalobos, y la fallida nominación del ex fiscal del caso Caval, Luis Toledo, como notario de San Fernando.
No habían pasado 24 horas de la entrega de la banda presidencial a Sebastián Piñera por parte de Bachelet, cuando desde su núcleo duro trascendió que el fracaso del cierre de Punta Peuco era responsabilidad de Campos. Pasado el mediodía, La Tercera PM publicó dicha información, precisando que el entonces ministro no había firmado el decreto, lo que llevó al abogado radical a declarar públicamente que «yo no he firmado nada ni nadie me ha presentado un borrador de decreto en relación a un cierre de Punta Peuco».
El tema no quedó ahí, la ex subsecretaria de DD.HH., Lorena Fries -conocida por su cercanía y amistad con Bachelet- salió al ruedo y afirmó: «Yo vi el documento, estaba firmado, faltaban algunos pasos más. No sé qué pasó entremedio, habría que preguntárselo a quienes tengan la respuesta final de esto». Desde ese momento, todo ha sido una espiral de acusaciones, contradicciones, versiones y razones cruzadas.
«Están todos sobregirados», se lamentó ayer un alto ex asesor de Palacio, mientras que un ex subsecretario agregó que «es terrible terminar de esta manera». En el ex oficialismo y entre los colaboradores que se fueron el domingo, dicen que estos días han sido amargos, precisamente por este episodio, ya que genera «más desazón» entre las huestes de la centroizquierda. Es más, algunas ex autoridades contaron que, en la despedida del fin de semana, Bachelet les comentó su idea de instalar una fundación que ayude a la centroizquierda a rearmarse durante estos cuatro años, pero se lamentaron manifestando que situaciones como esta «poco y nada contribuyen a que cumpla efectivamente ese rol convocante».
Es que, por donde se mire el episodio de Punta Peuco, es la ex Mandataria la que sale perdiendo. Si la versión de su núcleo duro es real y Campos efectivamente se rebeló, se negó a cumplir el decreto y «traicionó» a Bachelet, como dicen, su autoridad y liderazgo quedan en entredicho seriamente: «Si un ministro dice que no, se le saca, se pone al subsecretario, se le neutraliza, pero que le digan que no a la Presidenta de la República y no se haga nada al respecto, es terrible», reconoció un ex integrante del gabinete bacheletista con oficina en La Moneda.
Más allá de que las explicaciones de por qué la ex Presidenta guardó silencio ante el supuesto rechazo de Campos son ambiguas y algunas hasta contradictorias, ya que hablan de la molestia de la ex Jefa de Estado, así como de su decisión de respetar los tiempos de quien era su ministro, el haber dilatado en exceso el tema de Punta Peuco -considerando que estuvo en el tapete desde septiembre del 2015- una vez más dejó en evidencia un estilo político que fue su sello durante su mandato: la falta de certezas en torno a sus decisiones. «Convertir la duda en forma de Gobierno no es razonable y Bachelet hizo eso siempre», reconocieron en el seno de la ex administración.
Sobre ese punto, otro ex asesor asumió que una de las debilidades de la ex Presidenta fue siempre ser poco clara y que el caso de Punta Peuco es el mejor ejemplo de ello. «Fue ambigua hasta el final, nunca fue tajante, erráticamente mantuvo la expectativa cuando debió decir públicamente si lo haría o no. Si eso hubiera sucedido, no estaríamos viviendo esto», agregó el ex inquilino de Palacio.
«Los días de cierre de Gobierno son como un estado febril, todo el mundo está con las últimas reuniones, gestiones y firmas, pero eso no quita que fue un error grave que lo de Punta Peuco fuera debatido en el círculo interno hasta última hora», precisó un ex subsecretario.
Incluso entre quienes fueron parte del Gobierno y no tienen la mejor opinión del desempeño ni estilo de Campos, reconocen que «claramente debió haberse realizado antes el cierre».
Pero desde el núcleo de la ex Mandataria la defienden a brazo partido. Insisten en que estaba todo listo, incluyendo el decreto, que este se quedó en el escritorio del ministro de Justicia, que el operativo de traslado se había ensayado, que las condiciones materiales estaban dadas, que efectivamente no sería un cierre sino un traslado de reos, que se había definido que se ejecutaría entre la noche del viernes y la madrugada del sábado e, incluso, descartaron que la razón para no concretar el cierre de Punta Peuco fuera la falta de convencimiento de Bachelet sobre el tema, como atribuyeron varios colaboradores en reserva durante el domingo, una vez que salieron de la sede gubernamental.
«La Presidenta contaba con que cuando ella diera el vamos, Campos iba a firmar y a última hora eso no sucedió», sentenció una ex autoridad. Entre miembros de la otrora administración bacheletista afirman que todo el gabinete estaba en conocimiento de esta situación con Campos, que el ex titular de Justicia «está mintiendo», que siempre mostró disposición en todas las conversaciones con Palacio sobre el tema y algunos atribuyen su rebeldía de último momento a sus planes de postular para ser Gran Maestro de la Masonería -lo que se formalizará este fin de semana-, institución que cuenta con un tercio de integrantes vinculados a las Fuerzas Armadas, la mayoría del Ejército, por lo que no habría querido entrar en conflicto con ellos y perjudicar su candidatura.
La versión de Campos y su entorno es diametralmente distinta. «El tema Punta Peuco se venía estudiando en el Gobierno y particularmente en el ministerio mucho antes que yo llegase, lo que yo sé es que no había resolución sobre el particular (…). Si el sábado o el domingo me hubiesen planteado ejecutar cualquier acto vinculado con el Ministerio de Justicia, el que hubiese sido, yo me habría negado a hacerlo, porque en los hechos yo cesé mis funciones como ministro el viernes a las 5 de la tarde cuando me retiré… aunque hubiese sido el Papa, ni el sábado ni el domingo ejecuto acto alguno», señaló ayer el ex ministro a Radio ADN, junto con desmentir tajantemente versiones que relataron una reunión, el sábado, con el ex titular de Interior, Mario Fernández, sobre el tema.
A varios de sus ex colaboradores Campos les ha dicho que tiene la conciencia tranquila, que jamás le mandaron el famoso decreto y que la última semana les comentó que el tema de Punta Peuco era un asunto político que le correspondía zanjar a la Presidenta y que hace meses que pudo cerrarlo si efectivamente hubiera querido hacerlo. Entre quienes estuvieron en el Ministerio de Justicia, dijeron que, si Bachelet realmente hubiese estado convencida de esa decisión, la habría llevado adelante, como lo hizo -para bien y para mal- en muchas ocasiones durante su mandato y ya que se trataba de un traslado y no de un cierre, había otros instrumentos administrativos para implementarlo, no solo el decreto supremo del cual se acusa al ex ministro de no firmarlo.
Cuentan que desde el año 2015 que Justicia vio el operativo para un cierre o un traslado, que incluso se diseñaron los planes de medios de comunicación, que el viernes 9 de marzo se barajó la chance de que Bachelet hiciera una cadena nacional anunciando la medida y la reconversión del lugar para destinarlo a madres reclusas y adolescentes, que todos se retiraron efectivamente a las 17 horas cuando les avisaron que no pasaría nada. «Pueden acusar a Campos de lo que quieran, que no tenía tino, que era chapado a la antigua, que no era un ministro para estos tiempos, que se salía mal del libreto muchas veces, pero no pueden tildarlo de desleal, porque fue el quien puso la cara y se tragó callado lo de la nominación de Toledo», recalcó un ex miembro de dicho equipo ministerial.
En el mundo parlamentario de oposición afirmaron que siempre existió un intenso lobby desde el mundo militar para neutralizar el cierre de Punta Peuco, que entre muchos habita la idea de que Bachelet nunca se convenció realmente de la medida y algunos lamentan que este episodio afecte su imagen.
Ante este espectáculo, el timonel del PPD, Gonzalo Navarrete, dijo el lunes que «entendemos que esto debió haberse hecho antes. No era una tarea para los últimos días de Gobierno. A nosotros como partido no se nos preguntó la opinión», mientras que su par radical, Ernesto Velasco, acotó que «siempre dijimos que el penal Punta Peuco se debía cerrar, pero evidentemente no al final de un Gobierno, se tenía que cerrar en el momento y forma en que correspondía (…). El ministro tiene una versión y no tengo por qué dudar de ello. Hemos pedido máxima transparencia, que se informe lo que aquí realmente ocurrió. Y que transparenten las cosas», apuntó.
Hoy a la hora de almuerzo Bachelet volverá a La Moneda, en el marco de una reunión a la que la convocó Piñera, junto a los ex Presidentes Eduardo Frei y Ricardo Lagos, ante el inminente fallo de la Corte Internacional de La Haya sobre la demanda marítima de Bolivia. Por desgracia para la ex Mandataria, la atención estará puesta en esta polémica y en si van a mostrar el polémico decreto.