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¿Qué dice el barómetro de la política?

Fuentes: Punto Final

El «Barómetro de la política, septiembre de 2017», de Cerc/Mori, es uno de los pocos estudios de opinión pública relativamente fiables de los que dispone el país. A diferencia de Cadem, Adimark y CEP, esta encuesta no está financiada por los partidos de la derecha ni por grandes grupos empresariales. Se trata de una encuestadora […]

El «Barómetro de la política, septiembre de 2017», de Cerc/Mori, es uno de los pocos estudios de opinión pública relativamente fiables de los que dispone el país. A diferencia de Cadem, Adimark y CEP, esta encuesta no está financiada por los partidos de la derecha ni por grandes grupos empresariales. Se trata de una encuestadora dirigida por Marta Lagos y Carlos Hunneus, investigadores reconocidamente DC y abiertos partidarios de Carolina Goic, lo que se agradece en el sentido de sincerar desde el principio su opinión política y sus intereses, cosa que no hace ninguna de las otras encuestadoras. Una lectura del último «Barómetro de la política» explica muchas cosas de unas elecciones especialmente complejas de interpretar. Haremos un punteo a lo esencial que plantea:

Estas elecciones se desarrollan en un contexto político de gran desmovilización electoral. Esto se relaciona con que la crisis de confianza en la política en general, no se ha superado por medio de la campaña electoral. El síntoma subjetivo es el escepticismo del electorado: «Todos son iguales, nada cambiará, yo igual tengo que trabajar al otro día», etc. Priman las opiniones «donde nada concita ni mayorías ni entusiasmo alguno». Cerc/Mori diagnostica una opinión pública «depresiva», donde el fin del binominal ha atomizado las opiniones y ha debilitado los liderazgos políticos, en un contexto de desafección con la política. Los adjetivos que se asocian a la política son claros: 42% desconfianza, 33% indiferencia. Sólo un 10% compromiso, 6% entusiasmo y un 2% pasión.

Este contexto se ha agudizado por el incesante flujo con nuevas denuncias que muestran la profundidad de la corrupción que atraviesa a los partidos tradicionales. Un ejemplo reciente es el caso del «narcomunicipio» de San Ramón. Esta situación se liga a pagos irregulares y contratación de personas ligadas al narcotráfico por el alcalde socialista de San Ramón, Miguel Angel Aguilera. En las últimas elecciones internas del PS llamó la atención el numeroso padrón de militantes que residían en esa comuna. Más de 2.500 socialistas en un municipio de 85.000 habitantes. Camilo Escalona llegó a lanzar su campaña interna partidaria en 2014 en un acto masivo en el Estadio Municipal de ese lugar, acompañado por el senador Fulvio Rossi. Esos enormes padrones de militantes se explicaban porque Aguilera repartía dádivas y regalos, lo que le daba un gran poder interno en el PS, que negociaba a favor de quienes le protegían o beneficiaban. En particular, ese poder explicaría el rol de Andrés Santander, actual secretario general del PS, que anteriormente ejerció como director de planificación y administrador de la Municipalidad de San Ramón. Al parecer tras la generosa mano de Aguilera estaban las bandas de narcotraficantes de la zona.

 

UNA POLARIZACION INTERESADA

Por otro lado, como reacción ante la apatía general, las candidaturas se han polarizado en el espectro de izquierda-derecha. Especialmente Sebastián Piñera se movió mucho a la derecha, «llegando al 9 en una escala de 10». Los encuestados le ven más a la derecha que a José Antonio Kast, que sólo llega al 7,9 en la escala, lo que indica que es difícil que pueda desplegar un discurso más derechista. Piñera trata de movilizar al pinochetismo oculto en la sociedad: todavía un 12% de los encuestados dice que Pinochet «fue uno de los mejores gobernantes». Esta derechización de Piñera le conviene en primera vuelta, pero le hará muy difícil captar los votos de centro en la segunda vuelta.

Lo que más beneficia a Piñera es lo que los encuestadores llaman «efecto locomotora», es decir, una parte de los electores tienden a apoyar a quien «se cree» que va a ganar. Esto para no «perder el voto». Esta situación es determinante para la recaudación de dinero. Los aportantes prefieren «apostar a ganador» y donan a los que tienen opciones reales de llegar al gobierno. En este caso un 53% «cree» que Piñera ganará, aunque sólo a un 31% «le gustaría» que ganara. Esto se traduce en un 22% de «efecto locomotora», más alto que el que tuvo Bachelet en 2013. Además la derecha ha logrado, por la vía de la repetición incesante y la debilidad argumentativa de la Izquierda, que algunas de sus tesis más polémicas y dañinas tengan mayoría social, sin que eso implique que quienes piensen así sean de derecha. Lo más preocupante es el 52% que asume la tesis de que hay «terrorismo» en La Araucanía, y el 53% que dice que Chile no necesita inmigrantes para desarrollarse. 


 

BACHELET ENTRA A LA DISPUTA

Si bien el gobierno y la presidenta Michelle Bachelet aumentan su aprobación, el 45% de los consultados no quiere que siga gobernando la Nueva Mayoría. Pero tampoco los gobiernos anteriores logran despertar admiración ni nostalgia. Para la mayoría los gobiernos de la Concertación fueron «regulares», y respecto al gobierno de Piñera solo el 34% dice que fue bueno. Sólo el 27% cree que un segundo gobierno de Piñera será mejor que el primero. Piñera no despierta expectativas ni esperanzas, y parece que no necesita hacerlo. Marta Lagos sostiene que el votante de Piñera es «incombustible», votará por él a todo evento, incluso si llega a ser testigo presencial y directo del más brutal escándalo que involucre a Piñera, no dejaría de votarlo, por lo cual su núcleo duro de electores es incondicional.

Otro factor es el enorme control de la información que logra ejercer la derecha. Incluso cuando por descuido se filtra una información sensible, que afecta a la derecha, no logra trascender a los grandes medios masivos. Esta última semana la candidata UDI Loreto Letelier recordó las fiestas que la UDI organizaba en los años 90, cuando ella era una militante de 15 años: «Tipo dos, tres de la mañana estaban todos bailando arri-ba de la mesa, sacándose las camisas, yo era chica y ver a los senadores de la República era como Uhh… (Juan Antonio) Coloma, Jovino (Novoa) bailando arriba de la mesa». Estas declaraciones no han constituido más que una anécdota en las redes sociales.

La coalición de partidos es mucho más castigada que el gobierno. En este punto, y al comparar los dos gobiernos de Michelle Bachelet, sólo el 12% dice que este es mejor que el primero. Sin duda es una crítica al desorden de los partidos de la NM y los conflictos permanentes al interior del gabinete. Este descrédito a los partidos se traducirá en una pérdida de votación de Izquierda. Si en 2013 le tocó a la derecha perder 1,5 millones de votos de gente que no fue a votar pero que eran electores históricos de la derecha, es posible que opere la misma proporción y ahora sea la Izquierda (en un sentido amplio) la que pierda este volumen de votantes que no irán a sufragar.

Esta crítica al «desorden» político se ve claramente reflejada en los acontecimientos que han marcado los últimos meses, desde la renuncia del gabinete económico y el reemplazo de los ministros Céspedes y Valdés por Rodríguez Grossi y Eyzaguirre, producto del rechazo del comité de ministros al proyecto minero Dominga por sus altos impactos ambientales. Y ahora el envío a «vacaciones» del subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, como una manera de desactivar una crisis interna provocada por la decisión presidencial de retirar la querella interpuesta en contra de los comuneros mapuches en huelga de hambre acusados bajo la Ley Antiterrorista.

Tanto en el caso de la minera Dominga como frente a la huelga de hambre de 117 días de los presos mapuches las tensiones internas del gobierno ya no se han podido contener. Lo positivo de esta situación es que refleja una disputa política, donde los más conservadores no tienen todo el control y el poder. Pero a la vez los sectores de Izquierda tampoco tienen la capacidad de imponerse.

 

DESCONFIANZA SIN ILUSION

La desconfianza que diagnostica la encuesta se centra «más en las personas que en las instituciones». De esa forma estamos en un momento en que la gente piensa que «el recambio de personas» mejoraría el país, pero no hacen una crítica a las instituciones mismas. Cambio de gerentes pero no de empresa. Nuevos administradores de la crisis, más que expectativas de superación de las causas de la crisis. Respecto a cómo se construye la opinión pública, los encuestados muestran una crisis en la credibilidad de la televisión como fuente de información y criterio. Aumenta la importancia de las redes sociales y medios electrónicos. Pero todavía un 37% sólo se informa por la TV abierta.

Respecto a los resultados, Cerc/Mori pronostica en primera vuelta un margen de votación que depende del volumen de electores que concurran. De esa forma Piñera está en un rango de 43-44%. Guillier entre 28 y 31%. Sánchez entre 11 y 12%. Goic entre 7 y 9%. MEO entre 3 y 4%. Kast entre 2 y 4%. Navarro en torno al 1% y Artés bajo el 0%.

El punto fundamental radica ahora en determinar lo que pasará en la segunda vuelta. El voto de Goic no resultará determinante ya que en todas las ocasiones anteriores ese electorado ha votado por la Concertación o la NM. La derechización de Piñera ha puesto difícil el trasvasije de votos DC a la derecha. En cambio el voto de la Izquierda no oficialista resultará decisivo. La sumatoria «mecánica» de Sánchez, Goic y MEO podría evitar el triunfo de la derecha. Pero esta suma «mecánica» no es simple de pensar en la política real.

El Frente Amplio está muy tensionado por esta situación, ya que se ha abierto un debate entre quienes proponen definir esta postura en un plebiscito virtual y quienes desean un acuerdo público de apoyo mutuo entre las candidaturas que enfrentan a la derecha, antes de la primera vuelta. A favor de Guillier corre un elemento: los votantes suelen reaccionar más activamente en «contra» de algo que a «favor» de algo. Un frente anti Piñera es más motivante que un frente a favor de su candidatura, especialmente en un escenario de un Piñera desbocadamente derechizado. Pero el peso de las frustraciones previas de «voto al mal menor» fortalecen la abstención del electorado de Izquierda. Por lo tanto, recae en Alejandro Guillier la responsabilidad de responder al desafío, y ofrecer garantías creíbles a quienes están a la izquierda de su candidatura.

 

¿Y SI PIÑERA GANA

EN PRIMERA VUELTA?

Es una hipótesis poco probable pero no inverosímil. Para Marta Lagos esta posibilidad existe si los candidatos de centroizquierda e Izquierda desmovilizan sus bases electorales anticipando un pacto previo de segunda vuelta. La señal que darían al pactar anticipadamente es que la primera vuelta no importa, y por lo tanto al votar por A la verdad es que están votando por Z. Si los candidatos de centro e Izquierda convocan menos votantes, la proporción de votos de Piñera no va a variar porque su voto es incombustible, por lo cual su porcentaje final aumentaría y podría ganar en primera vuelta. Lo que implicaría un enorme aval a su programa, que tal como está diseñado en este momento se sitúa en un 9 sobre 10 en la escala de derecha a izquierda.

Paralelamente la derecha económica está en un nivel de expectativas que no se oculta respecto al triunfo del especulador Piñera. Eso explica declaraciones como las de Juan Andrés Camus, presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago, quién afirmó que si el candidato de Chile Vamos no se convierte en el próximo presidente sobrevendría un «colapso en el precio de las acciones». Camus, quién aparece en los registros de Servel donando $13.100.000 a la campaña de Piñera, ha justificado estas declaraciones incendiarias afirmando que el candidato de la derecha despierta expectativas de mejor «ambiente económico».

Este tipo de intervenciones catastrofistas son habituales en tiempo de elecciones, pero siempre en un marco de mayor recato y prudencia. Una campaña del terror efectiva requiere algo de credibilidad y por eso los voceros bursátiles tratan de mantener la apariencia de expertos «técnicos». Ahora ya no se cuidan y sus argumentos terroríficos son tautológicos. Consultado Camus respecto a los motivos que han llevado en los últimos meses a un repunte de la Bolsa, afirmó: «La razón del por qué la Bolsa ha subido es bastante más compleja; no hay una sola razón y no es porque han hecho bien la pega (en el Ejecutivo). Las Bolsas de toda la región han estado mejor, han aumentado los flujos internacionales y hay un montón de cosas antes como para llegar a interpretar que es resultado de su gestión (de Michelle Bachelet)». Es muy interesante notar que el alza de la Bolsa se deba a factores «externos» pero las pérdidas se deban a factores «internos». En definitiva, el gran capital afila sus colmillos. La lista de donantes a la campaña piñerista suma cada día millones y millones de pesos, en lo que se parece más a un proceso de inversión que busca rápido retorno, que a un aporte político.

Los negociados ya se están armando.

 

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 886, 13 de octubre 2017.

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