Un joven saca una pancarta que dice: “Libertad. No más represión. #free-Denis”. La enarbola frente a decenas de personas que hacen una cola en pleno bulevar de San Rafael. Los policías que pasan por su lado no interfieren. Algunos presentes sacan sus móviles y filman durante unos pocos minutos hasta que los policías, ya con refuerzos, se deciden a detener al muchacho. Entonces, varios de los presentes, sobre todo mujeres, comienzan a exigir que lo suelten, a lo que se suman otros gritos opuestos al arresto.
De ese mismo modo he visto a Luis Manuel Otero Alcántara caminar sin compañía por las calles de mi barrio. Algunos vecinos lo saludan y otros que no lo conocen personalmente murmullan a su paso. Nadie le grita traidor, terrorista o mercenario.
En Las Tunas, la gente protesta por la apertura de una nueva tienda en MLC. En las redes, el académico y jurista Julio Antonio Fernández es defendido por colegas, amigos y ciudadanos luego de haber sido cuestionado públicamente por ofrecer asesoría legal al grupo 27N. En un centro de estudios del país, los jóvenes se resisten a corear las arengas que les propone uno de sus compañeros. El ensayista y crítico de cine Joel del Río es censurado en el diario Juventud Rebelde por cuestionar -en Facebook- al periodista Humberto López.
Nuestros medios no reflejan nada de esto, pero no pueden evitar referirse a esas dos noches de desvelo en que los cubanos de la Isla y del mundo compartieron las directas de las mujeres del MSI, seguidas de las imágenes de los jóvenes frente al MINCULT.
¿Qué nos indican estos hechos? ¿Cuáles son las razones de esta crisis, más allá del MSI y el 27N? ¿Por qué tanta gente empieza a reaccionar de otra manera? ¿Cuál es la relación que los ciudadanos empiezan a tener con los medios de comunicación y de qué manera esos medios están definiendo la imagen que se tiene del Estado? ¿Qué está pasando realmente en Cuba en estos momentos?
No dispongo de tiempo para organizar mis ideas. Sé que todos tenemos nuestras propias respuestas a estas preguntas, pero no quiero dejar de compartir algunas impresiones sueltas:
- Las demandas presentadas al MINCULT son la expresión del sentir de una cantidad creciente de cubanos. De eso trata realmente este momento, mucho más allá del MSI y de los artistas. El país no puede dividirse en torno a eso y se deben abordar de una vez las diferencias. Compartir la misma visión política o ideológica no puede ser una condición sine qua non para el diálogo.
- Respaldar a cualquiera que sea sometido a represión por el libre ejercicio de sus ideas no significa que necesariamente se piense como ellos. Lo que ocurre es que el peso del Estado no puede caer de esa forma sobre todo el que disiente. En Cuba hay juicios sumarios y gente presa, detenida, sitiada o expulsada de su trabajo solamente por sus ideas. Eso debe cesar. Existen derechos básicos que deben ser respetados, presentes en esa propia Constitución de la que Granma, en su editorial del 1ro de diciembre, solo cita el Artículo 4 referido a la traición a la Patria.
- El gobierno no es la Patria, pensar diferente al gobierno no es ser un traidor a Cuba y ceder frente a la intimidación es someterse a los intransigentes que han frenado los cambios que el socialismo cubano ha demandado. Ellos también pueden ser vistos como contrarrevolucionarios, autores de un interminable “golpe blando”. Son también responsables de esta crisis.
- La estrategia de descrédito impune frente a cualquier disidencia está agotada, sobre todo, cuando se niega el derecho a réplica de los que están siendo acusados. Las redes han cambiado definitivamente la manera en la que los ciudadanos, en especial los más jóvenes, se relacionan con los medios. Es una generación habituada a acceder a fuentes, contrastarlas, emitir sus criterios y reconocer el de otros.
- Pese a haber transitado por una crisis que ya toma más de tres décadas, el ideal de la Revolución sigue latente en muchos cubanos. Sin embargo, la gestión gubernamental quizás nunca ha sido tan cuestionada como en estos momentos, incluso por los propios revolucionarios. La sociedad cubana está ofreciendo claras señales de la necesidad de un modelo mucho más participativo, que traduzca en hechos concretos ese Estado de Derecho al que aspiramos.
- Desde su mismo origen, la Revolución ha sido objeto de programas de injerencias externas, pero meter cada crítica en ese mismo saco la aísla de su propia realidad, con el contrasentido de que depende cada vez más del aporte del exilio y de la normalización de las relaciones con los Estados Unidos. ¿Hasta cuándo va a dilatarse entonces la posibilidad de un diálogo interno que asuma de una vez nuestra rica diversidad nacional y el derecho del cubano a ser el máximo responsable de su propio desarrollo?
- La economía es la mejor expresión de la política, mientras que la cultura es el espacio donde las verdaderas inquietudes de la nación son expresadas, más allá de lo que reflejan nuestros medios. Frente a eso, la existencia de una prensa y un arte independientes resulta imprescindible.
- El Estado debe resolver las contradicciones entre su discurso político y su proyección económica. Son los hechos los que demuestran el rumbo que realmente van tomando las cosas. La presencia militar en la economía, su impopular dolarización, el freno a la iniciativa privada, los hoteles de lujo levantados entre vecindarios en ruinas y una inversión en turismo muy superior a la que se realiza en la agricultura son solo algunas de las contradicciones de las reformas en un país con serios problemas en materia de alimentación, insumos, vivienda y derechos civiles. Buena parte de la censura que padecen los artistas se debe al abordaje de estos temas, por lo tanto, hablar de cultura es imposible sin tocar estos aspectos.
- Entre nuestras más caras realidades está el éxodo masivo de jóvenes en busca de las oportunidades que han debido encontrar en su país. Si la crisis de los últimos 30 años no comienza a revertirse, muchos de los que estuvieron en el Parque Trillo y en el MINCULT terminarán emigrando por igual. Simplemente, no hay dos juventudes cubanas, del mismo modo en que no hay dos pueblos. Cuba es una sola, un gran recipiente con cerca de 14 millones de voces, visiones y criterios dispersos por el mundo. El Estado debe representarlos a todos, y cada cubano ha de tener claro que sus compatriotas no están obligados a pensar y actuar como ellos. Durante décadas, la necesidad de subsistir nos ha privado de la noción de futuro, la que ha sido reemplazada por la obsesión de partir. Ese futuro es ahora el de los jóvenes de hoy, sin excepción de ninguno. Cuba ha de ser para cada uno de ellos un lugar de oportunidades, esperanzas y sueños.
Conozco a muchos de los jóvenes que estuvieron frente al MINCULT y comparto la esencia de las demandas presentadas. A diferencia de lo que ha pasado con muchos de ellos, una parte de mi obra la he hecho con las instituciones de la cultura cubana; no me han faltado encontronazos, pero hasta hoy ninguna ha sido objeto de censura. Eso es lo que exijo para todo artista y para cualquier cubano.
Ernesto Daranas, director cubano de cine. Entre su filmografía se encuentran los largometrajes Los dioses rotos, Conducta y Sergio y Serguei.
Fuente: https://jcguanche.wordpress.com/2020/12/07/que-esta-pasando-en-cuba-en-estos-momentos/#more-2935